Mi casa es casa de oración
Tiempo Ordinario
Lucas
19, 45-48.
A la Iglesia hemos de acudir con la
confianza de un niño pero con un corazón que ore y busque el encuentro
con Dios.
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48
Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían,
diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será casa de oración. ¡Pero vosotros
la habéis hecho una cueva de bandidos!» Enseñaba todos los días en el
Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los
notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían
hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
Oración introductoria
Señor, así como purificaste el templo de Jerusalén, te suplico vengas
hoy a este encuentro en la oración para que me muestres qué tengo que
expulsar de mi vida para quedar purificado, reconciliado, digno de Ti,
porque anhelo que vengas hacer en mí tu morada.
Petición
Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento para conocer la voluntad divina sobre mí.
Meditación del Papa Francisco
Los
que gestionaban el Templo eran ladrones. Eran sacerdotes, pero
ladrones. Iban detrás del poder, detrás del dinero, explotaban a la
gente, se aprovechaban de las limosnas, de los regalos y el Señor les
castiga fuerte. Esta es la figura del cristiano corrupto, del laico
corrupto, del sacerdote corrupto, del obispo corrupto, que se aprovecha
de su situación, de su privilegio de la fe, de ser cristiano y su
corazón acaba corrupto, como sucede a Judas. De un corazón corrupto sale
la traición. Judas traiciona a Jesús. [...]
El
poder de la santidad, la novedad de Jesús es que trae consigo la
Palabra de Dios, el mensaje de Dios, es decir el amor de Dios por cada
uno de nosotros. Jesús, acerca a Dios a la gente y para hacerlo se
acerca Él: está cerca de los pecadores. Jesús perdona a la adúltera,
habla de teología con la Samaritana, que no era un angelito. Jesús busca
el corazón de las personas, Jesús se acerca al corazón herido de las
personas. (Cf. S.S. Francisco, 14 de enero de 2014, homilía en Santa Marta).
Reflexión
El pasaje de hoy nos muestra una cara de Jesús muy sorprendente. Tras
haber llorado por Jerusalén, parece contradictorio contemplar un primer
momento de ternura y otro de dureza casi seguidos en el tiempo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y notables del pueblo saben muy bien
de qué se trata todo esto y quieren quitarlo de en medio, que no les
paralice ni boicotee sus negocios.
Parece que Jesús se enfada con mercaderes y vendedores, y en parte es
así. Pero su enfado no viene por su profesión, su enfado no va dirigido a
los de fuera del templo, va dirigido a los de dentro. Esto que parece
una apreciación sin importancia la tiene y mucha, pues el mensaje que
Jesús quiere transmitir va encaminado a cada uno de nosotros. Sí, a cada
uno de los cristianos que vamos a visitar el templo, a cada uno de los
sacerdotes y religiosos que sirven de manera especial al Señor y a cada
uno de los que llevan la iglesia con una responsabilidad mayor y de
dirección. El mensaje es único: " mi casa es casa de oración ". ¿Qué
querrá decirnos Jesús con esto? Quizás esté pensando en las personas que
muchas veces usamos la iglesia como medio para nuestros intereses,
quizás esté pensando en cada hijo suyo que frecuenta los sacramentos y
no se acaba de convencer de que lo importante verdaderamente es servir
sin ser visto, sin sacar tajada, sin que nadie lo note.
A la Iglesia hemos de acudir de puntillas, con la confianza de un niño
pero con un corazón que ore, que busque el encuentro verdadero con Dios,
y no con los hermanos que pueden terminar en negociaciones ajenas al
dueño de la casa. La Iglesia indudablemente es un misterio, y está llena
de humanidad, y cuenta con fallos humanos.
Con nuestra vida sincera y sencilla y nuestra actitud orante formamos
también esa otra Iglesia, que es la que vale: la Iglesia de los Santos,
la Iglesia que es camino de Salvación, la Iglesia compañera nuestra en
la gran aventura de encontrarnos con Dios.
Propósito
Acudir a la Iglesia con la confianza de un niño, pero con un corazón que ore, que busque el encuentro verdadero con Dios.
Diálogo con Cristo
¡Gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento de
oración! ¡Gracias por el don de tu amistad, de tu gracia y de tu
misericordia! No quiero escatimar esfuerzo alguno por crecer en mi vida
de oración, con tu gracia, lo podré lograr.
=
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
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