Judas Iscariote
Se cumplen en él las profecías, aunque éstas dejan resquicios para que sea uno u otro el traidor.
La murmuración de Judas
En medio del ambiente de fe y de amor contrasta más la reacción crítica
y malhumorada de Judas Iscariote, que murmura abiertamente contra María
en su unción a Jesús. Es necesario considerar lo que pasa en el corazón
de este hombre para introducirnos más fondo en el drama de la Pasión.
Jesús le corrige en público. La situación es tensa. Fue uno de los Doce,
conocemos de él más que de muchos de los demás apóstoles. Su vida es un
oscuro contraste que revela el mérito de los demás y la Luz del mismo
Cristo. Judas tenía una verdadera vocación divina a la que no
correspondió. Se cumplen en él las profecías, aunque éstas dejan
resquicios para que sea uno u otro el traidor. ¿Cual fue su evolución
personal?
Los comienzos debieron ser buenos, al menos en la
intención, pero al cabo de un tiempo Jesús hizo una fuerte declaración
sobre Judas : "¿No os he elegido yo a los doce? sin embargo uno de
vosotros es un diablo. Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, pues
éste, aún siendo uno de los doce, era el que le iba a entregar"(Jn).
La situación de Judas
Estas palabras revelan la gravedad de la situación de Judas. Jesús
habla en momentos de gran tensión, pues después de la multiplicación de
los panes, muchos querían hacerle rey. Jesús rechaza el ofrecimiento.
"Desde entonces muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con
Él"(Jn). Y Jesús no intenta retenerles con explicaciones de componendas,
se dirige a los suyos que estaban claramente impresionados diciéndoles
con fortaleza: "¿También vosotros queréis marcharos?" Simón Pedro se
hace portavoz de los demás sin consultarles demasiado, y dice: "Señor,
¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos
creído y conocido que tú eres el Santo de Dios". Pero Jesús no acepta
con facilidad la buena voluntad de la declaración de fe de Pedro y habla
de uno de ellos como un diablo.
Para entender mejor estas
palabras y la tensión de la situación conviene ver las declaraciones
directamente anteriores de Jesús. Pues antes de que muchos de sus
pretendidos discípulos, probablemente los mismos que querían hacerle
rey, se marchasen dice: "el espíritu es el que da la vida, la carne de
nada sirve: las palabras que yo os he hablado son espíritu y vida. Sin
embargo, hay algunos de vosotros que no creen"(Jn). "En efecto, Jesús
sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quien era el
que le iba a entregar". Luego la situación de Judas como un diablo y la
falta de fe están directamente relacionadas.
La tentación de Judas
¿Cómo se produjo la tentación de Judas para que se pueda decir que es
un diablo? Pues introduciéndose por alguna grieta de su voluntad y
conduciéndole a la falta de fe y a la traición. Las cosas debieron
producirse poco a poco, según la astucia de un ser inteligente y maligno
sabedor de que si muestra a la primera su rostro asusta, cuando está
dentro del alma produce la caída del tentado.
El proceso pudo
ser el siguiente. Judas sigue al Maestro atraído por su fama. Al
principio se entusiasma, pero su fe primera está llena de las ideas
mundanas sobre el Mesías rey. No es impensable que se viese a sí mismo
como uno de los principales dignatarios del nuevo rey del Israel, del
Hijo de David. El rechazo por parte de Jesús de este tipo de mesianismo
le sorprende y pronto se producen dudas en su corazón que se resiste a
abandonar sus viejos y, aparentemente, ventajosos motivos.
Un
segundo paso sería la vida que llevaban. Muchas veces no tenían dónde
reclinar la cabeza. En otras ocasiones, les faltaba lo necesario para
comer, y desde luego estaba ausente todo tipo de lujos. La vida era
grata, pero dura. Por otra parte, Jesús no le parece hábil y político
para granjearse las simpatías de los poderosos; es más, les dice sin
ningún tapujo sus pecados y se convierten en enemigos suyos. Los mismos
hombres importantes, que parecían discípulos suyos como Nicodemo,
permanecen ocultos cuando comienza a desatarse la persecución.
Jesús se niega a ser rey
El hecho que debió desencadenar la falta de fe en Judas debió ser la
negativa de Jesús a dejarse coronar rey,"desde entonces muchos
discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él". El desánimo y la
dureza de corazón para creer y confiar en Jesús debieron desmoronar a
Judas, que dejó que entrara la duda primero, y, después, la falta de fe
en Jesús como Cristo.
La mediocridad o el pecado
Hay
otra cuestión de no menor calibre. No es fácil convivir con la santidad
cuando se vive en la mediocridad o en el pecado. El mediocre experimenta
un rechazo grande ante el santo, le repugna y puede odiarle. Jesús le
ama, pero ese mismo amor produce el efecto de un rechazo, por no saber,
ni poder estar a la altura. Su mala vida no se convierte en contacto con
el Santo, sino que se le rechaza con un espíritu crítico negativo.
Luego, vendrá la crítica amarga y el mal ambiente con los demás, caras
largas, quejas mal contenidas, pesimismo y desánimo; caldo de cultivo
para que, cuando llegue la tentación de vender al Amigo y Maestro, si
quedaba alguna resistencia, se viniese toda abajo. Después, venderá a
Cristo conviviendo con El y los demás el tiempo necesario para pensar y
realizar con premeditación la entrega sin tumulto de Aquel que sólo
habla de amor.
Además, Judas: "era ladrón y, como tenía la
bolsa, se llevaba lo que echaban en ella"(Jn), por este dato sabemos que
era el administrador de los escasos bienes que todos poseían en común.
Parte de estos bienes eran utilizados para dar limosnas, Jesús quería
que aprendiesen ese aspecto de la pobreza que es ayudar al necesitado.
Así se explica la reacción de los apóstoles cuando Jesús -que leía en el
corazón de Judas- le dice que haga cuanto antes lo que tiene que hacer y
"ninguno de los que estaban a la mesa entendió con qué fin dijo esto,
pues algunos pensaban que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía:
Compra lo que necesitamos para la fiesta, o da algo a los pobres".
¿Para qué quería Judas aquel dinero? Se han elaborado, sin fundamento,
algunas hipótesis; aquí nos basta pensar en las tentaciones habituales
de cualquier hombre. Pero como la escritura silencia este hecho nosotros
nada diremos, salvo suponer, que no es poco. Desde luego eran robos de
miseria.
Judas es comprado
Lo poco lleva a lo más.
Quizá la esperanza de un reino material vició desde el principio la
entrega de aquel hombre. La imaginación le traiciona con los honores que
se brindan a los íntimos del gran rey, y, poco a poco, los deseos van
creciendo en su alma. El contraste con la vida pobre que llevaban, así
como las críticas a los poderosos y la no aceptación del reinado que
ofrecía Cristo debió amargarle el corazón. Hasta que se le presenta la
oportunidad de pasar a mayores. Esto ocurrió al enterarse de que los
príncipes de los sacerdotes buscaban como prender a Jesús por traición,
entonces "fue a los príncipes de los sacerdotes para entregárselo. Ellos
al oírlo se alegraron; prometiendo darle dinero". Judas fue comprado
por dinero. Se cumplía así la profecía de Zacarías. Esa cantidad
-treinta monedas- profetizada, era el precio de un cordero pascual,
según algunos autores, y según otros el de la indemnización por la
muerte de un esclavo causada por un animal de labranza. El designio
divino es transparente en esta acción. Pero por parte de Judas ¿cómo no
pensar que era una cantidad simbólica que precede a los honores que le
concederán si cumple la ingrata y difícil labor de entregar al Amigo, al
Maestro y al Taumaturgo?
Es sintomática la reacción de Judas
ante la unción de Jesús por parte de la agradecida hermana de Lázaro, el
resucitado por el Señor, pues dice "¿Por qué no se ha vendido éste
perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres.?"(Jn). No
sólo no es magnánimo, sino que es miserable con una crítica que alcanza
al mismo Jesús. Todos debieron quedarse consternados ante estas
palabras, reflejo de una amargura muy honda, Jesús, con serenidad, pero
con fortaleza, no puede callar y aclara la acción de María: "Dejadle que
lo emplee para el día de mi sepultura; pues a los pobres los tenéis
siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis"(Jn). La crítica de
Judas no surge de un deseo de justicia o de caridad hacia los pobres,
sino de la rebeldía interior acumulada ante la evidencia de que seguir
al Maestro requiere vivir la pobreza y la humildad, y de sus deseos mal
reprimidos de riquezas, ambiciones y poder humanos.
Un traidor al entrar a la Semana de Pascua
A las puertas de la Pascua vemos a Jesús más querido que nunca por los
suyos. Pero en ese ambiente amoroso se encuentra un traidor, que ya se
ha puesto de acuerdo con los enemigos declarados del Señor para
entregarle. Así se entra en la Semana de Pascua llamada Santa.
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El ejemplo mas triste
Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a
Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a
los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. He pecado —les dijo—
porque he entregado sangre inocente. ¿Y eso a nosotros qué nos importa?
—respondieron—. ¡Allá tú! Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó (Mateo 27: 3-5)
TAL VEZ EL EJEMPLO MAS TRISTE en todo el Nuevo Testamento es el caso de
Judas Iscariote. Hombre talentoso y educado que se unió a Jesús porque
estaba convencido de que era el Mesías, y que pronto establecería su
reino. Anhelaba el establecimiento del reino de Dios y deseaba que Jesús
lo hiciera rápido y a su manera. Con el paso del tiempo, se dio cuenta
de que Jesús se demoraba. Luego llegó a la conclusión que era necesario
presionar al Maestro para que se viera obligado a actuar con más
agresividad Fue entonces que decidió poner a Jesús en una situación en
la que no le quedaría otra opción que actuar.
Como sabia del
odio criminal de los dirigentes hacia Jesús, fue a ellos para ofrecerles
la oportunidad que buscaban: Hallar un lugar solitario dónde aprehender
a Jesús. Como también amaba el dinero, no quiso hacerlo gratis Cobró
treinta piezas de plata para entregar a su Maestro. Pensó que sería una
ganancia doble, ya que ganaría dinero por algo que los dirigentes judíos
nunca podrían hacer, y, por otro lado, obligaría a Jesús a establecer
su reino esperado. Pero se asustó cuando vio que Jesús no hizo nada para
evitar ser aprehendido.
Tampoco hizo nada ante los insultos y
las vejaciones. Cuando se dio cuenta de que lo iban a condenar a la pena
capital, se llenó de terror y desesperación. Se dio cuenta de que había
cometido un error fatal. Bajo la dirección del poder de las tinieblas,
que hizo que se enfocara en el castigo, fue llevado a tal grado de dolor
y sufrimiento interno, que no pudo hacer otra cosa para hallar descanso
que lo que muchos hacen en circunstancias análogas, quitarse la vida.
Como dice el apóstol: «La tristeza del mundo produce la muerte» (2 Cor.
7: 10)
Que Dios te bendiga, oramos por ti!
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