Jesús cura un enfermo en sábado.
Milagros de Jesús
Lucas
14, 1-6.
Tiempo Ordinario
Cristo nos ha dejado un criterio muy claro:
ante todo, la caridad
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1-6
Un
sábado entró Jesús en casa de uno de los jefes de los fariseos para
comer, y ellos le estaban observando. Había allí, delante de él, un
hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los maestros de la ley y a
los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado, o no? Pero ellos se callaron.
Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién
de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no
lo saca al momento? Y no pudieron replicar a esto.
Oración introductoria
¡Ven,
Espíritu Santo! ¡Llena mi alma de tu presencia e infunde en ella el
fuego de tu amor! Te ofrezco abrir mi mente y mi corazón; ser dócil a
tus inspiraciones, soy tuyo.
Petición
Jesús, concédeme confiar y crecer en la esperanza, porque sé que me
amas. Quiero que la única gran aspiración de mi vida sea corresponder a
tu amor amando a los demás, buscando hablar siempre bien de ellos.
Meditación del Papa Francisco
La
esperanza es algo más, no es optimismo. La esperanza es un don del
Espíritu Santo y por esta razón Pablo dirá: "Nunca decepciona". La
esperanza no defrauda, ¿por qué? Porque es un regalo que nos ha dado el
Espíritu Santo. Pero Pablo nos dice que la esperanza tiene un nombre. La
esperanza es Jesús.
No podemos decir: "Tengo esperanza en la vida, espero en Dios", si uno
no dice: "Espero en Jesús, en Jesús Cristo, persona viva, que ahora está
en la Eucaristía, que está presente en su Palabra".
Cuando Jesús cura el sábado la mano paralizada de un hombre, lo que
provocó la condena por parte los escribas y fariseos. Con su milagro,
Jesús libera la mano de la enfermedad y demuestra a los "estrictos" que
el suyo "es el camino de la libertad".
Libertad y esperanza van de la mano: donde no hay esperanza no puede
haber libertad. Jesús libera de la enfermedad, del rigor y de la mano
paralizada de aquel hombre; recupera la vida de estos dos, las hace de
nuevo. (Cf. S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2013, homilía en Santa Marta)
Reflexión
Jesús
en este Evangelio nos enseña con su ejemplo que hay algo más fuerte que
el legalismo, y es precisamente el mandato de la caridad. Entre los
judíos, el día sábado era un día del todo consagrado al Señor. No era
lícito hacer actividad alguna. De ningún tipo. Hasta estaban indicados
los pasos que se les permitía caminar. Los fariseos se gloriaban de que
cumplían la ley en toda su extensión. Y castigaban y denunciaban a las
autoridades a todo aquel que violaba una de estas reglas más pequeñas.
Eso no es malo. Incluso Cristo dice alguna vez a sus seguidores que
hagan lo que los fariseos dicen. Sin embargo, es preferible la
misericordia con los demás que el cumplimiento frío de un precepto.
Muchos
se preguntan si deben hacer esto o aquello, porque ambas cosas están
mandadas. ¿Debo estudiar en este tiempo o tengo que hacer lo que ahora
me piden mis padres? ¿Cuál es mi obligación? No es fácil discernir,
porque muchas veces entran en juego nuestros sentimientos y a veces nos
inclinamos por la opción equivocada. Para evitar esta situación, Cristo
nos ha dejado un criterio muy claro: ante todo, la caridad.
Bajo
esta luz todo queda iluminado. Ya no hay conflicto entre curar o
descansar en sábado, porque el bien del hombre está por delante del
precepto.
Propósito
Ayunar, hoy, de las palabras duras, cortantes, negativas, que siembran discordia y tienden a juzgar o condenar a los demás.
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Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
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