Día litúrgico: Sábado IV de Pascua
Santoral 13 de Mayo: La Virgen de Fátima
»Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
«Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí»
P.
Jacques
PHILIPPE - (Cordes sur Ciel, Francia)
Hoy, estamos invitados a reconocer
en Jesús al Padre que se nos revela. Felipe expresa una intuición muy
justa: «Muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14,8). Ver al Padre es
descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como generosidad,
como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué más necesitamos?
Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva el
profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y
permanecer allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que
podamos desear: la vida, la luz, el amor, la paz… San Ignacio de
Antioquía, que fue mártir al principio del siglo segundo, decía: «Hay en
mí un agua viva que murmura y dice dentro de mí: ‘¡Ven al Padre!’».
Jesús nos hace entrever la tan profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18).
Jesús nos hace entrever la tan profunda intimidad recíproca que existe entre Él y el Padre. «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18).
La fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y obedecerle día
tras día, nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo
misterio de Dios, y nos hace beneficiarios de todas las riquezas de su
benevolencia y misericordia. Esta fe permite al Padre llevar adelante, a
través de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El que
crea en mí, hará él también las obras que yo hago» (Jn 14,12).
«Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré»
Rev. D.
Iñaki
BALLBÉ i Turu - (Terrassa, Barcelona, España)
Hoy, cuarto Sábado de Pascua, la
Iglesia nos invita a considerar la importancia que tiene, para un
cristiano, conocer cada vez más a Cristo. ¿Con qué herramientas contamos
para hacerlo? Con diversas y, todas ellas, fundamentales: la lectura
atenta y meditada del Evangelio; nuestra respuesta personal en la
oración, esforzándonos para que sea un verdadero diálogo de amor, no un
mero monólogo introspectivo, y el afán renovado diariamente por
descubrir a Cristo en nuestro prójimo más inmediato: un familiar, un
amigo, un vecino que quizá necesita de nuestra atención, de nuestro
consejo, de nuestra amistad.
«Señor, muéstranos al Padre», pide Felipe (Jn 14,8). Una buena petición para que la repitamos durante todo este sábado. —Señor, muéstrame tu rostro. Y podemos preguntarnos: ¿cómo es mi comportamiento? Los otros, ¿pueden ver en mí el reflejo de Cristo? ¿En qué cosa pequeña podría luchar hoy? A los cristianos nos es necesario descubrir lo que hay de divino en nuestra tarea diaria, la huella de Dios en lo que nos rodea. En el trabajo, en nuestra vida de relación con los otros. Y también si estamos enfermos: la falta de salud es un buen momento para identificarnos con Cristo que sufre. Como dijo santa Teresa de Jesús, «si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada».
El Señor en el Evangelio nos asegura: «Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré» (Jn 14,13). —Dios es mi Padre, que vela por mí como un Padre amoroso: no quiere para mí nada malo. Todo lo que pasa —todo lo que me pasa— es en bien de mi santificación. Aunque, con los ojos humanos, no lo entendamos. Aunque no lo entendamos nunca. Aquello —lo que sea— Dios lo permite. Fiémonos de Él de la misma manera que se fió María.
«Señor, muéstranos al Padre», pide Felipe (Jn 14,8). Una buena petición para que la repitamos durante todo este sábado. —Señor, muéstrame tu rostro. Y podemos preguntarnos: ¿cómo es mi comportamiento? Los otros, ¿pueden ver en mí el reflejo de Cristo? ¿En qué cosa pequeña podría luchar hoy? A los cristianos nos es necesario descubrir lo que hay de divino en nuestra tarea diaria, la huella de Dios en lo que nos rodea. En el trabajo, en nuestra vida de relación con los otros. Y también si estamos enfermos: la falta de salud es un buen momento para identificarnos con Cristo que sufre. Como dijo santa Teresa de Jesús, «si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada».
El Señor en el Evangelio nos asegura: «Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré» (Jn 14,13). —Dios es mi Padre, que vela por mí como un Padre amoroso: no quiere para mí nada malo. Todo lo que pasa —todo lo que me pasa— es en bien de mi santificación. Aunque, con los ojos humanos, no lo entendamos. Aunque no lo entendamos nunca. Aquello —lo que sea— Dios lo permite. Fiémonos de Él de la misma manera que se fió María.
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Fuente: evangeli.net
Demos gracias a Dios y a la Virgen, hoy celebrando a la Virgen de Fátima, en los cien años de su aparición, por los cuidados y ayudas que nos brindan. Una oración por el Papa Francisco.-
ResponderBorrarAmen Señor Jesus
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