San Muciano María Wiaux, Religioso Lasallisa
Enero 30
El Hermano que siempre ora
Martirologio Romano: En Malonne, lugar de Bélgica, san Muciano María
Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su
vida con constancia y generosidad a la formación de los jóvenes (1917).
Fecha de canonización: 10 de diciembre de 1989 por el Papa Juan Pablo II.
En Mellet, una pequeña población de Bélgica, nació el santo hermano
Muciano María. Su padre, Juan Wiaux, era el herrero del pueblo, conocido
por su jovialidad y caridad cristiana. Su madre, Elisabeth Badot
atendía una tienda y una hospedería además de la educación y el cuidado
de sus hijos que en total fueron seis. Luis José nació el 20 de marzo de
1841. De niño frecuentó la escuela del maestro Carlos Dandois que era
respetado y admirado por la gente del pueblo. Luis José terminó la
escuela a los once años y empezó a ayudar a su padre en la herrería.
Pronto se despertó en él la vocación religiosa y pidió ingresar con los
hermanos de las Escuelas Cristianas que recientemente habían llegado a
la vecina población de Gosselies.
Sus mismos padres, viendo en
ello una bendición de Dios, aunque les costaba alejarse de su hijo más
querido, lo llevaron personalmente ante el hermano Noce, director de
novicios. El martes de pascua de 1856 ingresó como postulante en el
noviciado de los Hermanos de la Salle. El 2 de julio recibió el hábito,
comenzando el noviciado y tomando el nombre de hermano Muciano María.
Después de breves experiencias apostólicas como profesor en Chimay y
Bruselas, fue trasladado a Malone al colegio de San Bertuino, uno de los
mejores planteles educativos Belgas. Los primeros meses en aquel
colegio fueron difíciles pues su preparación no estaba a la altura de
las circunstancias. Con la ayuda del hermano Maixentis, quien le dio
clases de dibujo y música, se capacitó para desempeñar diversos oficios
que le asignaron durante cincuenta y siete años que permaneció en aquel
centro educativo. Lo que más llamaba la atención del hermano Muciano
María era su capacidad de oración y unión con Dios.
Sin dejar
de cumplir sus deberes de maestro de música y dibujo todos lo conocían
como el hermano que oraba siempre y en todas partes. Tenía una gran
devoción a la Santísima Virgen: con frecuencia se le veía arrodillado
junto a su imagen que estaba en el jardín: a una de sus sobrinas
escribió lo siguiente: “Viendo el papel que María asume en el gran
negocio de nuestra salvación, no cesaré nunca de aconsejarte que acudas
frecuentemente a la intercesión de esta divina Madre. Puedes estar
segura de que ella se tomará la amorosa obligación de condescender a tus
oraciones”.
Aunque durante su vida gozó de muy buena salud,
llegó el momento en que las fuerzas se le agotaron y el médico le
aconsejó retirarse de la vida activa. Todavía buscaba, con gran
voluntad, seguir las distribuciones regulares de la comunidad hasta que,
anciano, fue enviado a la enfermería. Entre las últimas visitas que
recibió estuvo la del hermano Maixentis, quien fuera su protector. Antes
de morir agradeció a Dios el don del bautismo, y otros dones que le
había concecido. También invocaba con frecuencia: “Sagrado Corazón de
Jesús protege a Bélgica, salva a Bélgica”. En medio de esta acción de
gracias, murió el 30 de enero de 1917.
A causa de la guerra,
los funerales fueron sencillos y poco concurridos. El hermano Maixentis
casi no se despegó del féretro y, sintiéndose solo, exclamó: “hermano
Muciano, ven a buscarme”. Al día siguiente del sepelio del hermano
Muciano también él murió.
El papa Pablo VI beatificó a Munciano el 30 de octubre de 1977 y el papa Juan Pablo II lo canonizó el 10 de diciembre de 1989.
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Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
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