Día litúrgico: Viernes V de Cuaresma
«¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?»
Rev. D.
Carles
ELÍAS i Cao - (Barcelona, España)
Hoy viernes, cuando sólo falta una
semana para conmemorar la muerte del Señor, el Evangelio nos presenta
los motivos de su condena. Jesús trata de mostrar la verdad, pero los
judíos lo tienen por blasfemo y reo de lapidación. Jesús habla de las
obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan, de cómo puede darse a
sí mismo el título de “Hijo de Dios”... Sin embargo, habla desde unas
categorías difíciles de entender para sus adversarios: “estar en la
verdad”, “escuchar su voz”...; les habla desde el seguimiento y el
compromiso con su persona que hacen que Jesús sea conocido y amado
—«Maestro, ¿dónde vives?», le preguntaron los discípulos al inicio de su
ministerio (Jn 1,38)—. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que
Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán
comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a
los sabios y entendidos.
Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, un nuevo rostro de Dios y será escupido, una nueva fraternidad y será abandonado.
De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). Jesús ha de huir al otro lado del Jordán y quienes de veras creen el Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.
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Fuente: evangeli.net
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