Septiembre 28
263 -Juan Pablol I (Albino Luciani): Forno di Canale (Belluno); Agosto 26 (septiembre 3) -septiembre 28, 1978. Nació en Forno di Canale (Belluno). Elegido el 26-VIII-1978, murió el 28-.IX-1978. Fue el primer Papa de imponerse un doble nombre. No quiso la ceremonia de la coronación. Reinó 33 días: murió de infarto. Se le llamó el Papa de la sonrisa.
(17/10/1912 - 28/09/1978)
263 -Juan Pablol I (Albino Luciani): Forno di Canale (Belluno); Agosto 26 (septiembre 3) -septiembre 28, 1978. Nació en Forno di Canale (Belluno). Elegido el 26-VIII-1978, murió el 28-.IX-1978. Fue el primer Papa de imponerse un doble nombre. No quiso la ceremonia de la coronación. Reinó 33 días: murió de infarto. Se le llamó el Papa de la sonrisa.
(17/10/1912 - 28/09/1978)
"Personalmente, cuando hablo solo con Dios y la Virgen, más que adulto
prefiero sentirme niño"
Nació el 17 de octubre de 1912, en Forno di Canale (hoy Canale
d'Agordo), diócesis de Belluno, Italia. Hijo de Giovanni Luciani y Bortola
Tancon, fue el mayor de cuatro hermanos. Tras el fallecimiento de su madre, su
padre contrajo matrimonio con una mujer de firmes principios católicos.
En el año 1923, Albino ingresa en el seminario menor de Feltre, y 1928, en
el seminario de Belluno donde el 7 de julio de 1935 recibió la ordenación
sacerdotal. Se traslada a Roma donde continua sus estudios teológicos en la
universidad Gregoriana. En 1937, regresa a su pueblo. Fue capellán en las
parroquias de Forno di Canale y Agordo y dio clases de religión en el Instituto
Técnico Minero. Es nombrado vicerrector del Seminario Gregoriano de Belluno
donde enseña diversas materias: teología dogmática, moral, derecho y arte sacro.
En el año 1947, consigue el Doctorado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, siendo este mismo año nombrado Pro-vicario de la diócesis de Belluno. Dos años más tarde, organiza el Congreso Eucarístico de Belluno y publica su libro "Catequesis en migajas". En 1954, es nombrado Vicario general de la diócesis de Belluno, ejerciendo su ministerio durante once años.
En el año 1947, consigue el Doctorado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, siendo este mismo año nombrado Pro-vicario de la diócesis de Belluno. Dos años más tarde, organiza el Congreso Eucarístico de Belluno y publica su libro "Catequesis en migajas". En 1954, es nombrado Vicario general de la diócesis de Belluno, ejerciendo su ministerio durante once años.
En 1958 el Papa Juan XXIII, en Roma, lo consagraba Obispo para la diócesis
de Vittorio Veneto, cerca de Venecia. En el año 1962, se inicia su participación
en el Concilio Vaticano II. El 15 de diciembre de 1969 el Papa Pablo VI lo
nombra patriarca de Venecia, y el 5 de marzo de 1973 es creado cardenal por el
mismo Papa. De 1973 a 1976 fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal
Italiana. Participó en los Sínodos de los Obispos de 1971, 1974 y 1977.
En el año 1976 se publica su libro "Illustrissimi". El 26 de agosto de
1978, en un cónclave que duró un día, y fue el más grande hasta entonces en
cuanto al número de cardenales asistentes, fue elegido como 263º sucesor de San
Pedro tomando un nombre doble por primera vez en la historia de los Papas, Juan
y Pablo. El 3 de septiembre empezó su ministerio oficial, con una Misa celebrada
en la Plaza de San Pedro.
Juan Pablo I falleció el 28 de septiembre de 1978, treinta y tres días
después de su elección.
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Fuente: buscabiografias.com
Albino Luciani nació el 17 de octubre de 1912, en
el seno de una familia humilde, en Canale d’Agordo, pueblecito del Valle de
Cordevole, en la provincia de Belluno (Italia). Fue bautizado casi inmediatamente después de nacer en la casa de
la comadrona, por considerarse que su vida peligraba.
En Canale d’Agordo, de marzo a octubre se quedaban sólo las mujeres y los niños, pues no había trabajo en la comarca por ser una de las más desoladas de Italia. Los hombres se iban lodos, unos a Alemania, otros a Suiza. El padre de Albino no fue una excepción.
Con el marido en el extranjero, la madre de Albino, Bortola Tancon, llevaba prácticamente todo el peso de la familia. Era una mujer sencilla, muy católica. Se sabía casi todo el catecismo de San Pío X de memoria, y lo enseñaba a sus hijos, a veces mientras los lavaba y los vestía.
Albino vivió los años de su infancia en medio de padecimientos y estrecheces, por lo que su salud se resintió. Fueron tiempos de mayor pobreza en la región, en los que se comía poco, lo que se podía: a veces, hasta las raíces silvestres de los prados condimentadas con un poco de mantequilla. Sin embargo Albino era un niño muy vivo.
A los diez años, manifestó a su madre el deseo de ser sacerdote. Bortola le sugirió que hablase con el párroco, don Filippo Carli. El párroco aconsejó al muchacho que, si de veras sentía vocación, ingresara en el Seminario Menor de Feltre donde, de todos modos, podría continuar los estudios. Como era necesario el permiso paterno, Albino escribió a su padre que, como de costumbre, se encontraba en el extranjero, para manifestarle su deseo. El padre, a pesar de la sorpresa que le causó la decisión de su hijo y la carga económica que tendría que soportar la familia, le respondió: “Haz lo que quieras”.
EN EL SEMINARIO
Los años de estudios en el Seminario fueron difíciles para Albino. Pusieron a prueba su salud física, ya debilitada por una bronco-pulmonía mal curada que padeció cuando tenía tres años. El régimen del internado era duro y riguroso: las comidas, más bien austeras; el descanso nocturno, corto; las horas de estudio y oración, largas y fatigosas. Por dos veces el joven seminarista tuvo que regresar a su casa a consecuencia de amagos de tuberculosis, y por dos veces, apenas curado, quiso volver al Seminario. En los períodos de vacaciones, Albino ayudaba en la parroquia de su pueblo. Sin duda alguna la persona que más le influyó fue el párroco, don Filippo Carli. De él aprendió a hablar con sencillez. Don Filippo le decía: “Albino, cuando hables desde el púlpito, piensa siempre en la viejecita más inculta. Te debe entender ella también".
El párroco le encargó que enseñara el catecismo después de la Misa dominical de las diez. Tenía una agudeza particular para hacerse entender. Usaba anécdotas sacadas de la Historia, de la Literatura y de vidas de santos, de modos de decir populares y ocurrencias. Todos entendían y se divertían.
SACERDOTE
Recibió la ordenación sacerdotal el 7 de julio de 1935, pero su salud seguía endeble. La afección pulmonar se le reprodujo y para recuperarse estuvo una temporada en un sanatorio. Al salir del sanatorio, marchó a Canale d'Agordo a respirar el aire de su valle, lo que aprovechó para desarrollar las tareas de coadjutor en la parroquia.
Lo que más le hubiera gustado al joven sacerdote era ser párroco, pero nunca lo fue. Tuvo otros cargos: profesor, vicerrector del Seminario, vicario general.... pero nunca desaprovechó la ocasión de ser pastor.
En 1941 se matriculó en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Su obispo, monseñor Cattarossi, no quiso verse privado de su trabajo de docente, y consiguió de Pío XII para Luciani una dispensa expresa para la asistencia a las clases. Con una tesis sobre Rosmini consiguió en 1947 el doctorado en Teología. Y durante más de veinte años enseñó Teología Dogmática, Sagrada Escritura y Derecho Canónico, al tiempo que ejercía cargos de gran responsabilidad en su diócesis.
OBISPO Y PATRIARCA
El 15 de diciembre de 1958, Albino Luciani fue nombrado obispo por Juan XXIII. El Papa mismo quiso ordenarle obispo en la Basílica de San Pedro de Roma. El lema episcopal adoptado por Luciani fue "Humilitas”. Y la humildad fue el rasgo peculiar de la personalidad del nuevo obispo. En el transcurso de los once años que estuvo gobernando la diócesis de Vittorio Veneto, se celebró en Roma un acontecimiento de suma importancia para la vida de la Iglesia: el Concilio Vaticano II. Monseñor Luciani participó como padre conciliar en todas las sesiones.
El Papa Pablo VI designó a Albino Luciani Patriarca de Venecia. Era el 15 de septiembre de 1969, cuando Pablo VI le llamó a Roma para informarle personalmente del nombramiento. Monseñor Luciani objetó al Papa: “Lo siento mucho, Santidad, pero no creo que pudiera salir adelante. Tengo lo voz cada día más débil y una salad muy endeble”. Pablo VI le contestó: “¡Ánimo, ánimo! Por lo que se refiere a la voz, hoy existen los micrófonos. En cuanto a la salud... bueno, siempre se encuentra en los manos de Dios”.
Fue la catequesis el ámbito de la vida cristiana al que más intensamente se dedicó, tanto en la práctica como en la teoría; no sólo cuando era sacerdote, sino también cuando fue obispo y, más tarde, cardenal patriarca.
PAPA
El día 22 de agosto de 1978, el Cardenal Luciani, Patriarca de Venecia, se traslada a Roma para participar en la elección del sucesor del difunto Pablo VI. El 24 de agosto, víspera del cónclave, el Patriarca de Venecia se dedica a escribir. En una carta dirigida a un pariente, dice: “No sé cuánto durará el cónclave. Es difícil encontrar la persona adecuada para enfrentarse con tantos problemas, que son cruces muy pesadas. Por fortuna, yo estoy fuera de peligro. Ya es bastante grave votar en estas circunstancias.”
A un conocido suyo escribe: “El momento es verdaderamente importante para la Iglesia. Aunque quien la guía, en definitiva, es el Señor, es muy importante que el Vicario de Cristo sea un verdadero hombre de Dios. Contribuir con el voto a su elección, indicar a una persona y decirle al Señor: «acéptalo», es una gran responsabilidad que pesa mucho. Afortunadamente, estoy seguro de que esa persona no voy a ser yo, a pesar de algunas chismorreos de los periódicos. "Son sólo cábalas”, diría Pío X”.
El 25 por la tarde comienza el Cónclave. En la tarde del 26 de agosto, en la segunda fumata del día, empieza a salir por la chimenea de la Capilla Sixtina un humo grisáceo. Aunque con poca precisión, la fumata cumple su misión: los cardenales han elegido al nuevo papa. Después de haberse realizado el escrutinio que le eleva a la Sede de San Pedro, Albino Luciani, ya convertido en Papa, se enfada con los cardenales y les dirige las mismas palabras que siglos antes dijera San Bernardo con motivo de su elección para regir la comunidad cisterciense de su monasterio: "¿Qué habéis hecho? Que Dios os perdone”.
UN MES DE PONTIFICADO
Poco más de un mes – treinta y tres días – duró el Pontificado de Juan Pablo I. En la madrugada del 29 de septiembre, fue encontrado muerto en su cama. Un infarto había puesto fin a su vida. El Papa Luciani, en tan breve tiempo, supo ganarse, con su espontánea sonrisa y su palabra llena de unción, el corazón de los fieles y de millones de personas de otras creencias. A todos hizo experimentar la alegría de oír hablar de Dios con palabras claras, sencillas y estimulantes.
No tuvo tiempo de escribir una sola encíclica o constitución apostólica, ni siquiera un documento de menor rango, pero impulsó a las almas con la fuerza del Espíritu Santo a través de una catequesis en la que no faltaban pequeñas anécdotas personales y ejemplos tomados del inmenso caudal de literatura que había asimilado a lo largo de su vida.
En Canale d’Agordo, de marzo a octubre se quedaban sólo las mujeres y los niños, pues no había trabajo en la comarca por ser una de las más desoladas de Italia. Los hombres se iban lodos, unos a Alemania, otros a Suiza. El padre de Albino no fue una excepción.
Con el marido en el extranjero, la madre de Albino, Bortola Tancon, llevaba prácticamente todo el peso de la familia. Era una mujer sencilla, muy católica. Se sabía casi todo el catecismo de San Pío X de memoria, y lo enseñaba a sus hijos, a veces mientras los lavaba y los vestía.
Albino vivió los años de su infancia en medio de padecimientos y estrecheces, por lo que su salud se resintió. Fueron tiempos de mayor pobreza en la región, en los que se comía poco, lo que se podía: a veces, hasta las raíces silvestres de los prados condimentadas con un poco de mantequilla. Sin embargo Albino era un niño muy vivo.
A los diez años, manifestó a su madre el deseo de ser sacerdote. Bortola le sugirió que hablase con el párroco, don Filippo Carli. El párroco aconsejó al muchacho que, si de veras sentía vocación, ingresara en el Seminario Menor de Feltre donde, de todos modos, podría continuar los estudios. Como era necesario el permiso paterno, Albino escribió a su padre que, como de costumbre, se encontraba en el extranjero, para manifestarle su deseo. El padre, a pesar de la sorpresa que le causó la decisión de su hijo y la carga económica que tendría que soportar la familia, le respondió: “Haz lo que quieras”.
EN EL SEMINARIO
Los años de estudios en el Seminario fueron difíciles para Albino. Pusieron a prueba su salud física, ya debilitada por una bronco-pulmonía mal curada que padeció cuando tenía tres años. El régimen del internado era duro y riguroso: las comidas, más bien austeras; el descanso nocturno, corto; las horas de estudio y oración, largas y fatigosas. Por dos veces el joven seminarista tuvo que regresar a su casa a consecuencia de amagos de tuberculosis, y por dos veces, apenas curado, quiso volver al Seminario. En los períodos de vacaciones, Albino ayudaba en la parroquia de su pueblo. Sin duda alguna la persona que más le influyó fue el párroco, don Filippo Carli. De él aprendió a hablar con sencillez. Don Filippo le decía: “Albino, cuando hables desde el púlpito, piensa siempre en la viejecita más inculta. Te debe entender ella también".
El párroco le encargó que enseñara el catecismo después de la Misa dominical de las diez. Tenía una agudeza particular para hacerse entender. Usaba anécdotas sacadas de la Historia, de la Literatura y de vidas de santos, de modos de decir populares y ocurrencias. Todos entendían y se divertían.
SACERDOTE
Recibió la ordenación sacerdotal el 7 de julio de 1935, pero su salud seguía endeble. La afección pulmonar se le reprodujo y para recuperarse estuvo una temporada en un sanatorio. Al salir del sanatorio, marchó a Canale d'Agordo a respirar el aire de su valle, lo que aprovechó para desarrollar las tareas de coadjutor en la parroquia.
Lo que más le hubiera gustado al joven sacerdote era ser párroco, pero nunca lo fue. Tuvo otros cargos: profesor, vicerrector del Seminario, vicario general.... pero nunca desaprovechó la ocasión de ser pastor.
En 1941 se matriculó en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Su obispo, monseñor Cattarossi, no quiso verse privado de su trabajo de docente, y consiguió de Pío XII para Luciani una dispensa expresa para la asistencia a las clases. Con una tesis sobre Rosmini consiguió en 1947 el doctorado en Teología. Y durante más de veinte años enseñó Teología Dogmática, Sagrada Escritura y Derecho Canónico, al tiempo que ejercía cargos de gran responsabilidad en su diócesis.
OBISPO Y PATRIARCA
El 15 de diciembre de 1958, Albino Luciani fue nombrado obispo por Juan XXIII. El Papa mismo quiso ordenarle obispo en la Basílica de San Pedro de Roma. El lema episcopal adoptado por Luciani fue "Humilitas”. Y la humildad fue el rasgo peculiar de la personalidad del nuevo obispo. En el transcurso de los once años que estuvo gobernando la diócesis de Vittorio Veneto, se celebró en Roma un acontecimiento de suma importancia para la vida de la Iglesia: el Concilio Vaticano II. Monseñor Luciani participó como padre conciliar en todas las sesiones.
El Papa Pablo VI designó a Albino Luciani Patriarca de Venecia. Era el 15 de septiembre de 1969, cuando Pablo VI le llamó a Roma para informarle personalmente del nombramiento. Monseñor Luciani objetó al Papa: “Lo siento mucho, Santidad, pero no creo que pudiera salir adelante. Tengo lo voz cada día más débil y una salad muy endeble”. Pablo VI le contestó: “¡Ánimo, ánimo! Por lo que se refiere a la voz, hoy existen los micrófonos. En cuanto a la salud... bueno, siempre se encuentra en los manos de Dios”.
Fue la catequesis el ámbito de la vida cristiana al que más intensamente se dedicó, tanto en la práctica como en la teoría; no sólo cuando era sacerdote, sino también cuando fue obispo y, más tarde, cardenal patriarca.
PAPA
El día 22 de agosto de 1978, el Cardenal Luciani, Patriarca de Venecia, se traslada a Roma para participar en la elección del sucesor del difunto Pablo VI. El 24 de agosto, víspera del cónclave, el Patriarca de Venecia se dedica a escribir. En una carta dirigida a un pariente, dice: “No sé cuánto durará el cónclave. Es difícil encontrar la persona adecuada para enfrentarse con tantos problemas, que son cruces muy pesadas. Por fortuna, yo estoy fuera de peligro. Ya es bastante grave votar en estas circunstancias.”
A un conocido suyo escribe: “El momento es verdaderamente importante para la Iglesia. Aunque quien la guía, en definitiva, es el Señor, es muy importante que el Vicario de Cristo sea un verdadero hombre de Dios. Contribuir con el voto a su elección, indicar a una persona y decirle al Señor: «acéptalo», es una gran responsabilidad que pesa mucho. Afortunadamente, estoy seguro de que esa persona no voy a ser yo, a pesar de algunas chismorreos de los periódicos. "Son sólo cábalas”, diría Pío X”.
El 25 por la tarde comienza el Cónclave. En la tarde del 26 de agosto, en la segunda fumata del día, empieza a salir por la chimenea de la Capilla Sixtina un humo grisáceo. Aunque con poca precisión, la fumata cumple su misión: los cardenales han elegido al nuevo papa. Después de haberse realizado el escrutinio que le eleva a la Sede de San Pedro, Albino Luciani, ya convertido en Papa, se enfada con los cardenales y les dirige las mismas palabras que siglos antes dijera San Bernardo con motivo de su elección para regir la comunidad cisterciense de su monasterio: "¿Qué habéis hecho? Que Dios os perdone”.
UN MES DE PONTIFICADO
Poco más de un mes – treinta y tres días – duró el Pontificado de Juan Pablo I. En la madrugada del 29 de septiembre, fue encontrado muerto en su cama. Un infarto había puesto fin a su vida. El Papa Luciani, en tan breve tiempo, supo ganarse, con su espontánea sonrisa y su palabra llena de unción, el corazón de los fieles y de millones de personas de otras creencias. A todos hizo experimentar la alegría de oír hablar de Dios con palabras claras, sencillas y estimulantes.
No tuvo tiempo de escribir una sola encíclica o constitución apostólica, ni siquiera un documento de menor rango, pero impulsó a las almas con la fuerza del Espíritu Santo a través de una catequesis en la que no faltaban pequeñas anécdotas personales y ejemplos tomados del inmenso caudal de literatura que había asimilado a lo largo de su vida.
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Fuente: Santoral, el santo de cada día
La causa del siervo de Dios Albino Luciani
por Stefania Falasca
La causa de beatificación y canonización de Juan Pablo I se abrió solo el
23 de noviembre de 2003 en la Catedral de Belluno. La investigación diocesana
del proceso sobre las virtudes concluyó el 10 de noviembre de 2006. Durante la
investigación se recogieron todas las pruebas testimoniales y
documentales.
En 203 sesiones fueron 170 los testigos interrogados en las sedes
episcopales de Belluno, Vittorio Veneto, Venecia y Roma. El pasado 27 de junio
la Congregación de las Causas de los Santos firmó el decreto de validez formal
de las actas de la investigación diocesana y se nombró relator de la causa al
padre Cristoforo Bove. Se abrió, pues, la fase romana de la causa.
En esta segunda fase, basándose en las actas reconocidas y sancionadas por
el decreto de validez, se preparará la Positio super virtutibus, que tendrá que
demostrar la heroicidad de las virtudes, además de la fama de santidad del
siervo de Dios. Tras concluir la Positio tendrán lugar dos tipos de exámenes,
uno lo llevará a cabo el Congreso peculiar de los consultores teológos, y otro
la Congregación ordinaria de los obispos y los cardenales.
La promulgación del decreto sobre las virtudes será el acta jurídica final
del proceso de investigación de las virtudes heroicas.
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