«¡Feliz la que ha creído!»
Rev. D.
Àngel
CALDAS i Bosch - (Salt, Girona, España)
Hoy, el texto del Evangelio
corresponde al segundo misterio de gozo: la «Visitación de María a su
prima Isabel». ¡Es realmente un misterio! ¡Una silenciosa explosión de
un gozo profundo como nunca la historia nos había narrado! Es el gozo de
María, que acaba de ser madre, por obra y gracia del Espíritu Santo. La
palabra latina “gaudium” expresa un gozo profundo, íntimo, que no
estalla por fuera. A pesar de eso, las montañas de Judá se cubrieron de
gozo. María exultaba como una madre que acaba de saber que espera un
hijo. ¡Y qué Hijo! Un Hijo que peregrinaba, ya antes de nacer, por
senderos pedregosos que conducían hasta Ain Karen, arropado en el
corazón y en los brazos de María.
Gozo en el alma y en el rostro de Isabel, y en el niño que salta de alegría dentro de sus entrañas. Las palabras de la prima de María traspasarán los tiempos: «¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!» (cf. Lc 1,42). El rezo del Rosario, como fuente de gozo, es una de las nuevas perspectivas descubiertas por San Juan Pablo II en su Carta apostólica sobre El Rosario de la Virgen María.
La alegría es inseparable de la fe. «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lc 1,43). La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra.
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Fuente: evangeli.net
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