Beata María Purísima de la Cruz Salvat y Romero, Religiosa
Octubre 31
Martirologio Romano: En Sevilla, España, Beata María Purísima de la Cruz (en el siglo Isabel Salvat y Romero), quien fuera superiora general de la congregación de las hermanas de la Compañía de la Cruz. († 1998)
Martirologio Romano: En Sevilla, España, Beata María Purísima de la Cruz (en el siglo Isabel Salvat y Romero), quien fuera superiora general de la congregación de las hermanas de la Compañía de la Cruz. († 1998)
Fecha de beatificación: 18 de
septiembre de 2010, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.
La Sierva de Dios nació el 20 de febrero de 1926 en Madrid en el seno de una familia acomodada. Al día siguiente, fue llevada a la fuente bautismal en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, recibiendo el nombre de María Isabel. En su ambiente familiar, fuertemente motivado en sentido religioso, junto con la primera educación asimiló también los valores cristianos, que profundizó con creciente conocimiento frecuentando desde niña el colegio madrileño de la Virgen María, gestionado por las Religiosas Irlandesas.
La Sierva de Dios nació el 20 de febrero de 1926 en Madrid en el seno de una familia acomodada. Al día siguiente, fue llevada a la fuente bautismal en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, recibiendo el nombre de María Isabel. En su ambiente familiar, fuertemente motivado en sentido religioso, junto con la primera educación asimiló también los valores cristianos, que profundizó con creciente conocimiento frecuentando desde niña el colegio madrileño de la Virgen María, gestionado por las Religiosas Irlandesas.
En el ámbito de su itinerario
formativo, recibió la Primera Comunión, la Confirmación y completó el currículo
normal de los estudios. En el 1936, al estallar la guerra civil, la familia se
trasladó a Portugal; pero, después de dos años, regresó a la patria, escogiendo
como residencia, en un primer momento, la ciudad vasca de San Sebastián y luego
nuevamente
Madrid.
A lo largo de estos años Maria
Isabel fue madurando en todas las cualidades personales y culturales para poder
proyectar una vida social llena de satisfacciones, revalorizada posteriormente
por su procedencia alto burguesa. Ella, sin embargo, comenzó a percibir con
mucha claridad la vocación a la vida religiosa, de manera que, una vez
presentada la solicitud, en el 1944 fue acogida como postulante en el Instituto
de las Hermanas de la Compañía de la Cruz de Sevilla. Al año siguiente recibió
el hábito religioso, asumiendo el nombre de Sor María de la Purísima de la Cruz,
y fue admitida al
noviciado.
Ya durante este periodo de
formación, la Sierva de Dios se distinguió por su compromiso, espíritu de
sacrificio y ejemplaridad. De modo particular se manifiestan en ella, con
admirable sencillez, el amor a la pobreza, un comportamiento humilde y un
espíritu de obediencia desinteresada y convencida. En el 1947 emitió los votos
temporales. Reconociendo en ella la preparación humana y espiritual, a la joven
hermana se le confió la dirección del colegio de Lopera, cerca de Jaén,
compromiso al que siguieron otros cargos de responsabilidad en Valladolid y
Estepa. En 1966 fue llamada a la Casa Madre de Sevilla, primero como auxiliar
del Noviciado, luego como Maestra de
novicias.
Dos años más tarde fue nombrada
Provincial, luego Consejera General, después aún Superiora de la comunidad de
Villanueva del Río y Minas (Sevilla) y en el 1977 fue elegida Madre General del
Instituto. Sería reelegida, con permiso de la Santa Sede, otras tres veces para
este oneroso cargo, particularmente delicado en los difíciles años que siguieron
al Concilio Vaticano II y que vieron a la Sierva de Dios comprometida en la
actualización de las Constituciones del Instituto dentro de la óptica de la
salvaguardia y de la revalorización del carisma original, a través de una
renovada fidelidad al Evangelio y al Magisterio eclesial, una intensa dimensión
eucarística y mariana, una inteligente adaptación de la tradición a las nuevas
perspectivas de la Iglesia y de la sociedad. Su actitud fundamental fue de un
equilibrio dinámico: Sor María no vivió la fidelidad como una cansada repetición
de fórmulas ensayadas, sino como un deseo de creatividad para ir al encuentro de
las exigencias que el Señor le iba haciendo comprender. En cada circunstancia
miró a Santa Ángela de la Cruz, Fundadora de la Congregación, como a un
manantial perenne de continuidad coherente dentro de la necesaria
renovación.
Tuvo una solicitud particular por
la formación permanente de las Hermanas, sobre todo por las que atravesaban
momentos de crisis y de desorientación, de modo que en aquellos años de
experiencias y de no pocas incertidumbres su testimonio de vida constituyó un
punto seguro de referencia para muchas de ellas. Cuidó con amor la animación
vocacional, cuyos frutos maduraron incluso de modo visible, hasta el punto de
que la Sierva de Dios tuvo que dedicarse a abrir nuevas casas religiosas en
otras ciudades de España, como Puertollano, Huelva, Cádiz, Lugo, Linares,
Alcázar de S. Juan. Incluso en Reggio Calabria, en Italia, en el 1984 realizó la
fundación de una
casa.
Su personalidad serena y jovial
contribuía a crear un clima de confianza y de comunión, pero era sobre todo su
sólida espiritualidad la que motivaba sus intenciones y sus acciones. En ella,
efectivamente, se pone de manifiesto una intensa experiencia religiosa, vivida
con clara conciencia de la presencia de Dios y en la constante búsqueda de su
voluntad, y alimentada en las fuentes de la oración y de la contemplación; una
sincera disponibilidad a las exigencias del prójimo, de manera particular para
con los más necesitados, y una sagaz apertura hacia los problemas
contemporáneos; una tendencia hacia la perfección, hasta llegar a conseguir un
asiduo y fervoroso ejercicio de las virtudes humanas e
cristianas.
En el 1994 le diagnosticaron un
tumor, por el que tuvo que ser operada. Afrontó la enfermedad con gran docilidad
a la voluntad de Dios y con fortaleza de ánimo y durante cuatro años continuó
generosamente con su actividad. En los últimos días de vida, cuando el
sufrimiento fue más doloroso, renovó su confianza en la bondad de Dios,
preparándose para el momento del encuentro con el
Esposo.
El 31 de octubre 1998 se durmió
piadosamente en la Casa Madre de Sevilla. En su funeral participaron numerosos
sacerdotes y religiosas, junto con un grandísima asistencia de fieles,
testimonio de una fama de santidad que ya en vida había acompañado a la Sierva
de
Dios.
El sábado 27 de marzo de 2010,
S.S. Benedicto XVI firmó el decreto referente a un milagro atribuido a la
intercesión de la venerable María Purísima de la Cruz
Salvat.
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Fuente: frayleopoldo.org ||
Decreto de la Congregación para las Causas de los
Santos
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