Día litúrgico: Sábado XXV del tiempo ordinario
Santoral 30 de Septiembre: San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres»
Rev. D.
Antoni
CAROL i Hostench - (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy, más de dos mil años después,
el anuncio de la pasión de Jesús continúa provocándonos. Que el Autor de
la Vida anuncie su entrega a manos de aquéllos por quienes ha venido a
darlo todo es una clara provocación. Se podría decir que no era
necesario, que fue una exageración. Olvidamos, una y otra vez, el peso
que abruma el corazón de Cristo, nuestro pecado, el más radical de los
males, la causa y el efecto de ponernos en el lugar de Dios. Más aún, de
no dejarnos amar por Dios, y de empeñarnos en permanecer dentro de
nuestras cortas categorías y de la inmediatez de la vida presente. Se
nos hace tan necesario reconocer que somos pecadores como necesario es
admitir que Dios nos ama en su Hijo Jesucristo. Al fin y al cabo, somos
como los discípulos, «ellos no entendían lo que les decía; les estaba
velado de modo que no lo comprendían y temían preguntarle acerca de este
asunto» (Lc 9,45).
Por decirlo con una imagen: podremos encontrar en el Cielo todos los vicios y pecados, menos la soberbia, puesto que el soberbio no reconoce nunca su pecado y no se deja perdonar por un Dios que ama hasta el punto de morir por nosotros. Y en el infierno podremos encontrar todas las virtudes, menos la humildad, pues el humilde se conoce tal como es y sabe muy bien que sin la gracia de Dios no puede dejar de ofenderlo, así como tampoco puede corresponder a su Bondad.
Una de las claves de la sabiduría cristiana es el reconocimiento de la grandeza y de la inmensidad del Amor de Dios, al mismo tiempo que admitimos nuestra pequeñez y la vileza de nuestro pecado. ¡Somos tan tardos en entenderlo! El día que descubramos que tenemos el Amor de Dios tan al alcance, aquel día diremos como san Agustín, con lágrimas de Amor: «¡Tarde te amé, Dios mío!». Aquel día puede ser hoy. Puede ser hoy. Puede ser.
Por decirlo con una imagen: podremos encontrar en el Cielo todos los vicios y pecados, menos la soberbia, puesto que el soberbio no reconoce nunca su pecado y no se deja perdonar por un Dios que ama hasta el punto de morir por nosotros. Y en el infierno podremos encontrar todas las virtudes, menos la humildad, pues el humilde se conoce tal como es y sabe muy bien que sin la gracia de Dios no puede dejar de ofenderlo, así como tampoco puede corresponder a su Bondad.
Una de las claves de la sabiduría cristiana es el reconocimiento de la grandeza y de la inmensidad del Amor de Dios, al mismo tiempo que admitimos nuestra pequeñez y la vileza de nuestro pecado. ¡Somos tan tardos en entenderlo! El día que descubramos que tenemos el Amor de Dios tan al alcance, aquel día diremos como san Agustín, con lágrimas de Amor: «¡Tarde te amé, Dios mío!». Aquel día puede ser hoy. Puede ser hoy. Puede ser.
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Fuente: evangeli.net
Diariamente damos gracias a Dios y a la Virgen por los cuidados y ayudas que nos brindan.-Una oración por el Papa Francisco.-
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