Día litúrgico: Martes V del tiempo ordinario
Santoral 10 de febrero: Santa Escolástica de Nursia, Virgen y Abadesa
Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel
tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos
escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos
comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y
todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo,
aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no
se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por
tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-.
Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus
discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que
comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de
vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los
labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya
que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto
de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también:
«¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra
tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que
maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero
vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí
podrías recibir como ayuda lo declaro "Korbán" -es decir: ofrenda-’, ya
no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la
Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y
hacéis muchas cosas semejantes a éstas».
Comentario:
Rev. D.
Iñaki
BALLBÉ i Turu
(Rubí, Barcelona, España)
¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados?
Hoy contemplamos cómo algunas
tradiciones tardías de los maestros de la Ley habían manipulado el
sentido puro del cuarto mandamiento de la Ley de Dios. Aquellos escribas
enseñaban que los hijos que ofrecían dinero y bienes para el Templo
hacían lo mejor. Según esta enseñanza, sucedía que los padres ya no
podían pedir ni disponer de estos bienes. Los hijos formados en esta
conciencia errónea creían haber cumplido así el cuarto mandamiento,
incluso haberlo cumplido de la mejor manera. Pero, de hecho, se trataba
de un engaño.
«¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra
tradición!» (Mc 7,9): Jesucristo es el intérprete auténtico de la Ley;
por eso explica el justo sentido del cuarto mandamiento, deshaciendo el
lamentable error del fanatismo judío.
«Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’» (Mc 7,10): el cuarto
mandamiento recuerda a los hijos las responsabilidades que tienen con
los padres. Tanto como puedan, les han de prestar ayuda material y moral
durante los años de la vejez y durante las épocas de enfermedad,
soledad o angustia. Jesús recuerda este deber de gratitud.
El respeto hacia los padres (piedad filial) está hecho de la gratitud
que les debemos por el don de la vida y por los trabajos que han
realizado con esfuerzo en sus hijos, para que éstos pudieran crecer en
edad, sabiduría y gracia. «Honra a tu padre con todo el corazón, y no te
olvides de los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido.
¿Qué les darás a cambio de lo que han hecho por ti?» (Sir 7,27-28).
El Señor glorifica al padre en sus hijos, y en ellos confirma el derecho
de la madre. Quien honra al padre expía los pecados; quien glorifica a
la madre es como quien reúne un tesoro (cf. Sir 3,2-6). Todos estos y
otros consejos son una luz clara para nuestra vida en relación con
nuestros padres. Pidamos al Señor la gracia para que no nos falte nunca
el verdadero amor que debemos a los padres y sepamos, con el ejemplo,
transmitir al prójimo esta dulce “obligación”.
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Fuente: evangeli.net
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