viernes, junio 21, 2013

San José Isabel Flores Varela, Presbítero y Mártir

San José Isabel Flores Varela, Presbítero y Mártir
Junio 21
Martirologio Romano: En el lugar de Zapotlanejo, en México, san José Isabel Flores, presbítero, mártir durante la gran persecución en aquel país. (1866-1927).

José Isabel Flores Varela nació en Santa María de la Paz, de la parroquia de San Juan Bautista de El Teúl de González Ortega, Zacatecas, perteneciente a la Arquidiócesis de Guadalajara, el 28 de noviembre de 1866. Hijo de Vidal Flores y de Sixta Varela, de familia muy piadosa.

Fue bautizado al día siguiente de su nacimiento por el Pbro. Vicente Marín, en el templo parroquial del lugar. Recibió la confirmación en el año de 1868 en Taltenango, Zacatecas, por el Rvmo. Sr. Mateo Guerra, Obispo de Zacatecas. Poco se sabe de su infancia.

Inició sus estudios en el Seminario de Guadalajara el 14 de febrero de 1887. Durante su estancia en el Seminario sostuvo exámenes públicos, obtuvo varios diplomas y en repetidas ocasiones figuró entre los alumnos más distinguidos. Sus calificaciones en general fueron sobresalientes.

El 21 de junio de 1889 entró a la Congregación de la Purísima Concepción y de San Luis Gonzaga. Recibió la tonsura y las cuatro Ordenes Menores el 18 de noviembre de 1894, en la Capilla Arzobispal de Guadalajara de manos del Sr. Arzobispo Pedro Loza y Pardavé; el subdiaconado el 17 de noviembre de 1895 en el santuario de San José de Gracia en Guadalajara.

Recibió el diaconado el 25 de junio de 1896 y la ordenación sacerdotal el 26 de julio del mismo año por imposición de manos del Excmo. Sr. Obispo de Colima, Atenógenes Silva.

Cantó su Primera Misa el 15 de agosto en Atemajac del Valle, Jalisco.

Inició sus estudios en el Seminario de Guadalajara el 14 de febrero de 1887. Durante su estancia en el Seminario sostuvo exámenes públicos, obtuvo varios diplomas y en repetidas ocasiones figuró entre los alumnos más distinguidos. Sus calificaciones en general fueron sobresalientes.

El 21 de junio de 1889 entró a la Congregación de la Purísima Concepción y de San Luis Gonzaga. Recibió la tonsura y las cuatro Ordenes Menores el 18 de noviembre de 1894, en la Capilla Arzobispal de Guadalajara de manos del Sr. Arzobispo Pedro Loza y Pardavé; el subdiaconado el 17 de noviembre de 1895 en el santuario de San José de Gracia en Guadalajara.

Recibió el diaconado el 25 de junio de 1896 y la ordenación sacerdotal el 26 de julio del mismo año por imposición de manos del Excmo. Sr. Obispo de Colima, Atenógenes Silva. Cantó su Primera Misa el 15 de agosto en Atemajac del Valle, Jalisco.

El día 11 fue cambiado a Tonalá, Jalisco, con residencia en la Capilla del Molino del Sagrado Corazón de Jesús, donde permaneció hasta el 13 de noviembre, para regresar luego a la Capilla de Matatlán, población en la que vivió los siguientes 27 años.

Su ministerio se caracterizó por su bondad, responsabilidad y entrega. Con sus feligreses fue siempre amable, cariñoso, atento, ordenado y puntual, nunca regañaba ni trataba a nadie con desdén; era, además estudioso y culto. Su rectitud le ganó el respeto y aprecio de la gente.

Una severa infección en la mandíbula le desfiguró el rostro, motivo por el cual se dejó una luenga barba, que imprimía respetabilidad en sus facciones.
Durante la suspensión del culto público, en 1926, muchos obispos y sacerdotes mexicanos se concentraron en las ciudades importantes o en el extranjero; otros muy pocos, decidieron arriesgarlo todo permaneciendo en sus circunscripciones territoriales.

Ese fue el caso del Padre José Isabel, cuya fe, esperanza y caridad, constantes en su vida personal, lucen sobre manera en su martirio; en estado de persecución religiosa siguió atendiendo a los fieles, tanto en la cabecera de la Vicaría, como en numerosos ranchos.

El Padre Flores administraba los sacramentos con toda cautela en domicilios particulares, pues ser denunciado a la autoridad pública equivalía a aprehensión, tortura y muerte. Solía decirles a sus fieles:
"Si me escondo, no tendré oportunidad de atenderlos, ni a ustedes, ni a sus hijos, ni a sus enfermos, ni podré casar a sus muchachos. No tengan miedo; así, disfrazado, los soldados no me conocerán y si me agarran, ¿qué ha de pasar sino que me corten la cabeza? Además, si Cristo murió por mí, yo también muero gustoso por Él".

Precisamente un protegido suyo, Nemesio Bermejo, quien había sido seminarista, denunció su paradero al Presidente Municipal de Zapotlanejo, Jalisco, José Rosario Orozco, ex Mayor del ejército carrancista, cacique de la región y anticlerical profundo. La madrugada del 13 de junio de 1927, Orozco y un grupo de subordinados, sorprendieron al Padre José Isabel Flores, mientras se dirigía del rancho "La Loma de las Flores" a "Colimilla", donde se disponía a celebrar la Eucaristía.

En un lugar llamado "El Cascajo" fue tomado prisionero por un grupo de 70 soldados. Fue despojado de su cabalgadura y sin consideración a sus 60 años de edad, fue obligado a caminar sin tregua una distancia considerable. En el Curato de Zapotlanejo, transformado en cuartel, se representó una farsa de juicio: Orozco le ofreció liberarlo si aceptaba públicamente por escrito, la "Ley Calles"; el Padre Flores rechazó la oferta.

Fue encerrado en un lugar degradante, atado y maltratado; el cacique le hizo escuchar música al mismo tiempo que le ofrecía:
"Oye, qué bonita música, si afirmas acatando las leyes, te dejo en libertad".
Sin alterarse, el Padre Flores le expresó:
"Yo voy a oír una música mejor en el cielo".
El Padre José Isabel cumplía la palabra expresada varias veces:
"Antes morir que fallarle a Dios".

Mientras tanto, la Sagrada Mitra, los parientes y feligreses del Padre Flores hicieron algunas tentativas para lograr su libertad, aunque todo fue inútil.

Entre la 1 y las 2 horas de la mañana del 21 de junio; luego de ocho días de agresiones, cuatro subordinados de Orozco condujeron a la víctima al cementerio de esa municipalidad; deslizaron una reata a la rama de un árbol llamado "cuenta o bolitario", le pusieron la soga al cuello y comenzaron a martirizarlo subiéndolo y bajándolo; para atormentarlo lo suspendían hasta casi provocarle la asfixia; la operación se repitió tres o cuatro veces para finalmente amagarlo con sus armas.

El Padre José Isabel, muy sereno, les dijo:
"Así no me van a matar, hijos; yo les voy a decir cómo; pero antes quiero decirles que si alguno recibió de mi algún sacramento, no se manche las manos".
Uno de los presentes, el que debía ejecutarlo, exclamó:
"Yo no meto las manos, el Padre es mi padrino; él me dio el Bautismo".
El que hacía de jefe, muy indignado, lo increpó:
"Te matamos también a ti".

El soldado prefirió morir junto con su padrino y respondió:
"No le have, yo muero junto con mi padrino".
Y allí mismo lo asesinaron de un balazo. Es justo destacar la actitud del soldado que demostró más principios morales que civiles y desde el punto de vista religioso, tiene un mérito de indudable valor.
Muy nerviosos, los verdugos quisieron consumar su obra; intentaron disparar, pero sus armas, sin justificación alguna, se trabaron. Finalmente, uno de los soldados, cuyo nombre era Anastasio Valdivia, deseoso de congraciarse con Orozco, degolló al Padre Flores con un machete. Consumado el crimen, su cuerpo fue sepultado de inmediato allí mismo, en el panteón de Zapotlanejo.
Era la madrugada del día 21 de junio de 1927.

Después de algunos años, en 1935, los feligreses de Matatlán exhumaron los restos mortales del sacerdote, colocándolos en el Templo de Matatlán, donde se conservan hasta el día de hoy.

El Padre José Isabel Flores Varela fue beatificado el 22 de noviembre de 1922 por el Papa Juan Pablo 11 en Roma, y canonizado por el mismo Sumo Pontífice el día 21 de mayo del año 2000, junto con sus Compañeros Mártires Mexicanos.

Su recuerdo sigue vivo y son muchos quienes se encomiendan a su intercesión. A los pocos años después de su muerte la gente le pedía favores:
"Viera qué milagroso seño, -dice doña Pomposa- tenía una puerquita y le pegó el mal; se me ocurrió decir ánima del Padre Flores que se alivie la puerquita y de ella misma te compro una velita".

La puerquita se alivió y la vendieron en 15 pesos con 50 centavos; los centavos sirvieron para comprar la vela. El favor le fue atribuido pues, dicen, ningún animal se alivia del "mal".

Matatlán es conocido como el lugar en donde se tira la basura de Guadalajara y Tonalá, aunque el tiradero de desechos se encuentra realmente sólo en el camino a ese pueblo, pero en territorio tonalteca. Matatlán es un poblado del municipio de Zapotlanejo, Jalisco, que realmente destaca porque ahí son veneradas las reliquias de San José Isabel Flores Varela, a quien hasta los niños le tienen respeto y estima. En Matatlán, a diferencia de otros pueblos en donde se encuentran los restos de algún mártir, se exhibe una biografía completa del Santo.

El poblado es muy pequeño, de escasa población y contados servicios, sin embargo ha progresado y los vecinos del lugar lo atribuyen a su Santo, a quien todos los sacerdotes le han encomendado al pueblo, al que por cierto, algunas personas siguen llegando a pie.

San José Isabel Flores Varela es considerado "el alma de Matatlán", pues hizo grandes obras por el pueblo en los años 20's: fundó el Apostolado de la Oración y la Asociación de Hijas de María, tuvo gran empeño por el catecismo de los niños y adultos, fue diligente para atender a los enfermos, fue buen confesor y recto en la administración de los Sacramentos.
Amplió el templo, lo dotó de campanas, construyó un altar de cantera y como patrón del templo, colocó un Sagrado Corazón sobre un mundo.

Según los recuerdos de las personas que lo conocieron, era muy cariñoso con los niños y con los ancianos.
Doña Pomposa Flores Olivares tenía 12 años de edad cuando San José Isabel andaba huyendo; a ella la bautizó y le enseñó la doctrina, "él iba y nos platicaba para que pusiéramos cuidado; al final nos formaba para darnos un dulce y nos decía":
"Al que esté calladito le doy un premio".

Al Padre Flores lo describen como un sacerdote muy humilde, servicial y trabajador. Pocos días antes del martirio, los pobladores de Matatlán consideran que el Padre José Isabel presentía su muerte y ya estaba haciendo penitencia, pues no aceptaba comida ni comodidad alguna; cuando celebró un Matrimonio en una loma, le fue ofrecida la cena y no la quiso y rechazó también una cama, durmiendo en el piso sobre su sarape.

En una de las casas en las que llegó a refugiarse, viven Teódula Plascencia y Rosalío García, quienes entonces tenían 9 y 18 años de edad, respectivamente. Ahí la mamá de Teódula, doña Dolores Ramírez, lo curó con remedios caseros de un dolor de muelas. La pareja cuenta que el papá del sacerdote, don Vidal Flores, aun después de ordenado, le pegaba por regañar a los feligreses.

Los federales quemaron a todos los Santos del templo y aunque con muchos trabajos, lograron tirar al Sagrado Corazón y en ese momento, dicen, se cimbró el pueblo, que quedó sumido en una gran tristeza.
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2 comentarios:

  1. I believe that this man is my paternal grandfathers great uncle... My fathers name is also Vidal.

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  2. Dios lo premie por su obra y sacrificios ala fe católica un gran hombre padre Isabel

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