Día litúrgico: Sábado V del tiempo ordinario
Santoral 14 de Febrero: San Cirilo de Tesalónica, monje, y San Metodio de Tesalónica, obispo, Patronos de Europa
Texto del Evangelio (Mc 8,1-10): En aquel
tiempo, habiendo de nuevo mucha gente con Jesús y no teniendo qué comer,
Él llama a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente,
porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer.
Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y
algunos de ellos han venido de lejos». Sus discípulos le respondieron:
«¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?». Él les
preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos le respondieron: «Siete».
Entonces Él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los
siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos
para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también
unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó
que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los
trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los
despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a
la región de Dalmanuta.
Comentario:
Rev. D.
Carles
ELÍAS i Cao
(Barcelona, España)
No tienen qué comer
Hoy, tiempo de inclemencia y
desasosiego, también Jesús nos llama para decirnos que siente «compasión
de esta gente» (Mc 8,2). Hoy, con la paz en crisis, puede abundar el
miedo, la apatía, el recurso a la banalidad y a la evasión: «No tienen
qué comer».
¿A quién llama el Señor? Dice el texto: «A sus discípulos» (Mc 8,1), es
decir, me llama a mí, para no despedirlos en ayunas, para darles algo.
Jesús se ha compadecido —esta vez en tierra de paganos— porque también
tienen hambre.
¡Ah!, y nosotros —refugiados en nuestro pequeño mundo— decimos que nada
podemos hacer. «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el
desierto?» (Mc 8,4). ¿De dónde sacaremos una palabra de esperanza cierta
y firme, sabiendo que el Señor estará con nosotros cada día hasta el
fin de los tiempos? ¿Cómo decir a los creyentes y a los incrédulos que
la violencia y la muerte no son solución?
Hoy, el Señor nos pregunta, simplemente, cuántos panes tenemos. Los que
sean, ésos necesita. El texto dice «siete», símbolo para paganos, como
doce era símbolo para el pueblo judío. El Señor quiere llegar a todos
—por eso la Iglesia se quiere reconocer a sí misma desde su catolicidad—
y pide tu ayuda. Dale tu oración: ¡es un pan! Dale tu Eucaristía
vivida: ¡es otro pan! Dale tu decisión por la reconciliación con los
tuyos, con los que te han ofendido: ¡es otro pan! Dale tu reconciliación
sacramental con la Iglesia: ¡es otro pan! Dale tu pequeño sacrificio,
tu ayuno, tu solidaridad: ¡es otro pan! Dale tu amor a su Palabra, que
te da consuelo y fuerza: ¡es otro pan! Dale, en fin, lo que Él te pida,
aunque creas que sólo es un poco de pan.
Como nos dice san Gregorio de Nisa, «el que parte su pan con los pobres
se constituye en parte de aquél que, por nosotros, quiso ser pobre.
Pobre fue el Señor, no temas la pobreza».
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Fuente: evangeli.net
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