Parábola de los viñadores homicidas
Jesús prosigue su enseñanza. La tensión aumenta, aunque la atención a sus
palabras es grande y utiliza de nuevo el ejemplo de la viña; pero ahora los
tintes van a ser más dramáticos. "Cierto hombre que era propietario plantó una
viña, la rodeó de una cerca y cavó en ella un lagar, edificó una torre, la
arrendó a unos labradores y se marchó de allí. Cuando se acercó el tiempo de los
frutos, envió a sus criados a los labradores para percibir sus frutos. Pero los
labradores, agarrando a los criados, a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a
otro lo lapidaron. De nuevo envió a otros criados en mayor número que los
primeros, pero hicieron con ellos lo mismo. Por último les envió a su hijo,
diciéndose: A mi hijo lo respetarán. Pero los labradores, al ver al hijo,
dijeron entre sí: Este es el heredero. Vamos, matémoslo y nos quedaremos con su
heredad. Y, agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga
el duelo de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: A esos
malvados les dará una mala muerte, y arrendará la viña a otros labradores que
les entreguen los frutos a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Acaso no habéis leído en
las Escrituras: ´La piedra que rechazaron los constructores, ésta ha llegado a
ser la piedra angular. Es el Señor quien ha hecho esto y es admirable a nuestros
ojos?
Por esto os digo que os será quitado el Reino de Dios y será dado a un
pueblo que rinda sus frutos. Y quien caiga sobre esta piedra quedará destrozado,
y sobre quien ella caiga, lo aplastará.
Al oír los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas,
comprendieron que se refería a ellos.
Y aunque querían prenderle, tuvieron miedo a la multitud, porque lo tenían
como profeta"(Mt).
Jesús, el enviado
Una vez más se ha proclamado el Hijo enviado por el Padre a su viña, que es
Israel. Pero su suerte va a ser la muerte. Jesús es la piedra rechazada por los
constructores y el que le rechace se estrellará y será destrozado. Las alusiones
son entendidas, pero no cambian los corazones enemistados, sino que crece el
enfrentamiento. "Los escribas y los príncipes de los sacerdotes intentaban
ponerle las manos encima en aquel mismo momento, pero tuvieron miedo al pueblo;
pues se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola"
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Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
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