Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
«Sígueme»
Diácono D. Josep MONTOYA Viñas - (Valldoreix, Barcelona, España)
Hoy, con esta palabra, sencilla pero profunda —“Sígueme”—, Jesús transforma la vida de Mateo. Un publicano, un hombre que es rechazado por sus contemporáneos, es mirado con misericordia y llamado por el Maestro.
Este evangelio nos habla de la mirada de Jesús: una mirada que no condena, sino que invita. También nosotros, en algún momento de la vida, hemos escuchado esta llamada. Quizá no con palabras audibles, pero sí en el fondo del corazón: una invitación a salir de nuestra zona de confort y a seguirlo en un camino de conversión y servicio. ¿Qué me pide Jesús a mí, ahora? ¿Qué respuesta le quiero dar?
Jesús no espera que seamos perfectos para llamarnos. El Señor dice a los fariseos, ante su incomodidad: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal» (Mt 9,12). Es en nuestra realidad concreta, con nuestras heridas y límites, que Él nos pide “sígueme”.
El papa León XIV, cuando recibió el birrete de cardenal, decía en el discurso de agradecimiento, dirigiéndose a todos los cardenales presentes: «No tengáis miedo de decir que “sí”. No tengáis miedo, al menos, de abrir vuestros corazones y, si queréis, probad a ver si el Señor os llama…».
La llamada de Cristo, para el papa León, es una invitación a abrirse a la vocación de seguirlo, con confianza y sin miedo. Esta caridad es la que mueve a Jesús a sentarse en la mesa con pecadores. Y es la misma que hoy nos empuja a mirar a los otros con misericordia, no desde la superioridad, sino desde el deseo de que todos podamos escuchar y responder a la llamada, porque «lo que yo quiero es amor y no ofrenda de víctimas» (Os 6,6; cf. Mt 9,13), hemos escuchado hoy de la boca de Jesús.
Que este evangelio nos renueve el corazón y nos ayude a reconocer la voz de Cristo en nuestra vida ordinaria de cada día.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Dulce Señor mío, vuelve generosamente tus ojos misericordiosos hacia este tu pueblo; porque será mucho mayor tu gloria si te apiadas de la inmensa multitud de tus criaturas» (Santa Catalina de Siena)
- «Jesucristo es el rostro visible de la misericordia del Padre. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Francisco)
- «Jesús realizó obras como el perdón de los pecados que lo revelaron como Dios Salvador. Algunos judíos que no le reconocían como Dios hecho hombre veían en él a ‘un hombre que se hace Dios’ (Jn 10,33), y lo juzgaron como un blasfemo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 594)
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- Fuente: https://evangeli.net/evangelio
Gloria a ti Señor Jesús
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