Santas Potamiena y Marcela |
Santos Plutarco, Sereno de Alejandría, y compañeros Mártires
Junio 28
Junio 28
†: c. 202 - país: Egipto
canonización: pre-congregación
En Alejandría de Egipto, en tiempo del emperador Septimio Severo, santos mártires Plutarco, Sereno, Heráclides, catecúmeno, Herón, neófito, otro Sereno, Heraidis, catecúmena, Potamiena y Marcela, su madre, todos discípulos de Orígenes, que, por confesar a Cristo, unos fueron degollados y otros entregados a las llamas. Entre ellos destacó la virgen Potamiena, que sufrió innumerables pruebas en defensa de su virginidad y, después de padecer por su fe atroces tormentos, finalmente fue quemada viva junto con su madre.
La escuela de catequética de Orígenes, en Alejandría, fue un campo de
entrenamiento para la virtud, porque el maestro, no contento con enseñar las
ciencias, puso gran empeño en inculcar a sus alumnos los principios esenciales
de la perfección cristiana. De aquella escuela surgieron varios mártires
ilustres de la persecución de Septimio Severo, que se desplegó con todo su
furor, desde el 202 (el año anterior, Orígenes había sido nombrado catequista)
hasta el 211, fecha en que murió el Emperador.
Uno de los primeros entre los que perecieron fue san Plutarco, hermano de
san Heraclio, futuro obispo de Alejandría. Aquellos dos hermanos habían sido
convertidos a la fe al mismo tiempo, por escuchar las enseñanzas de Orígenes.
Como Plutarco era un personaje prominente, se le detuvo casi al iniciarse la
persecución. El propio Orígenes lo visitó en la prisión para alentarle, le
acompañó hasta el lugar de la ejecución y estuvo a punto de morir en un
linchamiento que intentó contra él la muchedumbre, al señalarle como responsible
por la muerte de Plutarco. Sereno, otro de los discípulos del maestro, fue
quemado en vida; Heraclides, un catecúmeno, y Herón, un neófito, fueron
decapitados. Otro confesor llamado también Sereno, murió decapitado después de
haber sido sometido a crueles torturas. Las mujeres, lo mismo que los hombres,
asistían a la escuela de catequesis y tres de ellas sufrieron el martirio.
Herais, una doncella que aún no pasaba de su etapa de catecúmena, «fue bautizada
por el fuego», para citar la propia expresión de Orígenes. Las otras dos
mujeres, Marcella y Potamiaena, eran madre e hija.
Se hicieron reiterados intentos para inducir a Potamiaena, que era joven,
de buen porte y muy hermosa, para que comprase su libertad, al precio de su
castidad; pero la doncella rechazó todas las proposiciones con absoluto
desprecio. El juez la condenó a ser despojada de sus ropas, exhibida en completa
desnudez y arrojada a un caldero de pez hirviendo. Cuando la muchacha comprendió
que iban a despojarla de sus vestiduras, apeló al juez con estas palabras: «¡Por
la vida del emperador a quien tú sirves, te suplico que no me obligues a
aparecer desnuda! Manda más bien que, vestida como estoy, sea metida lentamente
en el caldero, a fin de que tú mismo veas la paciencia con que Jesucristo, al
que no conoces, reviste a los que confían en Él». El magistrado le otorgó la
gracia que pedía y encargó a uno de los guardias, llamado Basílides, que
procediese a la ejecución. Aquel guardia trató a la doncella con mucho respeto y
la protegió de los insultos, los golpes y empellones de la muchedumbre.
Potamiaena le dio las gracias por su gentileza y le prometió que, después de su
muerte, le rogaría a Dios por su salvación. Entonces se ejecutó la cruel
sentencia. Marcella, la madre de Potamiaena, fue ejecutada al mismo
tiempo.
No pasaron muchos días sin que Basílides dejase boquiabiertos de asombro a
sus compañeros de la guardia, al negarse a hacer un juramento, como habían
ordenado sus superiores: dijo que era cristiano y no podía jurar por los falsos
dioses. Al principio, los guardias creyeron que estaba de broma, pero como
insistiese en su negativa, sus mismos compañeros lo arrastraron hacia el
prefecto quien mandó que le encerrasen en la prisión. A los otros cristianos que
acudieron a visitarle en su celda, les contó que la doncella Potamiaena se le
había aparecido en sueños para colocarle sobre la frente una corona que ella
había conquistado para él con sus plegarias. Basílides fue bautizado en la
prisión y, tras de hacer una apasionada confesión de fe ante el magistrado, le
cortaron la cabeza. Se afirma que numerosas personas de Alejandría se
convirtieron al cristianismo en razón de que santa Potamiaena las visitaba en
sus sueños.
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La fuente de información más autorizada para esta narración es la Historia
Eclesiástica de Eusebio, lib. IV, cap. 5. Ver Delehaye en Analecta Bollandiana,
vol. XL (1922), pp. 9, 23 y 89.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Tomado de: eltestigofiel.com
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Tomado de: eltestigofiel.com
Increible informacion gracias me ayudaron a con mi tarea de la Escuela saludos desde Peru
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