Beato Tomás de
Orvieto, Servita
Junio
21
El beato Tomás nació en Orvieto, ciudad de Umbría, a fines del siglo XIII o principios del XIV.
El beato Tomás nació en Orvieto, ciudad de Umbría, a fines del siglo XIII o principios del XIV.
Para alcanzar con
mayor seguridad la patria celestial, en lo cual estaban concentrados todos sus
pensamientos y anhelos, decidió consagrarse completamente a Dios en una familia
religiosa y, por su acendrado afecto hacia la Virgen, pidió y que fue admitido
en la Orden de los Siervos de santa María. En él resplandecieron con luz
meridiana las virtudes típicas de los Siervos, consideradas como carisma de
nuestra Orden: la humildad, la caridad fraternal, el espíritu de servicio, la
misericordia. En efecto, - como se lee en los Anales de la Orden -; “con el
objeto de dedicarse de una vez para siempre al servicio de la Virgen […] y de
sus siervos”, pidió ser agregado en el número de los frailes que la gente suele
llamar “legos”.
Durante muchos
años pidió limosna de puerta en puerta y, ejerciendo este oficio, mostró suma
afabilidad, paciencia y caridad- Sentía una entrañable compasión por los pobres,
a quienes no sólo daba con alegría de lo que sobraba de la mesa de los frailes,
sino también del sustento que le era necesario. Dios miró con agrado la
sencillez con que el Beato desempeñaba su actividad y según el testimonio de
antiguos escritores, manifestó su aprobación con diversos prodigios. Las
imágenes del beato Tomás, algunas de ellas notables por sus antigüedad y valor
artístico, lo representan cargado con la alforja y llevando una ramita de
higuera en la mano o dando, en pleno invierno, unos a higos a una mujer
embarazada deseoso de esos frutos. En tales imágenes los artistas han querido
expresar la solicitud de este hombre de Dios para con todos los que pedían su
ayuda, y su poder de intercesión ante Dios, del cual podía obtener
milagros.
El humilde siervo
de la Virgen murió en Orvieto, el año 1343, como se lee en la Crónica de fray
Miguel Poccianti; su cuerpo recibió honrosa sepultura en la iglesia de los
Siervos de esta misma ciudad. Por los milagros, cada vez más frecuentes, los
habitantes de Orvieto muy pronto empezaron a tributarle una gran devoción y a
celebrar su memoria. Este culto, popular e inmemorable, fue ratificado y
confirmado por el papa Clemente XIII en el año 1768.
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Fuente:
ServitasCadiz.com
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