Día litúrgico: Jueves XXXIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 21,20-28): En aquel
 tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada 
por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los
 que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la 
ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en 
ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está 
escrito.
»¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en 
efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo;
 y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las 
naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se 
cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y 
en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por 
el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y 
de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas
 de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del 
hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder 
estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra 
liberación».
Comentario: 
    Fray
 
Lluc 
TORCAL
    Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
 
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación
Hoy al leer este santo Evangelio, 
¿cómo no ver reflejado el momento presente, cada vez más lleno de 
amenazas y más teñido de sangre? «En la tierra, angustia de las gentes, 
perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres
 de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo» (Lc 
21,25b-26a). Muchas veces, se ha representado la segunda venida del 
Señor con las imágenes más terroríficas posibles, como parece ser en 
este Evangelio, siempre bajo el signo del miedo.
Sin embargo, ¿es éste el mensaje que hoy nos dirige el Evangelio? 
Fijémonos en las últimas palabras: «Cuando empiecen a suceder estas 
cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra 
liberación» (Lc 21,28). El núcleo del mensaje de estos últimos días del 
año litúrgico no es el miedo, sino la esperanza de la futura liberación,
 es decir, la esperanza completamente cristiana de alcanzar la plenitud 
de vida con el Señor, en la que participarán también nuestro cuerpo y el
 mundo que nos rodea. Los acontecimientos que se nos narran tan 
dramáticamente quieren indicar de modo simbólico la participación de 
toda la creación en la segunda venida del Señor, como ya participaron en
 la primera venida, especialmente en el momento de su pasión, cuando se 
oscureció el cielo y tembló la tierra. La dimensión cósmica no quedará 
abandonada al final de los tiempos, ya que es una dimensión que acompaña
 al hombre desde que entró en el Paraíso.
La esperanza del cristiano no es engañosa, porque cuando empiecen a 
suceder estas cosas —nos dice el Señor mismo— «entonces verán venir al 
Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria» (Lc 21,27). No 
vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: 
meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su 
época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, 
se pregunta: «¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?».
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Fuente: evangeli.net
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