Beato Pedro
Corradini de Mogliano, Religioso Presbítero
Julio
25
Martirologio Romano: En Camerino, del Piceno, en Italia, beato Pedro de Mogliano Corradini, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que brilló por su evangélica predicación, el ejemplo de sus virtudes y la fama de sus milagros (1490).
Sacerdote de la Primera Orden (1442-1490). El Papa Clemente XIII aprobó su culto el 10 de agosto de 1760.
Pedro Corradini nació en Magliano, provincia de Macerata
en 1442. De Magliano pasó a Perusa para estudiar en la universidad. A los
veinticinco años se dejó convencer por un predicador franciscano, el Padre
Domingo de Leonissa. No lo siguió inmediatamente, pero después de madura
reflexión decidió abrazar también él la vida de pobreza y de apostolado
propuesta por los franciscanos. Suspendió su carrera inicial de abogado, cuya
láurea había obtenido en la universidad de Perusa. Pero conquistado por la
predicación de Fray Domingo de Leonisa, decidió hacerse franciscano, abandonó
sus sueños de grandeza y se deshizo de todo lo que podía distraerlo en la nueva
forma de vida y tomó el hábito de San Francisco en 1467 en el eremitorio de las
Cárceles, de los Hermanos
Menores.
Terminado el noviciado y ordenado sacerdote se dedicó
con particular empeño a la predicación, inicialmente como compañero de San Jaime
de la Marca por no menos de 20 años, en los cuales su palabra docta, clara y
fervorosa resonó en las principales ciudades de la Italia
central.
El principal propósito de los franciscanos de la época
era el de la predicación popular, en la cual muchos se destacaron con éxitos
estruendosos. Baste pensar en San Bernardino de Siena, San Juan de Capistrano,
San Jaime de la Marca, el los Beatos Alberto de Sarteano, Mateo de Agrigento,
Marcos Fantuzzi de Bolonia y muchos otros. Precisamente con San Jaime de la
Marca, medio siglo mayor que él, es jefe de un verdadero equipo de predicadores
volantes, Pedro de Mogliano fue colaborador y discípulo, antes de llegar a ser
predicador en propiedad y afectuoso director de
almas.
Con esta ocasión trabó amistad con el Señor de Camerino,
Julio César Varano y con su hija Camila Bautista Varano, clarisa en el
monasterio de la ciudad, a quien Fray Pedro orientó con santos
consejos.
Su palabra docta y persuasiva penetraba las mentes y
tocaba los corazones más endurecidos, hasta inducirlos a la conversión.
Predicador en la isla de Creta, tres veces ministro provincial de los
franciscanos de las Marcas, una vez Ministro provincial en Roma, tuvo una vida
rica de satisfacciones humanas, además del gozo espiritual. Un día estuvo a
punto de morir sofocado en medio de una turba festiva que quería expresarle su
simpatía.
Enfermó el 2 de julio de 1490 y murió en la noche entre
el 24 y el 25 del mismo mes, murmurando los nombres de Jesús y de María sereno y
feliz, con la sonrisa que acompaña en la tierra y en el cielo el paso de los
justos. La primera y más célebre biografía suya fue escrita por la Beata Camila
Bautista Varano, la más preciosa gloria espiritual de Camerino. Ella subraya la
serenidad del Beato al acercarse la muerte, que se lo llevó después de una muy
dolorosa enfermedad que él soportó con paciencia y alegría, tanto que un
cohermano suyo presente exclamó: “Padre Pedro, tú te mueres
riendo!”.
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Fuente:
Franciscanos.net
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