Día litúrgico: Martes XIV del tiempo ordinario
Santoral 11 de Julio: San Benito de Nursia, abad, patrón de Europa
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».
«Rogad (...) al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies»
Rev. D.
Joan
SOLÀ i Triadú - (Girona, España)
Hoy, el Evangelio nos habla de la
curación de un endemoniado mudo que provoca diferentes reacciones en los
fariseos y en la multitud. Mientras que los fariseos, ante la evidencia
de un prodigio innegable, lo atribuyen a poderes diabólicos —«Por el
Príncipe de los demonios expulsa a los demonios» (Mt 9,34)—, la multitud
se maravilla: «Jamás se vio cosa igual en Israel» (Mt 9,33). San Juan
Crisóstomo, comentando este pasaje, dice: «Lo que en verdad molestaba a
los fariseos era que consideraran a Jesús como superior a todos, no sólo
a los que entonces existían, sino a todos los que habían existido
anteriormente».
A Jesús no le preocupaba la animadversión de los fariseos, Él continuaba fiel a su misión. Es más, Jesús, ante la evidencia de que los guías de Israel, en vez de cuidar y apacentar el rebaño, lo que hacían era descarriarlo, se apiadó de aquellas multitudes cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor. Que las multitudes desean y agradecen una buena guía quedó comprobado en las visitas pastorales del Papa Juan Pablo II a tantos países del mundo. ¡Cuántas multitudes reunidas a su alrededor! ¡Cómo escuchaban su palabra, sobre todo los jóvenes! Y eso que el Papa no rebajaba el Evangelio, sino que lo predicaba con todas sus exigencias.
Todos nosotros, «si fuéramos consecuentes con nuestra fe, —dice san Josemaría Escrivá— al mirar a nuestro alrededor y contemplar el espectáculo de la historia y del mundo, no podríamos menos de sentir que se elevan en nuestro corazón los mismos sentimientos que animaron al de Jesucristo», lo cual nos conduciría a una generosa tarea apostólica. Pero es evidente la desproporción que existe entre las multitudes que esperan la predicación de la Buena Nueva del Reino y la escasez de obreros. La solución nos la da Jesús al final del Evangelio: rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a sus campos (cf. Mt 9,38).
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Fuente: evangeli.net
#HonorYGloriaATiSeñorJesús..! :)
ResponderBorrarGracias Diarias a Dios y a la Virgen por los cuidados y ayudas que nos brindan.- Una oración por el Papa Francisco.-
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