jueves, agosto 15, 2013

San Tarsicio de Roma, Mártir

San Tarsicio de Roma, Mártir
Agosto 15

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que por defender la santísima Eucaristía de Cristo, que una furiosa turba de gentiles intentaba profanar, prefirió ser inmolado, muriendo apedreado antes que entregar a los perros las cosas santas (c. 257).

Niño acólito y protomártir de la Eucaristía. No tiene actas martiriales como muchos de los que dieron su vida por Cristo en la persecución de Valeriano (257-260), pero se have mención de su muerte en las Actas del Papa San Esteban.

Tarsicio era un niño de unos 12 años, inscrito en Roma en la clerecía del título de San Calixto entre los acólitos (cfr. Allard, Histoire des Persécutions des premiers siécles, III, París 1907, 79). Su tierna edad le permitía circular libremente por la Vía Apia. El ministerio de los acólitos, además de servir en el altar, les concedía el poder llevar en los difíciles tiempos de las persecuciones la Sagrada Eucaristía a los enfermos, y sobre todo a los cristianos que por la confesión de la fe estaban encarcelados. Así consta en el Liber Pontificalis: «Reciben por medio de los acólitos el alimento que nosotros hemos consagrado» (Duchesne, t. 1,169,4).

No sabemos con precisión el año del martirio de Tarsicio, pero debió ser el 257 ó 258, días antes o después del martirio del Papa S. Sixto II y de S. Lorenzo. El hecho es rigurosamente histórico, aunque la leyenda lo haya revestido de diversas circunstancias: o bien que cayera en un piquete de soldados, encargados de vigilar los accesos a la cárcel, o bien, como suele decirse, que un grupo de niños a quienes faltaba uno para completar su juego le invitasen a quedarse con ellos..., el caso es que quisieron arrebatarle el sagrado tesoro del Cuerpo de Cristo que llevaba a los cristianos de la cárcel Mamertina, y él se defendió hasta la muerte.


Al momento acertó a pasar por allí Cuadrado, un fornido soldado que estaba en el período de catecumenado y conocía a Tarsicio, recogió al niño llevándolo a hombros hasta las Catacumbas de San Calixto, en la Vía Appia. Al llegar allí, Tarsicio era ya cadáver.

Desde entonces el frío mármol guarda aquellas sagradas reliquias, sobre las que escribió San Dámaso:

"Queriendo a San Tarsicio almas brutales, de Cristo el Sacramento arrebatar,
su tierna vida prefirió entregar,
antes que los misterios celestiales"

Sobre su tumba se pondría más tarde esta inscripción:
"Lector cualquiera que seas: sabe que el mérito de Esteban y Tarsicio es igual. A los dos, después de su triunfo, el Papa Dámaso dedica este elogio. Esteban fue sepultado bajo una tempestad de piedras, por los de su misma raza, a quienes exhortaba a ser mejores. El fiel Tarsicio, al servicio del altar, triunfa sobre sus enemigos arrebatando prontamente la palma del martirio. Tarsicio mientras llevaba el Sacramento de Cristo, fue sorprendido por un impío que intentó arrebatarle su tesoro y exponerlo a la burla de los profanos. Prefirió morir y exhalar su último aliento, antes que dejar caer la Carne Divina a los perros rabiosos".

Es el Patrón de los Monaguillos y de los Niños de Adoración Nocturna. Por algo se le conoce como el Mártir de la Eucaristía
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