Beato Manfredo Settala, Sacerdote y Eremita
Enero 27
Martirologio Romano: En Riva San Vitale (Suiza), poblado próximo a Como
(Italia), beato Manfredo Settala, presbítero y eremita (1217).
Perteneció a la antigua familia milanesa de los Settala y al final del
siglo XII fue párroco de Cuassoche que en aquel entonces comprendía las
actuales parroquias de Cuasso al Piano, Cuasso al Monte, Brusimpiano Porto Ceresio y Besano, en la diócesis de Milán cerca de la rama sur-occidental del lago de Lugano.
Supremamente llamado a la vida eremítica dejó la vida pastoral y se
apartó a las alturas del San Giorgio, solitaria montaña encajada entre
los brazos meridionales del Ceresio.
Atraídos por la fama de su
santidad, acudieron implorando consejo e intercesión las poblaciones de
las regiones circundantes. En 1207 acudieron los habitantes de Olgiate
Comasco qué, afligidos por mortal contagio, consultaron al beato que
hacer para obtener su salvación y consuelo. El santo ermitaño los
exhortó a ir en romería a la tumba de san Gerardo, que había muerto
hacía poco en Monza, (6 de junio de 1207). Devotamente terminada la
piadosa romería, la enfermedad súbitamente desapareció, y el pueblo de
Olgiate por decisión unánime construyeron en la localidad una bonita
iglesia en honor de san Gerardo, misma que se convirtió en destino de
peregrinaciones; en 1938 la iglesia fue restaurada y re decorada y
además el pueblo de Olgiate hizo voto perpetuo de acudir
comunitariamente cada año al sepulcro de san Gerardo para recordar el
antiguo prodigio.
La historiografía manfrediana, basada sobre
antiguas tradiciones y respetables documentos, es rica en prodigios
atribuidos a la intercesión del santo ermitaño.
Se sabe, por inequívocos testimonios, que el beato murió el 27 de enero de 1217.
El cuerpo del San fue enterrado en la capilla de Riva San Vitale, a los
pies del monte San Giorgio. En 1387, por orden del obispo de cómo,
Beltramo da Brossano, los restos del beato fueron colocados en un arca
de mármol puesta en el área del altar para que los fieles cristianos le
puedan brindar una adecuada devoción y reverencia.
En el 1633,
el cuerpo fue trasladado a una urna preciosa, misma que fue instalada
bajo la mesa del altar mayor, donde es venerado actualmente, lugar al
que muchas parroquias de la región acuden en anual romería.
La
fiesta litúrgica se celebra el 27 de enero, que en Riva es considerado
día festivo; la festividad se revive el domingo siguiente, con la
ingente participación de forasteros y la apropiada ornamentación de las
calles, ya que la devoción al beato es todavía intensa en la región. La
víspera de la fiesta todavía se acostumbra distribuir entre todas las
familias el pan bendecido.
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Fuente: Santiebeati.it
Traducción: Xavier Villalta Andrade
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