San Lesmes o Adelelmo, Abad
Enero 30
Martirologio Romano: En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja,
región de España, san Lesmes (Adelelmo), abad, que convirtió en
monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo
(1097).
San Lesmes es un santo tan burgalés como el Cid, su
contemporáneo, y cuyo sepulcro se venera en la iglesia de su nombre en
Burgos, ciudad de la que es patrono.
Ahora bien, como suele ocurrir con los santos, su lugar de nacimiento es
muy otro, y al saber que Lesmes es una adaptación fonética de Adelelmo,
quizás empiece a sonarnos a menos castizo y castellano. En realidad era
del otro lado de los Pirineos, de Loudun, en el Poitou, y debía de
llamarse Adelelme, o, aún más, a la francesa, Aleaume. Nació de una
familia acaudalada, y después de repartir sus bienes entre los pobres
vistió las ropas de uno de sus antiguos criados y fue en peregrinación a
Roma.
Más tarde fue monje y llegó a ser abad del monasterio de
La Chaise-Dieu, fundada por el san Roberto, en la Auvernia, hasta que
Constanza, que era de origen borgoñón, la esposa del rey castellano
Alfonso VI, le llamó a España para introducir la liturgia romana en
sustitución de la mozárabe.
Lesmes fundó en Burgos el
monasterio benedictino de San Juan Evangelista, y allí se dedicó a
atender a las necesidades de los peregrinos de Santiago, quizá
recordando los lejanos tiempos en que él también peregrinaba, y al
cuidado de los enfermos. El despliegue de caridad religiosa al servicio
de todos y especialmente de los enfermos, hasta su muerte el año 1097,
le mereció el ser considerado por Burgos como su Santo Patrono. Este
francés, al que imaginamos siempre con los severos, rígidos trazos de la
iconografía románica, se identificó tanto con su ciudad de adopción que
casi hemos llegado a olvidar que vino de otras tierras; para hacer a
Castilla y a España más universal, según el modelo de Roma, y para
fundirse servicialmente con la etapa de Burgos en el camino de Santiago,
viendo cómo su nombre se iba transformando en boca de los burgaleses,
haciéndose pronunciable para ellos, hasta quedar convertido en un signo
más de su entrega total a una misión.
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