Día litúrgico: Sábado XVII del tiempo
ordinario
Santoral 1 de Agosto: San Alfonso María de Ligorio, Obispo y Doctor de la Iglesia
Texto del Evangelio (Mt
14,1-12): En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de la fama de
Jesús, y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre
los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había prendido a Juan, le había
encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano
Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Y aunque quería
matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta.
Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de
Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió
bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí,
dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Entristecióse el rey,
pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió
a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada
a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos,
recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.
«Se enteró el tetrarca Herodes de la fama
de Jesús»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario
del obispo de Sant Feliu - (Sant Feliu de Llobregat, España)
Hoy, la liturgia nos invita a contemplar una
injusticia: la muerte de Juan Bautista; y, a la vez, descubrir en la Palabra de
Dios la necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de
esperanza el mundo.
Os invito a centrar nuestra reflexión en el
personaje del tetrarca Herodes. Realmente, para nosotros, es un contratestigo
pero nos ayudará a destacar algunos aspectos importantes para nuestro testimonio
de fe en medio del mundo. «Se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús»
(Mt 14,1). Esta afirmación remarca una actitud aparentemente correcta, pero poco
sincera. Es la realidad que hoy podemos encontrar en muchas personas y, quizás
también en nosotros. Mucha gente ha oído hablar de Jesús, pero, ¿quién es Él
realmente?, ¿qué implicación personal nos une a Él?
En primer lugar, es necesario dar una respuesta
correcta; la del tetrarca Herodes no pasa de ser una vaga información: «Ese es
Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos» (Mt 14,2). De cierto
que echamos en falta la afirmación de Pedro ante la pregunta de Jesús: «Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro le respondió: ‘Tú eres el Mesías,
el Hijo del Dios vivo’» (Mt 16,15-16). Y esta afirmación no deja lugar para el
miedo o la indiferencia, sino que abre la puerta a un testimonio fundamentado en
el Evangelio de la esperanza. Así lo definía Juan Pablo II en su Exhortación
apostólica La Iglesia en Europa: «Con toda la Iglesia, invito a mis hermanos y
hermanas en la fe a abrirse constante y confiadamente a Cristo y a dejarse
renovar por Él, anunciando con el vigor de la paz y el amor a todas las personas
de buena voluntad que, quién encuentra al Señor conoce la Verdad, descubre la
Vida y reconoce el Camino que conduce a ella».
Que, hoy sábado, la Virgen María, la Madre de la
esperanza, nos ayude a descubrir realmente a Jesús y a dar un buen testimonio de
Él a nuestros hermanos.
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Fuente: evangeli.net
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