Día litúrgico: Miércoles XVII del tiempo ordinario
»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».
«Vende todo lo que tiene y compra el campo»
Rev. D.
Enric
CASES i Martín - (Barcelona, España)
Hoy, Mateo pone ante nuestra
consideración dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. El anuncio del
Reino es esencial en la predicación de Jesús y en la esperanza del
pueblo elegido. Pero es notorio que la naturaleza de ese Reino no era
entendida por la mayoría. No la entendían los sanedritas que le
condenaron a muerte, no la entendían Pilatos, ni Herodes, pero tampoco
la entendieron en un principio los mismos discípulos. Sólo se encuentra
una comprensión como la que Jesús pide en el buen ladrón, clavado junto a
Él en la Cruz, cuando le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en
tu Reino» (Lc 23,42). Ambos habían sido acusados como malhechores y
estaban a punto de morir; pero, por un motivo que desconocemos, el buen
ladrón reconoce a Jesús como Rey de un Reino que vendrá después de
aquella terrible muerte. Sólo podía ser un Reino espiritual.
Jesús, en su primera predicación, habla del Reino como de un tesoro escondido cuyo hallazgo causa alegría y estimula a la compra del campo para poder gozar de él para siempre: «Por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44). Pero, al mismo tiempo, alcanzar el Reino requiere buscarlo con interés y esfuerzo, hasta el punto de vender todo lo que uno posee: «Al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra» (Mt 13,46). «¿A propósito de qué se dice buscad y quien busca, halla? Arriesgo la idea de que se trata de las perlas y la perla, perla que adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo» (Orígenes).
El Reino es paz, amor, justicia y libertad. Alcanzarlo es, a la vez, don de Dios y responsabilidad humana. Ante la grandeza del don divino constatamos la imperfección e inestabilidad de nuestros esfuerzos, que a veces quedan destruidos por el pecado, las guerras y la malicia que parecen insuperables. No obstante, debemos tener confianza, pues lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.
=
Fuente: evangeli.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario