Día litúrgico: Jueves XI del tiempo ordinario
»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
«Si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial»
Rev. D.
Joan
MARQUÉS i Suriñach - (Vilamarí, Girona, España)
Hoy, Jesús nos propone un ideal
grande y difícil: el perdón de las ofensas. Y establece una medida muy
razonable: la nuestra: «Si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas,
os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no
perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras
ofensas» (Mt 6,14-15). En otro lugar había mostrado la regla de oro de
la convivencia humana: «Tratad a los demás como queráis que ellos os
traten a vosotros» (Mt 7,12).
Queremos que Dios nos perdone y que los demás también lo hagan; pero nosotros nos resistimos a hacerlo. Cuesta pedir perdón; pero darlo todavía cuesta más. Si fuéramos humildes de veras, no nos sería tan difícil; pero el orgullo nos lo hace trabajoso. Por eso podemos establecer la siguiente ecuación: a mayor humildad, mayor facilidad; a mayor orgullo, mayor dificultad. Esto te dará una pista para conocer tu grado de humildad.
Acabada la guerra civil española (año 1939), unos sacerdotes excautivos celebraron una Misa de acción de gracias en la iglesia de Els Omells. El celebrante, tras las palabras del Padrenuestro «perdona nuestras ofensas», se quedó parado y no podía continuar. No se veía con ánimos de perdonar a quienes les habían hecho padecer tanto allí mismo en un campo de trabajos forzados. Pasados unos instantes, en medio de un silencio que se podía cortar, retomó la oración: «así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Después se preguntaron cuál había sido la mejor homilía. Todos estuvieron de acuerdo: la del silencio del celebrante cuando rezaba el Padrenuestro. Cuesta, pero es posible con la ayuda del Señor.
Además, el perdón que Dios nos da es total, llega hasta el olvido. Marginamos muy pronto los favores, pero las ofensas... Si los matrimonios las supieran olvidar, se evitarían y se podrían solucionar muchos dramas familiares.
Que la Madre de misericordia nos ayude a comprender a los otros y a perdonarlos generosamente.
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Fuente: evangeli.net
Un día más dando gracias a Dios y a la Virgen por los cuidados y ayudas que nos brindan.-Una oración por el Papa Francisco.-
ResponderBorrarGracias por lo que el Evangelio de hoy nos transmite: PERDONAR LAS OFENSAS pues Dios también perdonará las nuestras... Dedico una oración por el Papa Francisco!!!...
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