San Fulgencio de Ruspe, Obispo
Enero 1
Martirologio Romano: En Ruspe, ciudad de Bizacena (hoy Túnez), san
Fulgencio, obispo, que después de haber sido procurador de Bizacena,
abrazó la vida monástica y, constituido obispo, durante la persecución
por los vándalos sufrió mucho a causa de los arrianos y fue exiliado a
Cerdeña por el rey Trasamundo. De regreso a Ruspe, dedicó el resto de su
vida a alimentar a sus fieles con palabras de gracia y de verdad (c. 632).
Etimología: Fulgencio = Aquel que brilla o resplandece, es de origen latino.
A comienzos del siglo VI, Ruspe, pequeña ciudad de la provincia romana
bizantina, había quedado sin obispo, como otras ciudades africanas,
porque el rey visigodo Trasamundo, celoso arriano, había prohibido la
elección de nuevos obispos católicos. Pero, al fin, los obispos de la
región bizantina resolvieron no acatar la injusta disposición. Entre los
candidatos estaba también Fulgencio, un hombre de gran cultura
teológica y humanística, que al amor del estudio unía la práctica de la
ascética cristiana. Había nacido en el 467 de una familia romana que se
había establecido en Cartago, y se había demostrado buen administrador
del rico patrimonio paterno y buen procurador de los impuestos de la
provincia.
Después de haber leído el Comentario de San Agustín
al salmo 36, orientó decididamente su vida hacia la austeridad y hacia
la búsqueda de la soledad. Inclusivo trató de unirse a los monjes
egipcios, pero la nave que lo llevaba tuvo que detenerse en Siracusa.
Ordenado sacerdote, poco después le llegó la noticia de que estaba en la
lista de los candidatos al episcopado.
Era demasiado.
Fulgencio fue y se escondió en un lugar apartado, hasta que supo que
todos los nuevos obispos habían sido ya consagrados. Cuando reapareció,
quedaba todavía una sede vacante, la de la pequeña ciudad de Ruspe, y
los obispos se apresuraron a consagrar al recalcitrante monje, en el
momento preciso para que fuera enviado al destierro a Cerdeña por el
furiosísimo rey Trasamundo, que desterró junto con Fulgencio a otros 59
obispos católicos.
En Cagliari, Fulgencio pudo desarrollar una
intensa actividad religiosa. El mismo Trasamundo, que se las daba de
teólogo, le escribió proponiéndole algunas difíciles cuestiones y
ofreciendo así a Fulgencio la ocasión para escribir algunos tratados
teológicos que llegarían a ser muy famosos.
Muerto Trasamundo
en el 523, los obispos desterrados pudieron regresar a sus sedes.
Durante nueve años Fulgencio gobernó su pequeña diócesis de Ruspe según
el estilo monástico. En efecto, cerca de la iglesia catedral había
fundado un nuevo monasterio, en donde él mismo vivía pobremente,
dedicando gran parte de su tiempo a la oración coral y a la composición
de obras doctrinales y pastorales. Padre y pastor de su rebaño, daba a
los pobres todo lo que recibía. Tenía una grande aptitud para la
predicación. Se cuenta que el obispo de Cartago, al escuchar un sermón
suyo en la basílica de Furnos, lloró de conmoción. San Fulgencio murió
en Ruspe el l de enero del 532, a los sesenta años de edad, rodeado por
sus sacerdotes y después de haber distribuido a los pobres sus últimos
haberes.
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Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
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