Venerable Pedro Legaria Armendáriz, Párroco y
Fundador
Septiembre
30
Pedro Legaria Armendáriz, nació el 2 de junio de 1878 en
el seno de una familia humilde en Tudela, ciudad presidida por el Corazón de
Jesús y por el Inmaculado Corazón de María. Ellos fueron sus amores desde su
tierna infancia, ya que desde los 6 años vivió bajo su protección y cuidado, al
ser llevado al Hospitalillo de Huérfanos -a cargo de sacerdotes diocesanos- por
quedarse repentinamente huérfano de padre, y su madre, mujer de gran piedad,
tener otros 3 hijos, pequeños, a los que atender. De ingenio vivo, muy piadoso y
trabajador, se percibe en él la semilla de una vocación sacerdotal, por lo que a
los 11 años ingresa en el Seminario Menor de Tudela. Después, pasa al Seminario
Mayor con una fuerte experiencia de la paternidad divina: "Soy todo de mi
Dios,... soy nada sin Él como rayo de luz separado del sol" y de su vocación:
"Si naciera treinta veces, otras tantas sería
sacerdote."
Para D. Pedro, era tal el cuidado del Corazón de Jesús
hacia su persona y toda la humanidad, que deseaba vivir sólo para El. La
consagración del mundo entero al Sagrado Corazón por el Papa León XIII en 1899,
fue para él una confirmación de estos anhelos que llenaban su interior y así en
los Ejercicios de ese año escribe: "¡Oh, Jesús! ¡Oh amante de mi alma! Tú formas
el centro de mis aspiraciones, la esperanza de mi vida, la vida de mi esperanza,
el consuelo de mis tristezas. Y si peco, ¿estaré sin ti una eternidad?... Cuando
miro tu Corazón, que es el embeleso del mío, me arrebatas; cuando beso tu
costado y bebo tu sangre, me muero de amor y mi cabeza cae sobre tu corona. Y si
peco, ¿no te besaré en el Cielo? Cuando te tomo en mis manos, te digo encantado:
¡Ven, Pequeñín! Y apenas te he tocado, me quema tu fuego. Y si peco, ¿no te
abrazaré en el
Cielo?"
Es tal el fuego que en 1901, recién ordenado subdiácono,
hace un pacto con el Sagrado Corazón ofreciéndole su vida: "Yo tan débil, me
consagro al Corazón de Jesús y quiero consumir todas mis fuerzas en su amor. No
me abandones, Jesús mío, Alimento mío, Amor mío, Esencia
mía".
Se ordena sacerdote en 1902 y en sus Ejercicios
Espirituales sigue renovando el pacto: "¡Oh, Jesús! Sé el esposo de mi alma, el
alma de mi vida, la vida de mi alma. Jesús mío, enséñame a ser lo que debo ser
para ser todo tuyo y poder ganarte almas." Y añade: "Al Corazón de Jesús, le
prometí ser sacerdote y
apóstol."
Primero es formador y profesor en el Seminario de Tudela
y pronto es enviado a un pueblecito cercano, Murchante, donde estará 36 años de
párroco:
"El día 24 de marzo de 1906 será para mi alma de
recuerdos imborrables. Solo, pero con el corazón henchido de gozo, salí camino
de Murchante. Forjaba planes por el camino, anhelaba con todo mi corazón
trabajar mucho, mucho, mucho por llevar las almas al Corazón de Jesús, a la
Sagrada Eucaristía, a la Inmaculada. Estas eran mis ilusiones más queridas. Gocé
mucho en este camino, solito con mi Dios. ¡Cuánto quiero
quererlo!"
Aquellos anhelos ardientes -"inculcar por todos los
medios el amor al Sagrado Corazón, mi consuelo y mi amor; quisiera introduciros
en lo más profundo de su Divino Corazón..."-, se fueron haciendo vida: "Todos
los viernes celebraré en el pueblo en el altar del Sagrado Corazón, los sábados
en el de la Purísima y los 19 de cada mes, en el de San José; los domingos el
pacto con el Corazón de Jesús. Amor intenso, profundo y confianza en su
Corazón..." Las catequesis, la Comunión diaria y la Comunión temprana, las horas
de Reparación del primer Viernes de Mes, la exposición del Santísimo todos los
Primeros Viernes de mes desde la Misa Mayor hasta la noche, 70 Coros del
Apostolado de la Oración, y 150 Marías que visitaban diariamente a Jesús
Sacramentado, los Ejercicios Parroquiales a niños, jóvenes, hombres y
mujeres,... son el testimonio de la sed que el Corazón de Cristo había impreso
en su corazón: "¡Almas, Señor, almas! Cada alma es una gota de la sangre de
Cristo que me dice
¡sálvala!"
El Reinado de Cristo se iba extendiendo de la mano de
aquel apóstol. Eran muchos los que se acercaban a la Eucaristía diaria, y más
los domingos y en las fiestas, especialmente en la fiesta del Sagrado Corazón.
En la visita a Roma al papa Pío XII en 1952 D. Pedro le dijo: "Murchante es un
pueblo eminentemente y prácticamente católico; de él han salido muchas
vocaciones: religiosas, religiosos y sacerdotes." Y todos marcados con un mismo
sello: "Que la presencia del Señor en el amorosísimo Corazón de Jesús, presida
toda vuestra vida, todos vuestros actos, mejorándolos, perfeccionándolos,
espiritualizándolos."
El 15 de junio de 1928 D. Pedro ve realizada esta Obra
toda del Divino Corazón con el inicio de la vida en común de las tres primeras
hermanas en la Casa de Ejercicios de Tudela: "¡Que el Sagrado Corazón sea el
primero en entrar!" Y fue Jesús el primero en cruzar el umbral bendito de
aquella Betania, para esperar a todos los que vendrían después buscando su amor,
su gracia... Pronto la Obra se fue extendiendo y se fueron abriendo más casas;
primero en España, después Venezuela, Colombia, Argentina, Congo, Francia,
Italia,... El 3 de mayo de 1941 quedaba aprobada como Congregación de Derecho
Diocesano.
Con el crecimiento de la Obra se le concede a D. Pedro
en 1942 dejar la parroquia para dedicarse de lleno a formar a sus hijas: "Tenéis
que ser un corazón en el Corazón de Cristo". "Arda en vuestras almas la sed de
aquel Corazón Divino, que le consumía en las entrañas, porque nos amaba
ardientemente y esa sed sea en nosotros un anhelo constante de salvarle almas,
de padecer por Él, diciendo con fervor: tengo sed de almas, sed de tu reinado,
venga a nosotros tu reino." "¡Qué dicha más grande si pasáramos nuestra vida
toda, recostada nuestra cabeza, unido nuestro pobrecito corazón al Corazón de
Cristo!"
En los últimos años de su vida D. Pedro pudo contemplar
emocionado la fidelidad del aquel Corazón Divino del que tanto se había fiado y
al que tanto había amado: primero, por el estímulo recibido en la audiencia
privada con el Santo Padre Pío XII durante su viaje a Roma en 1952; por los
frutos de santidad de los que había podido ser testigo, al visitar en su regreso
por el Pilar, a otra santa, fundadora, con la que había mantenido una cordial
relación en vida: Sta. Genoveva Torres; por la concesión de emitir los votos de
la Compañía de Jesús en la hora de la muerte. Ya todo se iba cumpliendo... y
aquella lámpara consumida para alumbrar el fuego divino, se iba apagando...
hasta que por fin descansó en el Divino Corazón el 30 de septiembre de
1956.
La Iglesia lo declaró Venerable el 20 de diciembre del
2002, y su proceso de beatificación está siendo estudiado actualmente en
Roma.
=
Fuente: Santoral, el santo de cada día
Precioso testimonio de Don Pedro Legaria. Yo soy fruto de sus esfuerzos que llegaron hasta acá en México, donde ha llegado su amor a través de sus hijitas las Esclavas de Cristo Rey ⭐️
ResponderBorrarNo murió el 30 de septiembre pues el 1 de agosto de 1956 ya estaba enterrado
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