Junio 24
†: c. 375 - país: Francia
canonización: pre-congregación
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Simplicio, quien, de noble y devota estirpe, vivió en perfecta castidad con su virtuosísima esposa y después fue elegido obispo.
Aparte de que era obispo de Autun, muy estimado por su integridad y
caridad, ninguna otra cosa sabemos en definitiva sobre san Simplicio. Parece que
sucedió el obispo Egemonio, alrededor del año 390. Por otra parte, es posible
que se trate del obispo Simplicio mencionado por san Atanasio como uno de los
signatarios de los decretos del Concilio de Sárdica, en 347.
De acuerdo con su leyenda, tal como la relata Gregorio de Tours, descendía de una distinguida familia galo-romana; a temprana edad se casó con una doncella tan joven y rica como él mismo y, desde un principio, ambos esposos hicieron el pacto de vivir en continencia, dedicados a la práctica de las buenas obras. Cuando Simplicio ocupó la sede episcopal en Autun, una ciudad pagana en su mayoría, comenzaron a circular las murmuraciones, que crecieron hasta convertirse en un escándalo, porque el nuevo prelado y su mujer convivían bajo el mismo techo.
A fin de vindicarse, Simplicio y su esposa se mostraron dispuestos a someterse a la prueba del fuego. Ambos, con sus propias manos, tomaron carbones encendidos y los sostuvieron en un pliegue de sus túnicas; durante una hora permanecieron así, de pie, ante los pobladores que los observaban, sin que el fuego les causara daño alguno, a ellos o a sus ropas.
De acuerdo con su leyenda, tal como la relata Gregorio de Tours, descendía de una distinguida familia galo-romana; a temprana edad se casó con una doncella tan joven y rica como él mismo y, desde un principio, ambos esposos hicieron el pacto de vivir en continencia, dedicados a la práctica de las buenas obras. Cuando Simplicio ocupó la sede episcopal en Autun, una ciudad pagana en su mayoría, comenzaron a circular las murmuraciones, que crecieron hasta convertirse en un escándalo, porque el nuevo prelado y su mujer convivían bajo el mismo techo.
A fin de vindicarse, Simplicio y su esposa se mostraron dispuestos a someterse a la prueba del fuego. Ambos, con sus propias manos, tomaron carbones encendidos y los sostuvieron en un pliegue de sus túnicas; durante una hora permanecieron así, de pie, ante los pobladores que los observaban, sin que el fuego les causara daño alguno, a ellos o a sus ropas.
Tan convincente fue aquel milagro, que más de un millar de paganos pidieron
el bautismo. San Simplicio obró otra maravilla igualmente fructífera en
conversiones, el día de la fiesta en honor de la diosa Berecintia, cuando se
practicaban tumultuosas orgías. El santo obispo se encontró con la estatua de la
diosa que era llevada en una carreta para que bendijera los campos; Simplicio
levantó la mano para detener la procesión y, tan pronto como hizo el signo de la
cruz, la imagen cayó al suelo y fueron vanos los esfuerzos de muchos hombre para
moverla del sitio donde había caído. Además, los bueyes que tiraban de la
carreta, se quedaron parados y no hubo poder humano que les hiciera dar un paso
más.
=
La fantástica historia que acabamos de relatar se encuentra en De Gloria
Conf., nn. 73-76, de Gregorio de Tours. También hay una breve biografía medieval
sobre san Simplicio (impresa en el Catalogue del MSS. Hagiográfico de Bruselas,
vol. I, pp. 127-129) y se dice que de ahí tomó Gregorio sus informaciones, pero
Bruno Krusch (en Neues Archiv, vol. xxxm, pp. 18-19) desmiente esa suposición.
El Hieronymianum conmemora a un Simplicio, obispo de Autun, no solamente en el
día de hoy, sino también el 19 de noviembre y, hay ciertos datos cronológicos
para suponer que tal vez hubo en Autun dos obispos con el mismo nombre. Véase
también a Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. II, pp. 174-178.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Tomado de: eltestigofiel.com
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Tomado de: eltestigofiel.com
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