Beata Antonia de Florencia, Viuda, Abadesa
Febrero 28 (29)
En los años bisiestos se celebra el día 29 en lugar del 28.
Martirologio Romano: En L’Aquila, en el Abruzo, beata Antonia de
Florencia, viuda, después fundadora y primera abadesa del monasterio de
Corpus Christi, siguiendo la primera Regla de santa Clara (1472).
Fecha de beatificación: Culto confirmado el 17 de septiembre de 1847 por el Papa Pío IX.
En los años bisisestos se celebra el día 29 en lugar del 28.
Antonia nació en Florencia en 1401. Poco se sabe de su infancia. A los
15 años se casó, tuvo un hijo, y estando éste todavía muy pequeño, ella
enviudó. Para atender a las necesidades del hijo, aceptó un nuevo
matrimonio, con igual fortuna, pues el marido murió pronto. Entonces
ella decidió que ni el mundo era para ella, ni ella para el mundo. Y una
vez que el hijo pudo valerse por sí mismo, ella entró entre las
Hermanas Terciarias Regulares de San Francisco fundadas por la Beata
Angelina de Marsciano, que tenían entonces su convento en San Onofre, en
Florencia. Desde entonces el convento fue su pobre y durísima familia.
Su única ambición era santificarse. Con su forma de vida edificó a sus
compañeras y también mereció la estima de sus superiores. Fue enviada a
Foligno, al convento de Santa Ana, y luego a Aquila, al convento de
Santa Isabel. Aquí tuvo como director espiritual a san Juan de
Capistrano, quien, junto con San Bernardino de Siena, promovía la
llamada “observancia”.
Antonia sentía la urgencia de una regla
más austera, de una pobreza más rígida, de una abnegación más perfecta.
Con la aprobación de Nicolás V, y la bendición de San Juan de
Capistrano, Vicario general, en 1447 se retiró con doce compañeras al
monasterio del Corpus Domini para observar en todo su rigor la primera
regla de Santa Clara. San Juan de Capistrano le encomendó la dirección
del monasterio para que fuera modelo del nuevo espíritu “observante”
también en la Segunda Orden, rama femenina franciscana.
Por
muchos años fue superiora modelo, reformadora de las costumbres, ejemplo
de virtudes y de obediencia. Sufrió desventuras y calumnias pero no la
postraron. Venció sus propias tribulaciones curando las ajenas. Al
acercarse la muerte, llamó a sí a sus cohermanas para recomendarles la
exacta observancia de la regla y la caridad fraterna. Tenía 71 años
cuando murió, el 28 de febrero de 1472. La ciudad de Aquila la veneró
como santa desde su muerte.
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Fuente: Franciscanos.net
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