miércoles, diciembre 04, 2013

Beato Francisco Gálvez, y compañeros Mártires

Beato Francisco Gálvez, y compañeros Mártires
Diciembre 4
 
Martirologio Romano: En la localidad de Edo en Japón, beatos mártires Francisco Gálvez, sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores, Jerónimo de Angelis, sacerdote, y Simón Yempo, religioso, ambos de la Compañía de Jesús, muertos en la hoguera por odio a la fe. (1574-1623).
 
Francisco Gálvez, mártir en el Japón, nació en Utiel, no lejos de Valencia, España, hijo de Tomás Gálvez y Mariana Pellicer, en 1576. Terminados los estudios filosóficos y teológicos y ordenado diácono, tomó el hábito franciscano en el convento de San Juan Bautista de Ribera.
 
Natural de Utiel (Ciudad Real), ingresó en los franciscanos descalzos alcantarinos en el convento de San Juan de la Ribera de Valencia (1591), donde había estudiado Filosofía y Teología en la universidad de Valencia. Ordenado sacerdote en 1601, fue destinado a las misiones de Filipinas. Durante ocho años estuvo en Méjico atendiendo la consolación de aquella floreciente comunidad. En 1609 pasó a Manila, Filipinas y allí aprendió la lengua japonesa en el convento de Dilao.

En 1612, pasó a Japón, trabajando en la conversión de los nativos. Dos años después, durante la persecución regresó a Manila (1614), donde tradujo a la lengua nipona una explicación de la doctrina cristiana y tres volúmenes sobre la vida de los santos y en Macao se oscureció la piel, como un esclavo negro, para poder volver al Japón, lo que hizo en 1618. Predicó con mucho coraje y en la ciudad de Yeddo. Reanundó la predicación en medio de grandes peligros. Traicionado por un bonzo, que había simulado hacerse cristiano, fue encarcelado contros 51 cristianos y fueron quemados vivos.
 
En medio de las llamas demostró una invencible constancia y no cesó de predicar el evangelio mientras tuvo fuerza para ello.
 
Beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867.

Fue beatificado junto a los franciscanos Vicente de San José, Luis de Sotelo y Bartolomé Díaz “Laurel” y junto al grupo de Francisco Morales y compañeros. Tras estos mártires los cristianos del Japón quedaron privados de sacerdotes y reducidos al silencio. Sobrevieron en la clandestinidad hasta que fueron descubiertos en 1865, año en el que se permitió a los misioneros católicos entrar en Japón.
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