San Rubén Estilita,
Agosto 4
Nombre hebreo, que corresponde al primero de los hijos de Jacob. Fue la
primera piedra en la fundación del pueblo de Israel. Jacob amaba más a Raquel,
la madre de José y Benjamín, que a Lía, su primera esposa y hermana de ésta, por
lo que Lía se sentía sumamente incómoda. Pero mientras Lía tuvo seis hijos,
Raquel no había tenido aún ni uno. Al tener Lía a Rubén, su primer hijo,
exclamó: "el Señor ha visto mi aflicción", y añadió: "ahora me amará mi esposo".
En efecto, Rubén proporcionó una nueva dimensión más esperanzadora a la vida de
su madre. El nombre significa según unos etimologistas, "león" y según otros,
"lobo". Al ser el nombre del primogénito de Jacob (llamado Israel desde que
luchó con Dios), es de los que más se ha llevado.
Rubén ejerció siempre de primogénito, de hermano mayor responsable. Cuando
sus hermanos tramaron deshacerse de José, el más amado de su padre por ser en
aquel entonces el hijo único de Raquel, el gran amor de Jacob, Rubén procuró
impedirlo por todos los medios. De momento consiguió que no le matasen, tal como
habían pensado, y que lo arrojasen a una cisterna vacía, de la que Rubén estaba
seguro de que lo podría rescatar. Cuando después de haberlo vendido sus hermanos
a los mercaderes le enseñaron a Rubén las ropas ensangrentadas de José, "¿A
dónde iré yo ahora?", dijo rasgándose las vestiduras; en efecto, no sabía cómo
se lo podría explicar a su padre.
Y tenía razón: Cuando se enteró Jacob de la muerte de José, quería morirse
él también para ir a hacerle compañía. "Llorando bajaré a las entrañas de la
tierra a buscar a mi hijo", repetía una y otra vez Jacob en el paroxismo del
dolor. Este episodio afectó profundamente a Rubén. Lo tenía clavado en el
corazón.
Por eso, cuando José, sin haberse dado a conocer todavía a sus hermanos
mandó encarcelarlos, Rubén les echó en cara que todo eso les estaba ocurriendo
por la barbaridad que hicieron con su hermano menor. "¿No os dije que no
pecarais contra el niño? Pero no quisisteis hacerme caso", les decía en la
cárcel mientras se atormentaban pensando cómo saldrían de aquel atolladero.
A lo
largo de su vida, tuvo sus más y sus menos con su padre, a causa de algún que
otro privilegio al que se adelantó, comportándose como si hubiese heredado.
Éste, al bendecirle antes de morir, le dijo: "Rubén mi primogénito, tú eres mi
fortaleza y el principio de mis sufrimientos. Eres el primero en generosidad, el
más grande en poder."
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Fuente: samuelmiranda.com.mx
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