La oveja descarriada
Mateo 18, 12-14.
Adviento.
Tal vez depende de nuestra actitud el que otras ovejas regresen al redil de Cristo en este Adviento.
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 12-14
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: ¿Qué os parece? Si un
hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en
los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada?Y si
llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella
que por las 99 no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de
vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.
Oración introductoria
Padre mío, sé lo importante que soy para Ti. Permite que esta
meditación me ayude a darte el gozo de ser esa oveja perdida que vuelve
al redil en esta Navidad. No quiero seguir ignorando tu mensaje, tu
llamado a la santidad.
Petición
Jesús, que sepa proponer a los demás la alegría y la paz que da el
esfuerzo por vivir en el redil de los que cumplen la voluntad de tu
Padre celestial.
Meditación del Papa
Ese gesto nos recuerda al pastor que pone sobre sus hombros la oveja
perdida, la cual por sí sola ya no encuentra el camino a casa, y la
devuelve al redil. Los Padres de la Iglesia vieron en esta oveja la
imagen de toda la humanidad, de toda la naturaleza humana, que se ha
perdido y ya no encuentra el camino a casa. El Pastor que la devuelve a
casa solamente puede ser el Logos, la Palabra eterna de Dios mismo. En
la encarnación, él nos puso a todos -la oveja "hombre"- sobre sus
hombros. Él, la Palabra eterna, el verdadero Pastor de la humanidad, nos
lleva; en su humanidad, nos lleva a cada uno de nosotros sobre sus
hombros. Por el camino de la cruz nos llevó a casa, nos lleva a casa.
Pero también quiere tener hombres que "lleven" juntamente con él. Ser
pastores en la Iglesia de Cristo significa participar en esta tarea, que
el palio nos recuerda. Cuando nos revestimos con él, Cristo nos
pregunta: "¿Llevas también tú, conmigo, a aquellos que me pertenecen?
¿Los llevas a mí, a Jesucristo?". Benedicto XVI, 29 de junio de 2008.
Reflexión
A los primeros a quien Cristo Jesús quiere salvar en este Adviento es a
nosotros mismos. Tal vez no seremos ovejas descarriadas, pero puede
ser que tampoco estemos en un momento demasiado fervoroso en nuestro
seguimiento del Pastor. Todos somos débiles y a veces nos distraemos del
camino recto.
Cristo nos busca y nos espera. No sólo a los grandes pecadores y a los
alejados, sino a nosotros, los cristianos que le seguimos con un ritmo
más intenso, pero que también necesitamos el estímulo de estas llamadas
y de la gracia de su amor. Somos nosotros mismo los invitados a
confiar en Dios, a celebrar su perdón, a aprovechar la gracia de la
Navidad. El que está en actitud de Adviento es Dios para con nosotros.
Él se alegrará inmensamente si volvemos a Él.
Pero también nos enseña el evangelio a salir al encuentro de los demás,
a ayudarles a salir de su desierto del alejamiento de Dios. Tal vez
depende de nuestra actitud el que otras ovejas regresen al redil de
Cristo en este Adviento. No tanto por nuestros discursos, sino por
nuestra cercanía y acogida.
Propósito
Transmitir mi alegría, esperanza y amor a Cristo a una persona alejada de la fe.
Diálogo con Cristo
Alabado seas Señor por darme esta experiencia en la oración. Tú eres mi
buen pastor, la clave, la fuerza, el motor de mi ser y obrar. Quiero
corresponder a tanto amor. No quiero terminar mi oración siendo el
mismo. Dame la gracia de asemejarme más a tu santísima Madre el día de
hoy. Especialmente permite que sea un buen pastor para los demás al
dejar que seas Tú quien guíe toda mi vida.
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Autor: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
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