Día litúrgico: Domingo V (A) de Pascua
Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto».
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre».
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí»
Pbro.
Walter Hugo
PERELLÓ - (Rafaela, Argentina)
Hoy, la escena que contemplamos en
el Evangelio nos pone ante la intimidad que existe entre Jesucristo y el
Padre; pero no sólo eso, sino que también nos invita a descubrir la
relación entre Jesús y sus discípulos. «Y cuando haya ido y os haya
preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo
estéis también vosotros» (Jn 14,3): estas palabras de Jesús, no sólo
sitúan a los discípulos en una perspectiva de futuro, sino que los
invita a mantenerse fieles al seguimiento que habían emprendido. Para
compartir con el Señor la vida gloriosa, han de compartir también el
mismo camino que lleva a Jesucristo a las moradas del Padre.
«Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» (Jn 14,5). Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto» (Jn 14,6-7). Jesús no propone un camino simple, ciertamente; pero nos marca el sendero. Es más, Él mismo se hace Camino al Padre; Él mismo, con su resurrección, se hace Caminante para guiarnos; Él mismo, con el don del Espíritu Santo nos alienta y fortalece para no desfallecer en el peregrinar: «No se turbe vuestro corazón» (Jn 14,1).
En esta invitación que Jesús nos hace, la de ir al Padre por Él, con Él y en Él, se revela su deseo más íntimo y su más profunda misión: «El que por nosotros se hizo hombre, siendo el Hijo único, quiere hacernos hermanos suyos y, para ello, hace llegar hasta el Padre verdadero su propia humanidad, llevando en ella consigo a todos los de su misma raza» (San Gregorio de Nisa).
Un Camino para andar, una Verdad que proclamar, una Vida para compartir y disfrutar: Jesucristo.
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Fuente: evangeli.net
Demos gracias a Dios y a la Virgen todos los días, por los cuidados y ayudas que nos brindan.- Una oración por el Papa Francisco.-
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