Día litúrgico: 6 de Agosto: La Transfiguración del Señor (A)
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».
«Este es mi Hijo amado»
+ Rev. D.
Joan
SERRA i Fontanet - (Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio nos habla de la
Transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor. Jesús, después de la
confesión de Pedro, empezó a mostrar la necesidad de que el Hijo del
hombre fuera condenado a muerte, y anunció también su resurrección al
tercer día. En este contexto debemos situar el episodio de la
Transfiguración de Jesús. Atanasio el Sinaíta escribe que «Él se había
revestido con nuestra miserable túnica de piel, hoy se ha puesto el
vestido divino, y la luz le ha envuelto como un manto». El mensaje que
Jesús transfigurado nos trae son las palabras del Padre: «Éste es mi
Hijo amado; escuchadle» (Mc 9,7). Escuchar significa hacer su voluntad,
contemplar su persona, imitarlo, poner en práctica sus consejos, tomar
nuestra cruz y seguirlo.
Con el fin de evitar equívocos y malas interpretaciones, Jesús «les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos» (Mc 9,9). Los tres apóstoles contemplan a Jesús transfigurado, signo de su divinidad, pero el Salvador no quiere que lo difundan hasta después de su resurrección, entonces se podrá comprender el alcance de este episodio. Cristo nos habla en el Evangelio y en nuestra oración; podemos repetir entonces las palabras de Pedro: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí!» (Mc 9,5), sobre todo después de ir a comulgar.
El prefacio de la misa de hoy nos ofrece un bello resumen de la Transfiguración de Jesús. Dice así: «Porque Cristo, Señor, habiendo anunciado su muerte a los discípulos, reveló su gloria en la montaña sagrada y, teniendo también la Ley y los profetas como testigos, les hizo comprender que la pasión es necesaria para llegar a la gloria de la resurrección». Una lección que los cristianos no debemos olvidar nunca.
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Fuente: evangeli.net
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