El Reino de Dios entre nosotros
Tiempo Ordinario
Lucas
17, 20-25.
Tiempo Ordinario.
Dejar que Jesús reine en mi alma es
abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera. conmigo.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo llegaría
el Reino de Dios, Jesús les respondió: El Reino de Dios viene sin
dejarse sentir. Y no dirán: "Vedlo aquí o allá", porque el Reino de Dios
ya está entre vosotros. Dijo a sus discípulos: Días vendrán en que
desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y
os dirán: "Vedlo aquí, vedlo allá." No vayáis, ni corráis detrás.
Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del
cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. Pero, antes, le es preciso
padecer mucho y ser reprobado por esta generación.
Oración introductoria
Señor Jesús, para vivir unido a Ti de modo real, personal y constante,
necesito alimentar esta unión por medio de la vida de gracia y la
identificación de mi voluntad con la tuya, en esta meditación y durante
toda mi vida. ¡Ven Espíritu Santo y haz esto posible!
Petición
Jesús, dame la gracia de orar y de hablar contigo de corazón a corazón.
Meditación del Papa Francisco
Nosotros
sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y
resucitado; que está vivo entre nosotros y que tiene una finalidad: el
Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor.
Y
tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del
Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos
recibido en el bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el
camino de la vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino
de Dios.
Este
Espíritu es la potencia del amor que ha fecundado el seno de la Virgen
María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los
constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor de
paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la
paz» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).
Reflexión
El Reino de Dios ya está entre nosotros, aunque no completamente. Está
entre nosotros porque Jesús ya ha venido a la tierra y nos ha dejado su
presencia. Pero todavía falta algo. Es necesario que el Reino llegue al
corazón de cada hombre. Sólo entonces podremos decir que ya ha llegado
en toda su plenitud.
Jesús advierte que no se trata de un reino de ejércitos, de emperadores,
de palacios, etc. sino que es algo mucho más sutil, menos notorio. Es
un gobierno sobre los corazones, cuya ley es la caridad y Cristo es el
soberano.
Dejar que Jesús reine en mi alma significa abrirle las puertas para que
Él haga lo que quiera conmigo. Y El sólo entra y se queda a vivir si
encuentra un alma limpia, es decir, sin pecado. Un alma en pecado es un
lugar inhabitable para Dios. Por eso decimos que hay que vivir en
continua lucha con nuestro peor enemigo, que es el pecado, porque sólo
él nos aleja de Dios, la meta de nuestra vida.
¡Cómo sería el mundo si todos los hombres viviesen en gracia, en amistad
con Dios! ¡Qué diferentes serían las cosas si todos los países
adoptaran el mandamiento de la caridad universal como ley suprema!
Entonces, sí que podríamos decir que el Reino de los cielos ha llegado a la tierra.
Propósito
Empecemos por nuestro corazón y por nuestra casa. Que cada día Dios sea
lo más imprtante en mi vida, buscar que el Reino de Dios viva en mi
corazón, a través de la oración y la caridad a los demás.
Diálogo con Cristo
Jesús, ni el trabajo, ni el estudio, ni las ocupaciones cotidianas,
deben ser un obstáculo para estar unido a Ti. Sólo dejando que gobiernes
y ordenes mi vida, podrá venir a mí tu Reino. Reconociéndote hoy como
mi Rey y Señor, todo mi día se convertirá en un medio para alabarte,
para glorificarte y amarte, por medio de mi amor y servicio a los demás.
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Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
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