Beatos Luis Bertrán,
Mancio de la Santa Cruz y Pedro de Santa María, Mártires
Julio 29
†: 1627 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En Omura, en Japón, beatos mártires Luis Bertrán, presbítero, y Mancio de la Santa Cruz y Pedro de Santa María, religiosos, todos ellos de la Orden de Predicadores, que por su fe en Cristo fueron quemados vivos.
Luis (Exarc) Beltrán nació en Barcelona, pariente por
parte de madre de San Luis Beltrán, y por ello dejó su apellido paterno y se
apellidaba solamente Beltrán. Parece que nació el año 1593 pero el dato no es
seguro. Con unos quince años entra en la Orden de Predicadores en el convento de
Santa Catalina de su ciudad natal y have la profesión religiosa. Pese a su
delicada salud, era un religioso muy austero y penitente y tenía el aprecio de
sus superiores que lo enviaron al estudio dominico de Orihuela. Ya ordenado
sacerdote es invitado, en 1618, por el obispo Diego Aduarte a ofrecerse para las
misiones de Filipinas, y así lo have, siendo aceptada su oferta. Viaja a pie
hasta Sevilla, en cuyo convento de San Pablo se hospeda, y en su puerto se
embarca para Filipinas. Aquí se le manda aprender tagalo para hacer apostolado
entre los nativos, y visto su buen trabajo se le pide que aprenda chino para el
trabajo evangeüzador con los muchos chinos que había en Filipinas, y así lo
have. En 1623 se plantea la necesidad de enviar misioneros a Japón a sustituir a
los que habían muerto por martirio o fatigas. Se ofrece Luis y con otros tres
compañeros, vestido como caballero español, viaja a Japón y desembarca sin
ningún problema. Se dedica primero a aprender el idioma, y es recibido como un
ángel por los perseguidos cristianos que enseguida le toman un singular aprecio.
Trabajó mucho y bien, sostuvo a los cristianos en la fe y logró atraer a otros
muchos a ella. Para su propia salvaguarda, vivía en una cabaña entre las cabañas
de los leprosos. Iba de un pueblo a otro con gran energía espiritual, pero con
sumo sacrificio y trabajo, dispuesto siempre a desgastarse por las almas. Llegó
a visitar a cristianos que hacía veinte años no habían recibido los sacramentos.
Por fin se produjo su detención el 28 de julio de 1626, fue en una casa de
leprosos y a causa de la delación de un apóstata. Fue llevado a la horrible
cárcel de Omura. Estuvo en esta cárcel todo un año con los que le habían
hospedado, padeciendo privaciones y crueldades, pero teniendo el consuelo de
poder celebrar la eucaristía y dar el hábito religioso a sus compañeros de
cárcel.
Mancio De La Cruz era un cristiano japonés, fervoroso
catequista, que había adoptado el apelativo «de la Cruz» cuando encontró en el
tronco de un madero dos cruces admirablemente grabadas, y que a él le pareció
que le anunciaban el martirio. Estaba con el P. Luis Beltrán cuando fue hecho
preso y al llegar con él a la cárcel le pidió el santo hábito, haciendo el
noviciado en la prisión y profesando como hermano lego.
Pedro De Santa María era cristiano desde pequeño y había
demostrado desde su infancia una gran inclinación a la piedad. Era catequista y
ejercía su oficio con gran celo, acompañando y guiando con gran prudencia a los
misioneros en los viajes. El P. Luis Beltrán lo apreciaba sobremanera. Tenía
dieciséis años cuando lo hicieron preso junto con el P. Luis.
En la cárcel de Omura hizo el noviciado y con los 17 años ya cumplidos hizo la profesión en la prisión. El día 29 de julio de 1627 fueron llevados al lugar del suplicio, donde les ataron a sendos postes, rodeados de leña a la que prendieron fuego. El P. Luis animó a sus compañeros de martirio, los cuales se sumaron a él en alabar y bendecir a Dios hasta que se quemaron sus cuerpos y sus almas volaron al cielo. Fueron beatificados el 7 de julio de 1867 por Pío IX.
En la cárcel de Omura hizo el noviciado y con los 17 años ya cumplidos hizo la profesión en la prisión. El día 29 de julio de 1627 fueron llevados al lugar del suplicio, donde les ataron a sendos postes, rodeados de leña a la que prendieron fuego. El P. Luis animó a sus compañeros de martirio, los cuales se sumaron a él en alabar y bendecir a Dios hasta que se quemaron sus cuerpos y sus almas volaron al cielo. Fueron beatificados el 7 de julio de 1867 por Pío IX.
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fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Tomado de: eltestigofiel.com
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