Jesús predica el Evangelio
Marcos 3, 20-21.
Tiempo Ordinario.
Contemplemos el ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los demás.
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó
tanta gente, que no los dejaban ni comer. Se enteraron sus parientes y
fueron a hacerse cargo de él, pues decían: Está fuera de sí.
Oración introductoria
Jesucristo, permite que esta meditación me lleve a entregarme sin
reservas a mi misión. Tú me has mostrado el camino, nada fácil, pero
seguro a la felicidad. Quiero enamorarme y ser fiel a mi vocación, por
eso te suplico el don de vivir solamente para Ti.
Petición
Señor, Tú sabes que te amo, pero acrecienta mi amor.
Meditación del Papa
En el fondo, se trata de la decisión entre el egoísmo y el amor,
entre la justicia y la injusticia; en definitiva, entre Dios y Satanás.
Si amar a Cristo y a los hermanos no se considera algo accesorio y
superficial, sino más bien la finalidad verdadera y última de toda
nuestra vida, es necesario saber hacer opciones fundamentales, estar
dispuestos a renuncias radicales, si es preciso hasta el martirio. Hoy,
como ayer, la vida del cristiano exige valentía para ir contra
corriente, para amar como Jesús, que llegó incluso al sacrificio de sí
mismo en la cruz. Así pues, parafraseando una reflexión de san Agustín,
podríamos decir que por medio de las riquezas terrenas debemos
conseguir las verdaderas y eternas. En efecto, si existen personas
dispuestas a todo tipo de injusticias con tal de obtener un bienestar
material siempre aleatorio, ¡cuánto más nosotros, los cristianos,
deberíamos preocuparnos de proveer a nuestra felicidad eterna con los
bienes de esta tierra!. (Benedicto XVI, 23 de septiembre de 2007).
Reflexión
A primera vista parece que este Evangelio habla mal de Cristo en vez
de hablar bien. Pero si leemos entre líneas encontraremos que no es
así. Cristo se consagró al Padre para cumplir una misión dada, concreta e
importantísima, que era precisamente la salvación de todos los
hombres. Y Cristo, sabiendo la responsabilidad que tenía y teniendo un
amor infinito hacia el Padre, no dudaba en sacrificar nada para cumplir
su misión, por amor al Padre y a los hombres.
Si tenía que predicar todo el día, lo hacía, aunque esto implicara
quedarse sin comer, aunque no durmiera, aunque apenas tuviera tiempo
para descansar. Hasta cierto punto, es normal que sus parientes, al
verle, dijeran "está fuera de sí." Y claro, una persona apasionada por
llevar el Evangelio a todas las gentes no puede hacer otra cosa que
aparecer como un loco delante de los hombres. Pero delante de Dios, es
un héroe, pues su principal motivación es el amor. Contemplemos el
ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los que
nos rodean, por amor a Cristo y su Reino.
Propósito
Examinar qué tanto dejo que me influya el qué dirán de los demás en mis decisiones.
Diálogo con Cristo
Señor, yo tampoco quiero dar importancia al «qué dirán» ni quiero
dejarme influenciar por el ambiente, desgraciadamente cada vez más
alejado de tu verdad y de tu amor. No me debe interesar el grado de
popularidad, ni la simpatía que mi estilo de vida pueda provocar en los
demás. Yo sólo quiero que mi testimonio acerque a más personas a tu
amor, por ello dame la luz para saber ser ese imán, no para mi
vanagloria, sino únicamente para tu gloria, Señor.
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Autor: Carlos Llaca | Fuente: Catholic.net
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