domingo, febrero 16, 2025

Evangelio Febrero 16, 2025


Domingo 6 (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 6,17.20-26): En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y se detuvo con sus discípulos en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Y Él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas. 


»Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas».


«Alegraos ese día y saltad de gozo»

Rev. D. Enric RIBAS i Baciana - (Barcelona, España)


Hoy volvemos a vivir las bienaventuranzas y las “malaventuranzas”: «Bienaventurados vosotros...», si ahora sufrís en mi nombre; «Ay de vosotros...», si ahora reís. La fidelidad a Cristo y a su Evangelio hace que seamos rechazados, escarnecidos en los medios de comunicación, odiados, como Cristo fue odiado y colgado en la cruz. Hay quien piensa que eso es debido a la falta de fe de algunos, pero quizá —bien mirado— es debido a la falta de razón. El mundo no quiere pensar ni ser libre; vive inmerso en el anhelo de la riqueza, del consumo, del adoctrinamiento libertario que se llena de palabras vanas, vacías donde se oscurece el valor de la persona y se burla de la enseñanza de Cristo y de la Iglesia, ya que —hoy por hoy— es el único pensamiento que ciertamente va contra corriente. A pesar de todo, el Señor Jesús nos infunde coraje: «Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre (...). Vuestra recompensa será grande en el cielo» (Lc 6, 22.23).

San Juan Pablo II, en la encíclica Fides et Ratio, dijo: «La fe mueve a la razón a salir de su aislamiento y a apostar, de buen grado, por aquello que es bello, bueno y verdadero». La experiencia cristiana en sus santos nos muestra la verdad del Evangelio y de estas palabras del Santo Padre. Ante un mundo que se complace en el vicio y en el egoísmo como fuente de felicidad, Jesús muestra otro camino: la felicidad del Reino del Dios, que el mundo no puede entender, y que odia y rechaza. El cristiano, en medio de las tentaciones que le ofrece la “vida fácil”, sabe que el camino es el del amor que Cristo nos ha mostrado en la cruz, el camino de la fidelidad al Padre. Sabemos que en medio de las dificultades no podemos desanimarnos. Si buscamos de verdad al Señor, alegrémonos y saltemos de gozo (cf. Lc 6,23).


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La Misericordia quiere que seas misericordioso, la Justicia desea que seas justo, pues el Creador quiere verse reflejado en su criatura, y Dios quiere ver reproducida su imagen en el espejo del corazón humano» (San León Magno)
  • «El Sermón de la montaña está dirigido a todo el mundo, en el presente y en el futuro, y sólo se puede entender y vivir siguiendo a Jesús, caminando con Él» (Benedicto XVI)
  • «La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas: nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.723)
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  • Fuente: https://evangeli.net/evangelio 

San José Allamano, Sacerdote Fundador

San José Allamano, Sacerdote Fundador

Ferrero 16

Nació el 21 de enero del año 1851 en Castelnuovo d’Asti, siendo el cuarto de cinco hermanos. Quedó huérfano de padre cuando aún no tenía tres años de edad, pero la influencia de su madre, que era hermana de San José Cafasso, fue decisiva en la educación del niño, haciendo de él una copia de su tío, por lo que fue llamado un “𝐫𝐞𝐝𝐢𝐯𝐢𝐯𝐨 𝐂𝐚𝐟𝐚𝐬𝐬𝐨”.

En el otoño del año 1862 ingresó en el oratorio salesiano de Valdocco, donde tuvo como padre espiritual a San Juan Bosco, que junto con San José Cafasso, también habían nacido en Castelnuovo d’Asti y allí estuvo durante cuatro años realizando sus estudios secundarios.                                                                                                       


Sintiéndose llamado a ser sacerdote diocesano, cuando dejó Valdocco entró en el seminario de Turín. Parece que esto no le gustó mucho a San Juan Bosco, que pensaba que nuestro beato fuera salesiano, porque le reprochó que se fuera sin despedirse de él, a lo que José le respondió, que no se atrevía y que no quería disgustarlo.


Pero al entrar en el seminario se encontró con la oposición de sus hermanos que hubieran preferido que fuera a la escuela pública secundaria antes de entrar en el mismo, a lo que él, que tenía las ideas muy claras, les contestó que “𝐬𝐚𝐛𝐢́𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐥𝐨 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐢́𝐚 𝐬𝐢 𝐥𝐨 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐫𝐢́𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐦𝐚́𝐬 𝐭𝐚𝐫𝐝𝐞”.                                                                                                    


En el seminario fue muy buen estudiante aunque de naturaleza muy débil, destacando tanto entre sus compañeros que uno de ellos, futuro obispo de Mondovi, llegó a decir de él que: ”𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐥𝐞𝐭𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐚𝐩𝐞𝐥𝐥𝐢𝐝𝐨, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐝𝐢𝐨𝐬 𝐲 𝐯𝐢𝐫𝐭𝐮𝐝𝐞𝐬, 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐬𝐞𝐝𝐮𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐚𝐥𝐦𝐚 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐝𝐮𝐥𝐳𝐮𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧”.


Se ordenó de sacerdote el 20 de septiembre del año 1873, siendo su primer destino el quedarse como profesor y director espiritual en el mismo seminario, cosa que en cierto modo le contrarió pues él mismo le dijo al obispo que hubiera preferido ser párroco de algún pueblecito, a lo que el obispo le replicó diciendo que si quería ser párroco, le confiaba la parroquia más importante de la diócesis, que era el seminario. Fue un excelente formador de futuros sacerdotes, pero aunque su destino era formar a los demás, él quería también seguir formándose a sí mismo, por lo que se licenció en teología, llegando a ser decano de las facultades de derecho canónico y civil.



En octubre del año 1880, cuando tenía veintinueve años de edad, fue nombrado rector del Santuario de la Consolata de Turín y desde entonces, su actividad apostólica siempre estuvo vinculada a este Santuario. Como rector del santuario llamó a un sacerdote del cual había sido director espiritual, el Padre Jacobo Camisassa, para que fuera colaborador suyo y lo fue de manera absolutamente ejemplar durante toda su vida, compartiendo no solo amistad sino colaboración apostólica hasta la muerte del Padre Camisassa. Trabajaron codo con codo durante cuarenta y dos años.


Entre ambos, transformaron el santuario del que cuando se hicieron cargo, a nivel estructural estaba en un estado ruinoso y a nivel espiritual no tenía prácticamente vida alguna. El santuario terminaría convirtiéndose en un centro de espiritualidad mariana y de renovación cristiana en toda la región de Turín.


Nuestro santo, además de ser el rector del Santuario de la Consolata en Turín, lo era también de una casa de ejercicios espirituales, dependiente del Santuario, dedicada a San Ignacio en las montañas del Lanzo Torinese y en ella se dedicó también a la formación religiosa y espiritual tanto de sacerdotes como de seglares. En una de las fotos que acompaña a este artículo lo mostramos, junto al Padre Jacobo Camisassa y un grupo de hombres que acababan de hacer los ejercicios espirituales.


Pero su trabajo apostólico fue muchísimo más amplio, extendiéndose a toda la archidiócesis de Turín, donde se hizo cargo de distintas responsabilidades: superior religioso de las monjas Visitandinas y de las Hermanas de San José, canónigo de la catedral, miembro de diversas comisiones diocesanas, apoyo del periodismo católico… y, especialmente, la asistencia espiritual y material a sacerdotes, seminaristas y refugiados que habían sido militarizados durante la Primera Guerra Mundial.


Y, como para él, la Iglesia no era verdaderamente católica si no era una iglesia misionera, fundó un Instituto Misionero para sacerdotes y hermanos laicos y así, el 29 de enero del año 1901 nació el 𝐈𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐭𝐨 𝐌𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐂𝐨𝐧𝐬𝐨𝐥𝐚𝐭𝐚, llegando a decir: “𝐲𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐦𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐫𝐨, 𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐥𝐞 𝐢𝐦𝐩𝐢𝐝𝐚 𝐚 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐫 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨 𝐲 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐱𝐩𝐞𝐫𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐚𝐝𝐪𝐮𝐢𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐥𝐞𝐫𝐨, 𝐝𝐞𝐛𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐜𝐞𝐬 𝐦𝐞 𝐟𝐮𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐞𝐧𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐯𝐨𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬”. En su diócesis, el fundó un Instituto misionero femenino.


Y así, el 8 de mayo del año 1902 partieron hacia Kenia los primeros cuatro misioneros. Puso tanto empeño en este nuevo ministerio, que pronto marcharían más misioneros y misioneras a Kenia, Tanzania, Etiopía, Somalia y Mozambique. Actualmente, los misioneros y misioneras de la Consolata están en veinticuatro países africanos, latinoamericanos y asiáticos.


Cansado y agotado por tantísimo trabajo, José Allamano murió con setenta y cinco años de edad, en el Santuario de la Consolata de Turín, el 16 de febrero del año 1926. Él, que había conseguido introducir la Causa de beatificación de su tío, San José Cafasso, fue beatificado por el Papa San Juan Pablo II el día 7 de octubre del año 1990. Finalmente, el Papa Francisco lo canonizó el día 20 de octubre del año 2024 y sus sagrados restos descansan en la iglesia de la Casa Madre en Turín.

sábado, febrero 15, 2025

Evangelio Febrero 15, 2025


Sábado 5 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 8,1-10): En aquel tiempo, habiendo de nuevo mucha gente con Jesús y no teniendo qué comer, Él llama a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos». Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?». Él les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos le respondieron: «Siete».


Entonces Él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.


«No tienen qué comer»

Rev. D. Carles ELÍAS i Cao -(Barcelona, España)

Hoy, tiempo de inclemencia y desasosiego, también Jesús nos llama para decirnos que siente «compasión de esta gente» (Mc 8,2). Hoy, con la paz en crisis, puede abundar el miedo, la apatía, el recurso a la banalidad y a la evasión: «No tienen qué comer».

¿A quién llama el Señor? Dice el texto: «A sus discípulos» (Mc 8,1), es decir, me llama a mí, para no despedirlos en ayunas, para darles algo. Jesús se ha compadecido —esta vez en tierra de paganos— porque también tienen hambre.

¡Ah!, y nosotros —refugiados en nuestro pequeño mundo— decimos que nada podemos hacer. «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?» (Mc 8,4). ¿De dónde sacaremos una palabra de esperanza cierta y firme, sabiendo que el Señor estará con nosotros cada día hasta el fin de los tiempos? ¿Cómo decir a los creyentes y a los incrédulos que la violencia y la muerte no son solución?

Hoy, el Señor nos pregunta, simplemente, cuántos panes tenemos. Los que sean, ésos necesita. El texto dice «siete», símbolo para paganos, como doce era símbolo para el pueblo judío. El Señor quiere llegar a todos —por eso la Iglesia se quiere reconocer a sí misma desde su catolicidad— y pide tu ayuda. Dale tu oración: ¡es un pan! Dale tu Eucaristía vivida: ¡es otro pan! Dale tu decisión por la reconciliación con los tuyos, con los que te han ofendido: ¡es otro pan! Dale tu reconciliación sacramental con la Iglesia: ¡es otro pan! Dale tu pequeño sacrificio, tu ayuno, tu solidaridad: ¡es otro pan! Dale tu amor a su Palabra, que te da consuelo y fuerza: ¡es otro pan! Dale, en fin, lo que Él te pida, aunque creas que sólo es un poco de pan.

Como nos dice san Gregorio de Nisa, «el que parte su pan con los pobres se constituye en parte de aquél que, por nosotros, quiso ser pobre. Pobre fue el Señor, no temas la pobreza».


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «“Partir el pan” para el Señor significa la manifestación del misterio de la Eucaristía. Su acción de gracias significa el gozo que le causa la salvación del género humano. La entrega del pan a sus discípulos para que lo repartan significa que ha transmitido a los Apóstoles el encargo de distribuir a su Iglesia el sustento de vida» (San Beda el Venerable)
  • «Este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre» (Francisco)
  • «Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (…). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección, y con esta expresión los primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas (...)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.329)
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  • Fuente: https://evangeli.net/evangelio 

Beato Antonio Marini, Mercedario

Beato Antonio Marini, Mercedario

Febrero 15

Doctor en Sagrada Teología y en el mismo lector de la facultad en la Universidad de París, Beato Antonio Marini era muy famoso en la doctrina y santidad. En el monasterio de Santa Eulalia en Montpellier (Francia), lleno de méritos murió en la paz del Señor.

viernes, febrero 14, 2025

Evangelio Febrero 14, 2025


Viernes 5 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 7,31-37): En aquel tiempo, Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: "¡Ábrete!". 


Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


«Todo lo ha hecho bien»

Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach, - (Girona, España)


Hoy, el Evangelio nos presenta un milagro de Jesús: hizo volver la escucha y destrabó la lengua a un sordo. La gente se quedó admirada y decía: «Todo lo ha hecho bien» (Mc 7,37).

Ésta es la biografía de Jesús hecha por sus contemporáneos. Una biografía corta y completa. ¿Quién es Jesús? Es aquel que todo lo ha hecho bien. En el doble sentido de la palabra: en el qué y en el cómo, en la sustancia y en la manera. Es aquel que sólo ha hecho obras buenas, y el que ha realizado bien las obras buenas, de una manera perfecta, acabada. Jesús es una persona que todo lo hace bien, porque sólo hace acciones buenas, y aquello que hace, lo deja acabado. No entrega nada a medias; y no espera a acabarlo después.

Procura también tú dejar las cosas totalmente listas ahora: la oración; el trato con los familiares y las otras personas; el trabajo; el apostolado; la diligencia para formarte espiritual y profesionalmente; etc. Sé exigente contigo mismo, y sé también exigente, suavemente, con quienes dependen de ti. No toleres chapuzas. No gustan a Dios y molestan al prójimo. No tomes esta actitud simplemente para quedar bien, ni porque este procedimiento es el que más rinde, incluso humanamente; sino porque a Dios no le agradan las obras malas ni las obras “buenas” mal hechas. La Sagrada Escritura afirma: «Las obras de Dios son perfectas» (Dt 32,4). Y el Señor, a través de Moisés, manifiesta al Pueblo de Israel: «No ofrezcáis nada defectuoso, pues no os sería aceptado» (Lev 22,20). Pide la ayuda maternal de la Virgen María. Ella, como Jesús, también lo hizo todo bien.

San Josemaría nos ofrece el secreto para conseguirlo: «Haz lo que debas y está en lo que haces». ¿Es ésta tu manera de actuar?


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo» (San Agustín)
  • «Existe una cerrazón interior, que concierne al núcleo profundo de la persona, al que la Biblia llama el “corazón”. Esto es lo que Jesús vino a “abrir”, a liberar, para hacernos capaces de vivir en plenitud la relación con Dios y con los demás» (Benedicto XVI)
  • «(…) En su predicación, el Señor Jesús se sirve con frecuencia de los signos de la Creación para dar a conocer los misterios del Reino de Dios. Realiza sus curaciones o subraya su predicación por medio de signos materiales o gestos simbólicos. Da un sentido nuevo a los hechos y a los signos de la Antigua Alianza, sobre todo al Éxodo y a la Pascua, porque Él mismo es el sentido de todos esos signos» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.151)
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  • Fuente: https://evangeli.net/evangelio 

jueves, febrero 13, 2025

Evangelio Febrero 13, 2025


Jueves 5 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 7,24-30): En aquel tiempo, Jesús partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, sino que, en seguida, habiendo oído hablar de Él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio. Él le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños». Él, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija». Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.


«Vino y se postró a sus pies (...) le rogaba que expulsara de su hija al demonio»

Rev. D. Enric CASES i Martín - (Barcelona, España)ç


Hoy se nos muestra la fe de una mujer que no pertenecía al pueblo elegido, pero que tenía la confianza en que Jesús podía curar a su hija. En efecto, aquella madre «era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio» (Mc 7,26). El dolor y el amor le llevan a pedir con insistencia, sin tener en cuenta ni desprecios, ni retrasos, ni indignidad. Y consigue lo que pide, pues «volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido» (Mc 7,30).

San Agustín decía que muchos no consiguen lo que piden pues son «aut mali, aut male, aut mala». O son malos y lo primero que tendrían que pedir es ser buenos; o piden malamente, sin insistencia, en lugar de hacerlo con paciencia, con humildad, con fe y por amor; o piden malas cosas que si se recibiesen harían daño al alma o al cuerpo o a los demás. Hay que esforzarse, pues, por pedir bien. La mujer sirofenicia es buena madre, pide bien («vino y se postró a sus pies») y pide algo bueno («que expulsara de su hija al demonio»).

El Señor nos mueve a usar perseverantemente la oración de petición. Ciertamente, existen otros tipos de plegaria —la adoración, la expiación, la oración de agradecimiento—, pero Jesús insiste en que nosotros frecuentemos mucho la oración de petición. 

¿Por qué? Muchos podrían ser los motivos: porque necesitamos la ayuda de Dios para alcanzar nuestro fin; porque expresa esperanza y amor; porque es un clamor de fe. Pero existe uno que quizá sea poco tenido en cuenta: Dios quiere que las cosas sean un poco como nosotros queremos. De este modo, nuestra petición —que es un acto libre— unida a la libertad omnipotente de Dios, hace que el mundo sea como Dios quiere y algo como nosotros queremos. ¡Es maravilloso el poder de la oración!


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad» (San Agustín)
  • «Jesús alaba a la mujer siro-fenicia que insistentemente le pide la curación de su hija. Insistencia que es ciertamente muy agotadora, pero esto es una actitud de la oración. Santa Teresa habla de la oración como una negociación con el Señor» (Francisco)
  • «Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: ‘Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido’ (Mc 11,24). Tal es la fuerza de la oración, ‘todo es posible para quien cree’ (Mc 9,23), con una fe ‘que no duda’ (Mt 21,22) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.610)
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  • Fuente: https://evangeli.net/evangelio 

miércoles, febrero 12, 2025

Evangelio Febrero 12, 2025


Miércoles 5 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 7,14-23): En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga». 


Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Así que también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» —así declaraba puros todos los alimentos—. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».


«Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle»

Rev. D. Norbert ESTARRIOL i Seseras - (Lleida, España)


Hoy Jesús nos enseña que todo lo que Dios ha hecho es bueno. Es, más bien, nuestra intención no recta la que puede contaminar lo que hacemos. Por eso, Jesucristo dice: «Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre» (Mc 7,15). La experiencia de la ofensa a Dios es una realidad. Y con facilidad el cristiano descubre esa huella profunda del mal y ve un mundo esclavizado por el pecado. La misión que Jesús nos encarga es limpiar —con ayuda de su gracia— todas las contaminaciones que las malas intenciones de los hombres han introducido en este mundo.

El Señor nos pide que toda nuestra actividad humana esté bien realizada: espera que en ella pongamos intensidad, orden, ciencia, competencia, afán de perfección, no buscando otra mira sino restaurar el plan creador de Dios, que todo lo hizo bueno para provecho del hombre: «Pureza de intención. —La tendrás, si, siempre y en todo, sólo buscas agradar a Dios» (San Josemaría).

Sólo nuestra voluntad puede estropear el plan divino y hace falta vigilar para que no sea así. Muchas veces se meten la vanidad, el amor propio, los desánimos por falta de fe, la impaciencia por no conseguir los resultados esperados, etc. Por eso, nos advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige».

Convendrá, por tanto, estar atentos en el ofrecimiento de obras, mantener la presencia de Dios y considerar frecuentemente la filiación divina, de manera que todo nuestro día —con oración y trabajo— tome su fuerza y empiece en el Señor, y que todo lo que hemos comenzado por Él llegue a su fin.

Podemos hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos humanos es corredentor cuando está unido a los actos de Cristo.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige» (San Gregorio Magno)
  • «En el corazón humano es donde se desarrolla la más íntima y, en cierto sentido, la más esencial trama de la historia» (San Juan Pablo II)
  • «El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (…). Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación [con Él]: es el lugar de la Alianza» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.563)
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  • Fuente: https://evangeli.net/evangelio 

martes, febrero 11, 2025

Santa Elisa o Eloisa de Chartres, Viuda Reclusa

Santa Elisa o Eloisa de Chartres, Viuda Reclusa

Febrero 11


Elisa o Eloisa, lat. Helvisa, nació en los primeros años del siglo XI, en Francia, probablemente cerca de Chartres. La recién nacida quiso Dios que llegara al mundo en el seno de una familia noble de Francia, religiosa, temerosa de Dios y muy devota. Al poco tiempo de su nacimiento la pequeña recibió el Sagrado Sacramento del Bautismo, imponiéndose el nombre de Elisa.


Así pues Elisa era descendiente de una familia de la aristocracia local en Chartres, pues ahí se desarrolló toda su vida, alrededor del año 1000 d.C. Desde su más tierna infancia Elisa recibió en el seno familiar una exquisita formación cultural y religiosa, al mismo tiempo que se fue impregnando de la enorme espiritualidad reinante en el seno familiar.


Pronto Elisa demostró ser una niña muy espabilada y estudiosa, amante de los temas religiosos, quizás motivada por la influencia religiosa recibida de sus padres. Los años fueron pasando y Elisa mostró desde muy joven su predisposición a vivir su existencia bajo la bandera de los principios cristianos, que con tanto fervor le habían enseñado sus padres.


Como era costumbre en la época, aunque Elisa era aún demasiado joven, su padre le concertó un matrimonio. Así pues siendo aún una niña se convirtió en la esposa del Conde de Ugo de Mentan, conocido por todos como Testa d’Orsa. Pero sin embargo quiso el destino que el esposo de Elisa muriese al poco tiempo, cuando ella aún era muy joven.


Así pues, Elisa tuvo la mala fortuna de enviudar al poco tiempo de haber contraído tan feliz matrimonio. La situación actual como viuda, en la cual se quedó Elisa, fue el inicio de una larga serie de cargas que tuvo que soportar. Pues desde el mismo instante de enviudar a Elisa, le nació la idea de desprenderse de todos sus bienes y dedicarse al servicio de Dios y el prójimo.


Pero quiso la providencia que Elisa, contrajera un uno matrimonio, con tan mala suerte que nuevamente vuelve a quedarse viuda al poco tiempo. Ante la nueva situación Elisa toma esta muerte como una señal divina y toma la decisión de retirarse como religiosa, pues con ello cumplimentaba las enseñanzas religiosas de las que se había nutrido desde su niñez, animada por una sincera devoción y ayuda por los demás.


Ante tales profundos sentimientos, Elisa decidió finalmente destinó todas sus posesiones y todas las herencias que les dejaron sus maridos, a una abadía benedictina de Notre Dame en Coulombs, la cual formaba parte de la diócesis de Chartres. Según atestiguan las escrituras de donación redactadas en el año 1033, Elisa cedió dos iglesias al abad Berengario, las de Lainville y Montreuil-sur-Epte, donando también a la abadía una parte de las tierras unidas a ellos.


Por lo tanto también el derecho a recibir las rentas vitalicias que de él se derivan, ya que el deseo de Elisa era alejarse de la vida mundana: para llevar dedicarse por entero a la vida religiosa. Por ello, Elisa ingresó en la citada abadía de Notre Dame de Cudombs y luego construyeran una celda a un costado de la Iglesia, donde posteriormente Elisa vivió recluida en santidad hasta su muerte


A la citada abadía Elisa les hizo otras donaciones, entregándole la iglesia de Anthieux con todas las tierras anexas, sin vacilar ni siquiera ante los posibles herederos de las propiedades, los hijos de su hermano. Después de haber dedicado parte de su vida al servicio de Dios y el prójimo, Elisa muerte en la Paz del Señor. Su alma se elevó al Paraíso Celestial, a la presencia del Sumo Hacedor, el día 11 de febrero del año ca. 1060, en Chartres, Francia.

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Después de la muerte, uno de los sobrinos reclamará sus derechos sobre las tierras donadas a la abadía, y tratará de hacerlos valer por la fuerza, mediante su ocupación. Los restos de Santa Elisa o Eloisa, se encuentran en la actualidad en la catedral de Chartres, donde todavía son venerados. Santa Elisa, nos enseña el valor del desprendimiento como fuente de liberación.