Santa Escolástica, Virgen y Abadesa
Febrero 10
Martirologio Romano: Memoria de la sepultura de santa Escolástica,
virgen, hermana de san Benito, la cual, consagrada desde su infancia a
Dios, mantuvo una perfecta unión espiritual con su hermano, al que
visitaba una vez al año en Montecasino, en la Campania, para pasar
juntos una jornada de santas conversaciones y alabanza a Dios (c. 547).
La única fuente histórica sobre la vida de Santa Escolástica, hermana
de San Benito, son los capítulos 33 y 34 del segundo libro de los
Diálogos de San Gregorio Magno. Las noticias, legendarias que se
añadieron, enriquecen poco la imagen sencilla e intensa de la santa.
Pero a San Gregorio no le interesaba presentarnos una noticia biográfica
completa de Santa Escolástica, sino completar el perfil interior del
padre del monacato occidental.
Parece que el año del nacimiento
de los dos santos coincide: el 480. Por tanto, Benito y Escolástica
probablemente fueron gemelos, y si no lo fueron anagráficamente, sí lo
fueron espiritualmente, pues sus vidas fueron paralelas hasta la muerte,
en el 547, a 40 días de distancia.
Escolástica nació en Nursia
y desde muy joven se consagró a Dios; después siguió a su hermano San
Benito a Subiaco y a Montecassino. En Piumarola, a los pies del monte,
estableció su monasterio, como si humildemente hubiera querido detenerse
en las faldas de la montaña, en cuya cumbre el hermano había fijado su
habitación. Pero, a pesar de estar tan cerca en el lugar y en el afecto,
Benito bajaba a visitar a la hermana sólo una vez al año. Es
comprensible que Santa Escolástica quisiera detenerse un poco más con su
hermano, pero San Benito era muy riguroso en el cumplimiento de la
regla que él mismo se había impuesto.
En el último coloquio,
que tuvo lugar tal vez el primer jueves de cuaresma del 547, Dios
demostró que le agradaba más el gesto de afectuosa caridad que el
cumplimiento riguroso de la regla. En efecto, Escolástica le pidió al
hermano que permaneciese con ella, como refiere San Gregorio, “para que
toda la noche hasta el día siguiente pudieran hablar de la alegría de la
vida celestial”.
Ante el severo reproche de Benito,
Escolástica juntó las manos y permaneció en oración. “Pudo más ante Dios
porque amó más”, comenta San Gregorio Magno.
Y efectivamente,
pocos instantes después pareció que se abrían las cataratas del cielo:
el aguacero y los truenos obligaron a San Benito a desistir de regresar
al monasterio, pero le echó la culpa a la hermana que cándidamente
replicó: “Pues bien, yo te lo pedí y no me quisiste escuchar; pedí al
Señor y Él si me escuchó; vete si puedes, y regresa al monasterio”.
En el lugar del prodigio se construyó la llamada “iglesia del coloquio”
y en recuerdo de ese episodio se invoca a Santa Escolástica contra los
rayos y para obtener la lluvia. A los tres días de ese maravilloso
coloquio, San Benito, durante la oración, vio que el alma de Escolástica
volaba al cielo en forma de paloma, y a los 40 días él la siguió para
vivir eternamente “la alegría celestial”.
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
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