Día litúrgico: Martes VI del tiempo ordinario
Santoral 14 de Febrero: San Cirilio, monje, y san Metodio, obispo, Patronos de Europa
«Guardaos de la levadura de los fariseos»
Rev. P.
Juan Carlos
CLAVIJO Cifuentes - (Bogotá, Colombia)
Hoy —una vez más— vemos la
sagacidad del Señor Jesús. Su actuar es sorprendente, ya que se sale del
común de la gente, es original. Él viene de realizar unos milagros y se
está trasladando a otro sector en donde la Gracia de Dios también debe
llegar. En ese contexto de milagros, ante un nuevo grupo de personas que
lo espera, es cuando les advierte: «Abrid los ojos y guardaos de la
levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes» (Mc 8,15), pues
ellos —los fariseos y los de Herodes— no quieren que la Gracia de Dios
sea conocida, y más bien se la pasan cundiendo al mundo de mala
levadura, sembrando cizaña.
La fe no depende de las obras, pues «una fe que nosotros mismos podemos determinar, no es en absoluto una fe» (Benedicto XVI). Al contrario, son las obras las que dependen de la fe. Tener una verdadera y autentica fe implica una fe activa, dinámica; no una fe condicionada y que sólo se queda en lo externo, en las apariencias, que se va por las ramas… La nuestra debe ser una fe real. Hay que ver con los ojos de Dios y no con los del hombre pecador: «¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada?» (Mc 8,17).
El reino de Dios se expande en el mundo como cuando se coloca una medida de levadura en la masa; ella crece sin que se sepa cómo. Así debe ser la autentica fe, que crece en el amor de Dios. Por tanto, que nada ni nadie nos distraiga del verdadero encuentro con el Señor y su mensaje salvador. El Señor no pierde ocasión para enseñar y eso lo sigue haciendo hoy día: «Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy» (Benedicto XVI).
«¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?»
+ Rev. D.
Lluís
ROQUÉ i Roqué - (Manresa, Barcelona, España)
Hoy notamos que Jesús —como ya le
pasaba con los Apóstoles— no siempre es comprendido. A veces se hace
difícil. Por más que veamos prodigios, y que se digan las cosas claras, y
se nos comunique buena doctrina, merecemos su reprensión: «¿Aún no
comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada?» (Mc 8,17).
Nos gustaría decirle que le entendemos y que no tenemos el entendimiento ofuscado, pero no nos atrevemos. Sí que osamos, como el ciego, hacerle esta súplica: «Señor, que vea» (Lc 18,41), para tener fe, y para ver, y como el salmista dice: «Inclina mi corazón a tus dictámenes, y no a ganancia injusta» (Sal 119,36) para tener buena disposición, escuchar y acoger la Palabra de Dios y hacerla fructificar.
Será bueno también, hoy y siempre, hacer caso a Jesús que nos alerta: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos» (Mc 8,15), alejados de la verdad, “maniáticos cumplidores”, que no son adoradores en Espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23), y «de la levadura de Herodes», orgulloso, despótico, sensual, que sólo quiere ver y oír a Jesús para complacerse.
Y, ¿cómo preservarnos de esta “levadura”? Pues haciendo una lectura continua, inteligente y devota de la Palabra de Dios y, por eso mismo, “sabia”, fruto de ser «piadosos como niños: pero no ignorantes, porque cada uno ha de esforzarse, en la medida de sus posibilidades, en el estudio serio, científico de la fe (...). Piedad de niños, pues, y doctrina segura de teólogos» (San Josemaría).
Así, iluminados y fortalecidos por el Espíritu Santo, alertados y conducidos por los buenos Pastores, estimulados por los cristianos y cristianas fieles, creeremos lo que hemos de creer, haremos lo que hemos de hacer. Ahora bien, hay que “querer” ver: «Y el Verbo se hizo carne» (Jn 1,14), visible, palpable; hay que “querer” escuchar: María fue el “cebo” para que Jesús dijera: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28).
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Fuente: evangeli.net
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