jueves, octubre 02, 2025

Evangelio Octubre 2, 2025

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Jueves 26 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.


»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. 


»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».


«Rogad (...) al dueño de la mies que envíe obreros a su mies»

Rev. D. Ignasi NAVARRI i Benet - (La Seu d'Urgell, Lleida, España)


Hoy Jesús nos habla de la misión apostólica. Aunque «designó a otros setenta y dos, y los envió» (Lc 10,1), la proclamación del Evangelio es una tarea «que no podrá ser delegada a unos pocos “especialistas”» (San Juan Pablo II): todos estamos llamados a esta tarea y todos nos hemos de sentir responsables de ella. Cada uno desde su lugar y condición. El día del Bautismo se nos dijo: «Eres Sacerdote, Profeta y Rey para la vida eterna». Hoy, más que nunca, nuestro mundo necesita del testimonio de los seguidores de Cristo.

«La mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10,2): es interesante este sentido positivo de la misión, pues el texto no dice «hay mucho que sembrar y pocos obreros». Quizá hoy debiéramos hablar en estos términos, dado el gran desconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia en nuestra sociedad. Una mirada esperanzada de la misión engendra optimismo e ilusión. No nos dejemos abatir por el pesimismo y por la desesperanza.

De entrada, la misión que nos espera es, a la vez, apasionante y difícil. El anuncio de la Verdad y de la Vida, nuestra misión, no puede ni ha de pretender forzar la adhesión, sino suscitar una libre adhesión. Las ideas se proponen, no se imponen, nos recuerda el Papa.

«No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias...» (Lc 10,4): la única fuerza del misionero ha de ser Cristo. Y, para que Él llene toda su vida, es necesario que el evangelizador se vacíe totalmente de aquello que no es Cristo. La pobreza evangélica es el gran requisito y, a la vez, el testimonio más creíble que el apóstol puede dar, aparte de que sólo este desprendimiento nos puede hacer libres.

El misionero anuncia la paz. Es portador de paz porque lleva a Cristo, el “Príncipe de la Paz”. Por esto, «en la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros» (Lc 10,5-6). Nuestro mundo, nuestras familias, nuestro yo personal, tienen necesidad de Paz. Nuestra misión es urgente y apasionante.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Por tanto, la predicación de la palabra de Dios es necesaria para la vida espiritual, como la siembra es necesaria para la vida del cuerpo» (San Lorenzo de Brindisi)
  • «El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos continuadores, es el ‘Testigo’ por excelencia, y el modelo del testimonio cristiano» (San Juan Pablo II)
  • «El pueblo santo de Dios participa también del carácter profético [de la enseñanza] de Cristo (…) y profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 785)

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Fuente: https://evangeli.net

miércoles, octubre 01, 2025

Evangelio Octubre 1, 2025


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Miércoles 26 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».


«Sígueme»

Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet

(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)


Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar, con mucha claridad y no menor insistencia, sobre un punto central de nuestra fe: el seguimiento radical de Jesús. «Te seguiré adondequiera que vayas» (Lc 9,57). ¡Con qué simplicidad de expresión se puede proponer algo capaz de cambiar totalmente la vida de una persona!: «Sígueme» (Lc 9,59). Palabras del Señor que no admiten excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones...

La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Radical, no sólo porque toda su duración quiere estar bajo la guía del Evangelio (porque comprende, pues, todo el tiempo de nuestra vida), sino -sobre todo- porque todos sus aspectos -desde los más extraordinarios hasta los más ordinarios- quieren ser y han de ser manifestación del Espíritu de Jesucristo que nos anima. En efecto, desde el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.

El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e inocencia.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «El consentimiento a la gracia depende mucho más de la gracia que de nuestra propia voluntad solamente; pero la resistencia a la gracia depende únicamente de la sola voluntad. Así de amorosa es la mano de Dios» (San Francisco de Sales)
  • «Dios, para darnos el movimiento de su poder sin impedir el de nuestro querer, ajusta su poder a su suavidad y la libertad de nuestro querer» (Benedicto XVI)
  • «(…) La vocación del hombre a la vida eterna no suprime, sino que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.820)

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Fuente: https://evangeli.net

martes, septiembre 30, 2025

Evangelio Septiembre 30, 2025

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Martes 26 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.


«Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén»

Rev. D. Félix LÓPEZ SHM - (Alcalá de Henares, España)


Hoy, el Evangelio nos ofrece dos puntos principales para la reflexión personal. En primer lugar, nos dice que «cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51). El verbo que usa san Lucas significa “completar”, “consumar”; Jesús lleva a plenitud el tiempo marcado por el Padre para completar su misión salvífica mediante la crucifixión, muerte y resurrección. Después va a ser glorificado, “llevado al cielo”. Ante esta perspectiva, Jesucristo «tomó la decisión de subir a Jerusalén», es decir la firme decisión de amar al Padre realizando su voluntad redentora. Jesús muere en la cruz diciendo: «Todo está cumplido» (Jn 19,30). El Señor ha vivido para cumplir la voluntad del Padre, y ha mantenido esa actitud de fidelidad hasta la muerte. 

Así debemos vivir también nosotros aunque experimentemos en el camino hacia Dios la oposición o el rechazo, el desprecio o la marginación por ser fieles al Señor. Dice el Papa Francisco: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina; si estás cansado detente un poco y luego vuelve a caminar, con perseverancia». 

En segundo lugar, ante el rechazo de los samaritanos, Santiago y Juan quieren hacer descender fuego del cielo (cf. Lc 9,54). El Señor les reprende por su celo indiscreto. Debemos recordar la paciencia que Dios tiene con nosotros, y ser pacientes con nuestros hermanos en su camino hacia Dios, aunque no respondan inmediatamente a su gracia. Dios quiere que todos los hombres se salven y ha entregado a su Hijo único en la cruz por todos. Dios agota todas las posibilidades de acercarse a cada hombre, y espera con paciencia divina el momento en el que cada corazón se abre a su Misericordia.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad» (San Juan XXIII)
  • «¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios!» (Francisco)
  • «(…) Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es “enviada” al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 863)

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Fuente: https://evangeli.net

Santoral Septiembre 30




-Beata María Meckert, Virgen

-Beato Conrado de Urach, Cardenal y Obispo

-Beato Federico Albert, Presbítero y Fundador

-Beato Guillermo, Abad


-Nuestra Señora de El Parral


-San Acisclo, Mártir

-San Amado, Obispo

-San Amberto, Abad

-San Antonino de Meaux, Mártir

-San Antonio, Ermitaño

-San Cogan, Abad

-San Crónides, Ermitaño

-San Dionisio, Mártir

-San Francisco de Borja, Presbítero Jesuita

-San Gregorio el Iluminador de Armenia, Obispo

-San Guntario, Abad

-San Honorio de Canterbury, Obispo

-San Ismidón, Obispo

-San Ismier, Obispo

-San Jerónimo, Presbítero, Monje y Doctor de la Iglesia

-San Lauro, Abad

-San Leodemio, Obispo

-San Leopardo, Mártir

-San Miguel, Obispo

-San Simón de Crépy, Monje

-San Urso u Oso, Mártir

-San Víctor, Mártir

-San Viturniano, Eremita


-Santa Catalina Ni-Yi, Madre y Mártir

-Santa Eusebia, Virgen

-Santa Magdalena Cho, Mártir

-Santa Paula, Virgen

-Santa Sofía, Madre y Mártir

-Santas Fe, Esperanza y Caridad, Mártires, Hijas de Sofía

-Santa Vitoria, Mártir



lunes, septiembre 29, 2025

Evangelio Septiembre 29, 2025

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29 de septiembre: Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».


«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»

Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. - (Città del Vaticano, Vaticano)


Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.

«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles. 

Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones. 

Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda. 

Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cuando el hombre llega a ser verdaderamente espiritual y transformado por el amor divino que le purifica, recibe la unión y la amorosa iluminación de Dios con una suavidad semejante a la de los ángeles» (San Juan de la Cruz)
  • «La lucha es una realidad diaria en la vida cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestras iglesias... ¡Si no se lucha, seremos derrotados! Afortunadamente, el Señor dio esa tarea principalmente a los ángeles: luchar y vencer» (Francisco)
  • «Desde la creación, donde los ángeles son llamados ‘hijos de Dios’ y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: (…) conducen el pueblo de Dios, anuncian nacimientos y vocaciones, asisten a los profetas (…). Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1,11.26)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 332)

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Fuente: https://evangeli.net

Santoral Septiembre 29



-Beato Juan de Dukla, Fraile Franciscano

-Beato Juan de Montmirail, Monje Cisterciense

-Beato Nicolás de Forca Palena, Presbítero y Monje

-Beato Luis Monza, Fundador de las Pequeñas Apóstoles de la Caridad


-Cristo y advocaciones marianas

-El Cristo de Rivas

-Santísimo Cristo de Urda

-Nuestra Señora del Camino


-San Adelrico, Presbítero

-San Alarico de Ufnau, Monje y Ermitaño

-San Ambuto, Mártir

-San Ansberto, Abad

-San Campio, Mártir

-San Casdoa, Mártir

-San Ciriaco, Anacoreta

-San Crimoaldo, Confesor

-San Dadas, Mártir

-San Dodas, Mártir

-San Eutiquio, Mártir

-San Fraterno, Obispo y Mártir

-San Gabdelas, Mártir

-San Gabriel, Arcángel

-San García, Abad

-San Ginés, Mártir

-San Grimoaldo, Presbítero

-San Juan de Gante, Ermitaño

-San Ludwino, Obispo

-San Marcelo el Centurión, Mártir

-San Mauricio, Abad

-San Miguel, Arcángel

-San Plauto, Mártir

-San Quiriaco, Anacoreta

-San Rafael, Arcángel

-San Renato, Médico y Mártir

-San Sabino, Mártir

-San Tracio, Mártir


-Santa Gaiana, Virgen y Mártir

-Santa Gudelia, Mártir

-Santa Heraclea, Mártir

-Santa Nona, Mártir

-Santa Nonia, Mártir

-Santa Ripsima, Virgen y Mártir

-Santa Teódota, Mártir