Cristo Jesús está con nosotros esta noche
El Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace
pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, donde podremos
adorarle.
Cristo Jesús está con nosotros esta noche
Natividad del Señor
"Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu
hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios
contigo".
Como en un magnífico exordio, con la alegría de los
esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de
Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy
estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de
los hombres.
Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este
día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar
las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único
centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad.
Benedicto
XVI lo expresa magníficamente: "En la gruta de Belén, la soledad del
hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las
fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra
casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra
historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la
certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña".
No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y
otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han
intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han
reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces
no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los
profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una
versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse
un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus
vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su
estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su
avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras
ellos se permiten disfrutarlo todo.
Todas esas versiones que
nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber
desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma
tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el
Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero
tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es
tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra
débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos.
Pero
precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos,
se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él
podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a
todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que
se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa
realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es
al mismo tiempo todo hombre.
Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección
Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección
Es el momento de la adoración, es
el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin
amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a
los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de
Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón
de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de
paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres.
Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD
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Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
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