ADORACIÓN DE LA CRUZ
Como la
liturgia de ramos, la adoración de la santa cruz tiene su origen en
Jerusalén donde se realizaba ya en el siglo IV en el Gólgota mismo El
orden de la celebración corresponde a un estado antiquísimo de la celebración
de la celebración eucarística romana en que no había Kirie ni Gloria.
Descripciones de ella las podemos encontrar en los escritos de San
Ambrosio, San Paulino de Nola y San Cirilo de Jerusalén.
Sin
embargo, la postración en tierra del celebrante es quizá el más
elocuente de los ritos hoy día, ya que el silencio reinante nos recuerda
precisamente el momento de la muerte de nuestro salvador, que no dudó
en entregarse por nuestra salvación. El rito de la postración es del
siglo IV, en donde el Obispo y Diáconos a una con el Pueblo adoraban ya
la reliquia del Santo Leño y el Rótulo de la Cruz. Para el siglo VIII ya
se realizaba con toda solemnidad aún en aquellas Iglesias que no
poseían reliquia alguna, paulatinamente se fue estructurando la
celebración tal y como la conocemos hoy día.
Omitida toda
ceremonia, sigue la oración colecta y las lecturas. Antiguamente eran
Oseas 6, 1-6 y Éxodo 12, 1-11 juntamente con la Pasión según San Juan;
de estas, únicamente perdura la Pasión en el ritual actual. Destacaba
por su valor profético el fragmento del Éxodo, ya que en el se hablaba
claramente del sacrificio del cordero el día 14 de Nisán, prefigurando
la muerte de Cristo. Recordemos que esa fecha es precisamente día de la
muerte de Cristo (que aquel año fue viernes); el porqué la Iglesia
celebra el viernes el fallecimiento y no el 14 es solo cuestión
práctica, ya que la resurrección fue en domingo. Actualmente las
lecturas están conformadas por Isaías 52, 13-53,12; Hebreos 4, 14-16; 5,
7-9 y San Juan.
Hacia el siglo XII se contempla el rito de la
"desvelación" o descubrimiento de la cruz con su correspondiente
invitatorio "Ecce Lignum Crucis" (Mirad el Arbol de la Cruz). Una
relación del siglo XIII nos describe cómo al levantar en alto la cruz,
el pueblo y celebrantes caían "lacrymabili corde".
La Oración
Universal tiene su origen tomando como referencia a la primera carta a
Timoteo (2, 1 y ss), en donde Pablo recomienda hacer "plegarias,
oraciones, súplicas y acciones de gracias" por "todos los hombres, los
reyes" y "los constituidos en autoridad". Las Constituciones Apostólicas
del siglo IV establecen de manera primitiva el orden de estas
oraciones.
Junto con esta celebración tiene actualmente la
Colecta a favor de los Santos Lugares, en ella todos los cristianos
colaboramos en su mantenimiento y cuidado. Recordemos en esta colecta a
todos aquellos hombres y mujeres que a lo largo de dos mil años han
ofrendado su vida por ellos, sin olvidar también hacer un acto de
contrición a una con el Santo Padre, por todos los pecados que la
Iglesia ha cometido tomando como excusa los Santos Lugares (v.g. las
cruzadas).
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