Oh Dios, cuya Misericordia
es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límites,
míranos con Tu favor y aumenta Tu Misericordia dentro
de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos,
sino que siempre, con gran confianza, nos conformemos con Tu
Santa Voluntad, la cual es idéntica con Tu Misericordia,
por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien
con Vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia hacia
nosotros por siempre.
Amén.
Salmo 23
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
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