viernes, marzo 31, 2017

Evangelio Marzo 31, 2017

Día litúrgico: Viernes IV de Cuaresma

Texto del Evangelio (Jn 7,1-2.10.14.25-30): En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.

Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.


«Nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora»
Fr. Matthew J. ALBRIGHT - (Andover, Ohio, Estados Unidos)

Hoy, el Evangelio nos permite contemplar la confusión que surgió sobre la identidad y la misión de Jesucristo. Cuando la gente es puesta cara a cara ante Jesús, hay malentendidos y presunciones acerca de quién es Él, cómo en Él se cumplen o no las profecías del Antiguo Testamento y sobre lo que Él realizará. Las suposiciones y los prejuicios conducen a la frustración y a la ira. Esto ha sido así siempre: la confusión alrededor de Cristo y de la enseñanza de la Iglesia despierta controversia y división religiosa. ¡El rebaño se dispersa si las ovejas no reconocen a su pastor!

La gente dice: «Éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es» (Jn 7,27), y concluyen que Jesús no puede ser el Mesías porque Él no responde a la imagen del “Mesías” en la que ellos habían sido instruidos. Por otra parte, saben que los Príncipes de los Sacerdotes quieren matarle, pero al mismo tiempo ven que Él se mueve libremente sin ser arrestado. De manera que se preguntan si quizá las autoridades «habrán reconocido de veras que éste es el Cristo» (Jn 7,26).

Jesús ataja la confusión identificándose Él mismo como el enviado por el que es “veraz” (cf. Jn 7,28). Cristo es consciente de la situación, tal como lo retrata Juan, y nadie le echa mano porque todavía no le ha llegado la hora de revelar plenamente su identidad y misión. Jesús desafía las expectativas al mostrarse, no como un líder conquistador para derrocar la opresión romana, sino como el “Siervo Sufriente” de Isaías.

El Papa Francisco escribió: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús». Es urgente que nosotros ayudemos a cada uno a ir más allá de las suposiciones y prejuicios sobre quién es Jesús y qué es la Iglesia, y a la vez facilitarles el encuentro con Jesús. Cuando una persona llega a saber quién es realmente Jesús, entonces abundan la alegría y la paz.

«Nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora»
+ Rev. D. Josep VALL i Mundó - (Barcelona, España)

Hoy, el evangelista Juan nos dice que a Jesús «no [le] había llegado su hora» (Jn 7,30). Se refiere a la hora de la Cruz, al preciso y precioso tiempo de darse por los pecados de la entera Humanidad. Todavía no ha llegado la hora, pero ya se encuentra muy cerca. Será el Viernes Santo cuando el Señor llevará hasta el fin la voluntad del padre Celestial y sentirá —como escribía el Cardenal Wojtyla— todo «el peso de aquella hora, en la que el Siervo de Yahvé ha de cumplir la profecía de Isaías, pronunciado su “sí”».

Cristo —en su constante anhelo sacerdotal— habla muchísimas veces de esta hora definitiva y determinante (Mt 26,45; Mc 14,35; Lc 22,53; Jn 7,30; 12,27; 17,1). Toda la vida del Señor se verá dominada por la hora suprema y la deseará con todo el corazón: «Con un bautismo he de ser bautizado, y ¡cómo me siento urgido hasta que se realice!» (Lc 12,50). Y «la víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). Aquel viernes, nuestro Redentor entregará su espíritu a las manos del Padre, y desde aquel momento su misión ya cumplida pasará a ser la misión de la Iglesia y de todos sus miembros, animados por el Espíritu Santo.

A partir de la hora de Getsemaní, de la muerte en la Cruz y la Resurrección, la vida empezada por Jesús «guía toda la Historia» (Catecismo de la Iglesia n. 1165). La vida, el trabajo, la oración, la entrega de Cristo se hace presente ahora en su Iglesia: es también la hora del Cuerpo del Señor; su hora deviene nuestra hora, la de acompañarlo en la oración de Getsemaní, «siempre despiertos —como afirmaba Pascal— apoyándole en su agonía, hasta el final de los tiempos». Es la hora de actuar como miembros vivos de Cristo. Por esto, «al igual que la Pascua de Jesús, sucedida “una vez por todas” permanece siempre actual, de la misma manera la oración de la Hora de Jesús sigue presente en la Liturgia de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia n. 2746).
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Fuente: evangeli.net

Santoral Marzo 31


-Beata Juana de Toulouse, Virgen
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Beata María Mamala, Viuda Monja
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Beata Natalia Tulasiewicz, Mártir Laica 


-Beato Amadeo IX Duque de Saboya, Laico, Duque (Marzo 30 -31)
-Beato Bartolomeo Blanco, Mercedario
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Beato Buenaventura Tornielli de Forli, Sacerdote Servita, Confesor
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Beato Cristóbal Robinson, Presbítero y Mártir

-Beato Daniel de Ungrispach o de Venecia, Recluso Mártir
-Beato Marco Fantuzzi, Religioso

-Nuestra Señora de la Santa Cruz, Jerusalén

-San Acacio, Obispo
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San Agilolfo o Agilulfo de Colonia, Obispo
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San Amós, Profeta (Junio 15)
-San Anesio, Mártir
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San Benjamín, Diácono y Mártir
-San Daniel, Mercader Mártir
-San David, Confesor
-San Esteban, Monje
-San Félix, Mártir
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San Guido de Pomposa, Abad
-San Guillermo, Confesor
-San Guiu, Abad
-San Harwick, Obispo
-San Joab, Profeta
-San Mauricillo o Maurilio de Milán, Obispo
-San Pastor, Obispo de Palencia
-San Renato, Obispo
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San Renovato o Renato, Obispo de Mérida
-San Teódulo, Mártir


-Santa Balbina de Roma, Mártir
-Santa Cátula, Matrona
-Santa Cornelia, Mártir
-Santa Nélida, Mártir


jueves, marzo 30, 2017

Evangelio Marzo 30, 2017

Día litúrgico: Jueves IV de Cuaresma

Texto del Evangelio (Jn 5,31-47): En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado.

»Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.

»Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».


«Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido»
Rev. D. Miquel MASATS i Roca - (Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos enseña cómo Jesús hace frente a la siguiente objeción: según se lee en Dt 19,15, para que un testimonio tenga valor es necesario que proceda de dos o tres testigos. Jesús alega a favor suyo el testimonio de Juan el Bautista, el testimonio del Padre —que se manifiesta en los milagros obrados por Él— y, finalmente, el testimonio de las Escrituras.

Jesucristo echa en cara a los que le escuchan tres impedimentos que tienen para reconocerle como al Mesías Hijo de Dios: la falta de amor a Dios; la ausencia de rectitud de intención —buscan sólo la gloria humana— y que interpretan las Escrituras interesadamente.

El Santo Padre Juan Pablo II nos escribía: «A la contemplación del rostro de Cristo tan sólo se llega escuchando en el Espíritu la voz del Padre, ya que nadie conoce al Hijo fuera del Padre (cf. Mt 11,27). Así, pues, se necesita la revelación del Altísimo. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse en actitud de escuchar».

Por esto, hay que tener en cuenta que, para confesar a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios, no es suficiente con las pruebas externas que se nos proponen; es muy importante la rectitud en la voluntad, es decir, las buenas disposiciones.

En este tiempo de Cuaresma, intensificando las obras de penitencia que facilitan la renovación interior, mejoraremos nuestras disposiciones para contemplar el verdadero rostro de Cristo. Por esto, san Josemaría nos dice: «Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús. —Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar tus ojos turbios...—Purifícate. Clarifica tu mirada con la humildad y la penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: ¡Él!».
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Fuente: evangeli.net

Santoral Marzo 30


-Beata Ángela de Fulgencia, Religiosa
-Beata María Restituta Kafka, Virgen y Mártir


-Beato Amadeo IX Duque de Saboya, Laico, Duque (Marzo 30 -31)
-Beato Joaquín de Flora, Abad de Corazzo
-Beato Ludovico de Casoria, Presbítero y Fundador 
-Beato Martín de Salvitierra, Mercedario
-Restablecimiento de la Capilla de Nuestra Señora en Boulogne-sur-mer, por el Obispo Claude Dormy.

-San Antonio Daveluy, Obispo, y compañeros Mártires
-San Alfazuli de Egipto, Mártir
-San Apolonio, Confesor
-San Babino, Mártir
-San Clino o Clinio, Abad y Confesor
-San Decio, Mártir
-San Domnino de Tesalónica, Mártir
-Santo Domingo, Mártir
-San Ghazal de Egipto, Mártir
-San Joad, Profeta
-San Joaquín de Fiore, Abad
-San Job, Profeta
-San José Chang Chu-gi, Catequista, Mártir
-San Juan Clímaco, Abad y Escritor famoso (Marzo 31)
-San Juan del Pozo
-San Julio Álvarez Mendoza, Presbítero y Mártir
-San Leonardo Murialdo, Presbítero y Fundador
-San Lucas Hwang Sotku, Catequista, Mártir
-San Mamertino, Abad
-San Mamerto de Auxerre, Obispo y Abad de San Germán de Auxerre
-San Martín Lucas Huin, Presbítero y Mártir
-San Morico, Religioso
-San Pastor, Obispo
-San Pedro Aumaître, Presbítero y Mártir
-San Pedro Regalado, Presbítero
-San Quirino de Roma, Mártir (Abril 30)
-San Régulo de Senlis, Obispo
-San Régulo de Arlés, Obisp
-San Reinaldo, Mártir
-San Rieul, Obispo
-San Segundo de Asti, Mártir
-San Tomás Son Cha-son, Catequista, Mártir
-San Turha de Egipto, Mártir
-San Verón o Verono de Lembeek, Confesor
-San Víctor, Mártir
-San Zósimo de Siracusa, Obispo 

-Santa Irene, Mártir



miércoles, marzo 29, 2017

Evangelio Marzo 29, 2017

Día litúrgico: Miércoles IV de Cuaresma

Texto del Evangelio (Jn 5,17-30): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.

Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

»En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado».


«En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna»
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas - (Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos habla de la respuesta que Jesús dio a algunos que veían mal que Él hubiese curado a un paralítico en sábado. Jesucristo aprovecha estas críticas para manifestar su condición de Hijo de Dios y, por tanto, Señor del sábado. Unas palabras que serán motivo de la sentencia condenatoria el día del juicio en casa de Caifás. En efecto, cuando Jesús se reconoció Hijo de Dios, el gran sacerdote exclamó: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia, ¿qué os parece?» (Mt 26,65).

Muchas veces, Jesús había hecho referencias al Padre, pero siempre marcando una distinción: la Paternidad de Dios es diferente si se trata de Cristo o de los hombres. Y los judíos que le escuchaban le entendían muy bien: no era Hijo de Dios como los otros, sino que la filiación que reclama para Él mismo es una filiación natural. Jesús afirma que su naturaleza y la del Padre son iguales, aun siendo personas distintas. Manifiesta de esta manera su divinidad. Es éste un fragmento del Evangelio muy interesante de cara a la revelación del misterio de la Santísima Trinidad.

Entre las cosas que hoy dice el Señor hay algunas que hacen especial referencia a todos aquellos que a lo largo de la historia creerán en Él: escuchar y creer a Jesús es tener ya la vida eterna (cf. Jn 5,24). Ciertamente, no es todavía la vida definitiva, pero ya es participar de la promesa. Conviene que lo tengamos muy presente, y que hagamos el esfuerzo de escuchar la palabra de Jesús, como lo que realmente es: la Palabra de Dios que salva. La lectura y la meditación del Evangelio ha de formar parte de nuestras prácticas religiosas habituales. En las páginas reveladas oiremos las palabras de Jesús, palabras inmortales que nos abren las puertas de la vida eterna. En fin, como enseñaba san Efrén, la Palabra de Dios es una fuente inagotable de vida.
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Fuente: evangeli.net

Santoral Marzo 29


-Beata Agnese de Chatillon, Monaca
-Beata Paula Gambara de Costa, Terciaria Franciscana (Enero 24)

-Beato Baltasar Sánchez, Franciscano

-Beato Carmelo Tempier, Confesor
-Beato Esteban IX, Papa
-Beato Juan Hambley, Presbítero y Mártir (Busco Estampa)
-Aparición de Nuestra Señora a Santa Bonet (Siglo 7).
-Nuestra Señora de la Fuensanta - Murcia

-San Acacio, Confesor

-San Armogasto o Armogastes de Africa, Conde y Mártir (Busco Estampa)
-San Arquinismo o Arquimimo de Africa, Mártir (Busco Estampa)
-San Aulo, Obispo
-San Baltasar Sánchez, Religioso
-San Baraquisio o Barraquiso de Persia, Monje y Mártir
-San Bertoldo del Monte Carmelo, Monje
-San Cirilo de Baalbek, Diácono y Mártir
-San Constantino de Montecasino, Abad
-San Eustasio de Luxeüil, Abad (Abril 2)
-San Eustasio de Nápoles, Obispo
-San Guillermo Tempier, Obispo (Busco Estampa)
-San Gundleus (Gundleius o Gwynnllyw) de Gales, Rey
-San Gundleo, Religioso
-San Jonás de Persia, Monje y Mártir
-San Ludolfo de Ratzeburg, Obispo y Mártir
-San Marcos de Aretusa, Obispo
-San Mascula de Africa, Maestro y Mártir
-San Pastor de Nicomedia, Mártir
-San Restituto, Mártir
-San Saturnino, Mártir
-San Saturo de Africa, Mayordomo Real y Mártir (Busco Estampa)
-San Segundo o Secundo de Asti, Mártir (Marzo 30)
-San Simplicio de Montecasino, Abad
-San Victorino de Nicomedia, Mártir

-Santa Derfuta, Mártir

-Santa Gladys de Gales, Reina, Esposa y Madre
-Santa Mácula o Máscula, Mártir
-Santa Másculas, Mártir

Beata Emilia Fernández Rodríguez, Gitana Mártir

Beata Emilia Fernández Rodríguez, Gitana Mártir
Enero 25

En diversas localidades de España, José Álvarez-Benavides y de la Torre y de otros 114 compañeros asesinados por «odio a la fe» entre 1936 y 1939

Fecha de beatificación: 25 de marzo de 2017, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Breve Biografía

Nace Emilia un 13 de abril de 1914 en Tíjola, pueblo situado en la española provincia de Almería y, en concreto, en la calle Bodeguica, número 4. Eran sus padres Juan José Fernández y Pilar Rodríguez Rodríguez.

Emilia fue bautizada el mismo día de su nacimiento en la Iglesia Parroquial de Santa María y se le impusieron los nombres de Emilia, Gregoria y Margarita.
La vida de nuestra Sierva es la propia de una familia gitana de la zona: vive en una casa-cueva, en la parte alta de la ciudad (y separa de la parte central del barrio) y colabora con la familia fabricando cestos de mimbre (de ahí el sobrenombre de “La canastera”). Los llevaban a los pueblos cercanos o a mercados más alejados (en este caso sobre algún animal de carga recorriendo la orilla del río Almanzora).

Podemos decir que la Sierva de Dios, desde el momento de su nacimiento hasta la llegada de los años 30 del siglo XX, creció entre lo que eran alegrías propias de su edad y los sufrimientos que las especiales circunstancias de su existencia la llevaban a padecer. Sin embargo, por muy malas que fueras estas últimas tendrían que pasar por unas que, por definitivas para su vida espiritual, serán peores (en cuanto a lo que supusieron para su vida material) y mejores (en cuanto a lo que supusieron para su fe).


Cuando la Guerra Civil dio comienzo (julio de 1936) la vida de aquellos gitanos, incluida Emilia y sus hermanos, no debió sufrir más alteración que la propia de las circunstancias. Es decir, que no huyeron ni nada por el estilo sino que continuaron viviendo donde lo habían estado haciendo.

Tal es así que 1938 nuestra Sierva de Dios contrae matrimonio, al estilo gitano, con Juan Cortés que había nacido el 29 de mayo de 1915 y tenía, por tanto, poco más de un año menos que Emilia. Por lo que parece eran parientes cercanos porque cuando Juan fue a contraer matrimonio (en 1966) con la hermana de Emilia tuvo que solicitar dispensa canónica porque tenían una relación familiar muy cercana. No sería de tal jaez que les impidiese casarse porque, en efecto, contrajeron matrimonio. Sin embargo, esto segundo (el matrimonio, éste) apunta a tal realidad.

Pues bien, como es bien sabido, los gitanos no se habían preocupado mucho de los asuntos políticos. Por eso cuando se produjo el inicio de la Guerra Civil (y el desarrollo de la misma) bien podemos decir que no alcanzaban a comprender qué había iniciado la misma ni las razones de que siguiera.

Sin embargo, el poder establecido no tenía la misma idea acerca de lo que pasaba.
Queremos decir que, si bien Juan Cortés no tenía intención alguna de entrar a formar parte de ningún bando de los que luchaban en aquella guerra, no pensaban lo mismo los que lo llamaron a filas. Era, por cierto, el bando republicano quien eso hacía. Y es que no concurría ninguna circunstancia que lo pudiera liberar de ser llamado.

Por otra parte, Emilia pensaba lo mismo que su marido y de ninguna manera quería que se incorporase a filas.

¿Cómo salir de aquella situación?
En principio les salió bien utilizar una argucia consistente en inutilizarse los ojos (temporalmente) de manera que, a modo de ciego, cuando se presentaron en su casa para reclutarlo creyeron que no era apto. Y entonces no se incorporó al ejército republicano.
Pero al cabo de un tiempo aquellos milicianos volvieron a las casas-cueva.

Querían comprobar si se había producido algún cambio… y, en efecto, se había producido: se dieron cuenta de que Juan Cortés veía perfectamente y, ni cortos ni perezosos, lo detuvieron junto con su esposa Emilia. A él lo enviaron a la “Prisión del Ingenio” y a ella a la llamada “Gachas colorás” donde ingresó el 21 de junio de 1938. Y fue incluida en un grupo de cuarenta mujeres y jóvenes allí encarceladas por el terrible delito de ser católicas practicantes.

Ya tenemos, pues, a Emilia, en la cárcel.

El 9 de julio de 1938 se celebró el juicio en el que se la condenó a seis años de cárcel. Ya podemos imaginar la situación por la que estaba pasando Emilia que, como sabemos, estaba embarazada. Que se aislara voluntariamente y quisiera pasar desapercibida era lo que se podía esperar.

Sin embargo, las mujeres que estaban con ella la ayudaron todo lo que pudieron. Verla en aquel estado debió romperles el corazón. Y, entre ellas, Loli (que sería su catequista) destacaba en atención hacia su persona.

La vida de Emilia en la prisión se la hizo más llevadera la oración, que aprendió estando allí gracias, sobre todo (como hemos dicho antes) a Loli. Empezó a rezar el Santo Rosario y quiso aprender de memoria el “Padre Nuestro”, el “Ave María” y el “Gloria” porque quería participar en aquella oración que tanto le llenaba el corazón. También descubrió que era importante y necesario hablar con Dios cada día y que era una forma de entregarle algo de nuestro tiempo.

Es bien cierto que la Sierva de Dios Emilia Fernández Rodríguez tenía una fe sencilla y que lo esencial lo conocía pero aquellos meses que pasó en vida en la cárcel le ayudaron a conocerla mejor y a llevarla a la práctica más cercana. Es más, como suele pasar con los santos, aquellos malos momentos, aquellos sufrimientos que padecía, le ayudaron a acercarse a Dios de una forma, sí, sencilla pero, también, profunda.

Emilia, que era fiel a Dios Todopoderoso, también lo era para con aquellas personas que tanto la estaban ayudando. Por eso se negó a revelar quién había sido la mujer que la había catequizado (que sabemos fue Loli) porque, de haberlo hecho, la vida de la misma habría corrido un peligro cierto y exacto. Ella no quiso traicionar a quien tanto le había enseñado y eso, por decirlo pronto, le supuso un agravamiento en sus circunstancias carcelarias.

Como consecuencia de ello se las encerró (a Loli y a Emilia) a una celda de aislamiento donde, para que se comprenda, no sólo no le mejoraron la alimentación (como le habían prometido en caso de revelar quién había sido su catequista) sino que se la empeoraron. Teniendo en cuenta que estaba embarazada… lo que tenía que suceder acabó sucediendo.
El invierno estaba haciendo estragos en Emilia. Y por mucha clemencia que solicitó al Gobernador Civil no le fue concedida ninguna.


Y así llegó el 12 de enero de 1939. Era el momento del parto y, ayudada por algunas compañeras de cautiverio, pudo dar a la luz, el día 13 a las 2 de la madrugada, a una niña a la que bautizaron (el mismo día a las 5 de la tarde) y pusieron el nombre de Ángeles.
Emilia, como podemos comprender, se encontraba muy mal. Físicamente estaba en las últimas y el mismo día 13 se las llevaron al hospital (a la niña y a ella) del que volvieron a la cárcel cuatro días después.

Sin embargo, las condiciones de vida de la Sierva de Dios eran más que malas. Por eso el 24 de enero se le vuelve a comunicar al Gobernador Civil que sería necesario que ejerciera la “gracia” y la liberara de prisión. Como respuesta: ninguna.

Y fue el 25 de enero de aquel año de 1939 (apenas unos meses antes de que terminara la Guerra Civil) cuando la volvieron a llevar al hospital. De nada sirvió aquel viaje, que sería el último que haría en este mundo la gitana Emilia, porque moriría de una “infección puerperal añadido a un cuadro de bronconeumonía”, según consta en el certificado médico.

Sus restos mortales se depositaron en una fosa común en el cementerio de Almería.
Emilia Fernández es la primera mujer de etnia gitana en ser beatificada, mientras que Ceferino Giménez Malla, conocido como “El Pelé”, fue el primer hombre de etnia gitana mártir.
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Por: Eleuterio Fernández Guzmán | Fuente: Infocatolica.com

martes, marzo 28, 2017

Evangelio Marzo 28, 2017

Día litúrgico: Martes IV de Cuaresma

Texto del Evangelio (Jn 5,1-3.5-16): Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.


«Jesús, viéndole tendido (...), le dice: ‘¿Quieres curarte?’»
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch - (Salt, Girona, España)

Hoy, san Juan nos habla de la escena de la piscina de Betsaida. Parecía, más bien, una sala de espera de un hospital de trauma: «Yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos» (Jn 5,3). Jesús se dejó caer por allí.

¡Es curioso!: Jesús siempre está en medio de los problemas. Allí donde haya algo para “liberar”, para hacer feliz a la gente, allí está Él. Los fariseos, en cambio, sólo pensaban en si era sábado. Su mala fe mataba el espíritu. La mala baba del pecado goteaba de sus ojos. No hay peor sordo que el que no quiere entender.

El protagonista del milagro llevaba treinta y ocho años de invalidez. «¿Quieres curarte?» (Jn 5,6), le dice Jesús. Hacía tiempo que luchaba en el vacío porque no había encontrado a Jesús. Por fin, había encontrado al Hombre. Los cinco pórticos de la piscina de Betsaida retumbaron cuando se oyó la voz del Maestro: «Levántate, toma tu camilla y anda» (Jn 5,8). Fue cuestión de un instante.

La voz de Cristo es la voz de Dios. Todo era nuevo en aquel viejo paralítico, gastado por el desánimo. Más tarde, san Juan Crisóstomo dirá que en la piscina de Betsaida se curaban los enfermos del cuerpo, y en el Bautismo se restablecían los del alma; allá, era de cuando en cuando y para un solo enfermo. En el Bautismo es siempre y para todos. En ambos casos se manifiesta el poder de Dios por medio del agua.

El paralítico impotente a la orilla del agua, ¿no te hace pensar en la experiencia de la propia impotencia para hacer el bien? ¿Cómo pretendemos resolver, solos, aquello que tiene un alcance sobrenatural? ¿No ves cada día, a tu alrededor, una constelación de paralíticos que se “mueven” mucho, pero que son incapaces de apartarse de su falta de libertad? El pecado paraliza, envejece, mata. Hay que poner los ojos en Jesús. Es necesario que Él —su gracia— nos sumerja en las aguas de la oración, de la confesión, de la apertura de espíritu. Tú y yo podemos ser paralíticos sempiternos, o portadores e instrumentos de luz.
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Fuente: evangeli.net

Santoral Marzo 28



-Beata Juana María de Maillé, Esposa y Viuda
-Beata Renata María Feillatreau, Mártir (Busco Estampa)

-Beato Antonio Patrizi, Monje y Presbítero Ermitaño

-Beato Conón o Cono de Naso, Monje Abad
-Beato Cristóbal Wharton, Mártir (Busco Estampa)
-Beato Venturino de Bergamo, Sacerdore

-San Alejandro de Cesarea, Mártir (Busco Estampa)
-San Cástor de Tatso, Mártir (Busco Estampa)
-San Cirilo de Heliópolis, Diácono y Mártir
-San Doroteo de Gaza, Asceta (Junio 5)
-San Doroteo, Monje
-San Enrique, Religioso
-San Esiquio, Mártir
-San Esperanza de Nursia, Abad
-San Esteban Harding, Abad de Citeaux
-San Guntrano o Gustrano de Borgoña, Laico Rey
-San Hilarión de Bitinia o Pelecete, Abad
-San José Sebastián Pelczar, Obispo y Fundador
-San Juan de Capistrano, Religioso Predicador (Octubre 23)
-San Malco de Cesarea, Mártir (Busco Estampa)
-San Policarpo, Obispo y Mártir (Traslación de Reliquias)
-San Prisco de Cesarea, Mártir (Busco Estampa)
-San Proterio de Alejandría, Patriarca Obispo y Mártir
-San Rogato, Mártir
-San Sixto III, Papa (Agosto 19)
-San Spe, Abad
-San Taxiotis de Cartago, Penitente

-Santa Audacta, Mártir
-Santa Gundelina, Gundelinda, Güendolina o Gwendoline, Abadesa
-Santa Suceso, Mártir
-Santa Teodora, Mártir


lunes, marzo 27, 2017

Evangelio Marzo 27, 2017

Día litúrgico: Lunes IV de Cuaresma

Texto del Evangelio (Jn 4,43-54): En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».

Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.


«Jesús partió de Samaría para Galilea»
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero - (Viladecans, Barcelona, España)


Hoy volvemos a encontrar a Jesús en Caná de Galilea, donde había realizado el conocido milagro de la conversión del agua en vino. Ahora, en esta ocasión, hace un nuevo milagro: la curación del hijo de un funcionario real. Aunque el primero fue espectacular, éste es —sin duda— más valioso, porque no es algo material lo que se soluciona con el milagro, sino que se trata de la vida de una persona.

Lo que llama la atención de este nuevo milagro es que Jesús actúa a distancia, no acude a Cafarnaúm para curar directamente al enfermo, sino que sin moverse de Caná hace posible el restablecimiento: «Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive’» (Jn 4,49.50).

Esto nos recuerda a todos nosotros que podemos hacer mucho bien a distancia, es decir, sin tener que hacernos presentes en el lugar donde se nos solicita nuestra generosidad. Así, por ejemplo, ayudamos al Tercer Mundo colaborando económicamente con nuestros misioneros o con entidades católicas que están allí trabajando. Ayudamos a los pobres de barrios marginales de las grandes ciudades con nuestras aportaciones a instituciones como Cáritas, sin que debamos pisar sus calles. O, incluso, podemos dar una alegría a mucha gente que está muy distante de nosotros con una llamada de teléfono, una carta o un correo electrónico.

Muchas veces nos excusamos de hacer el bien porque no tenemos posibilidades de hacernos físicamente presentes en los lugares en los que hay necesidades urgentes. Jesús no se excusó porque no estaba en Cafarnaúm, sino que obró el milagro.

La distancia no es ningún problema a la hora de ser generoso, porque la generosidad sale del corazón y traspasa todas las fronteras. Como diría san Agustín: «Quien tiene caridad en su corazón, siempre encuentra alguna cosa para dar».
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Fuente: evangeli.net

Santoral Marzo 27



-Beata Panacea de´Muzzi, Virgen y Mártir

-Beato Claudio Gallo, Patriarca
-Beato Francisco Faà di Bruno, Presbítero y Fundador

-Aparición de Nuestro Señor a Nuestra Señora, en cuanto resucitó de los muertos (de acuerdo con la fecha original).
-Nuestra Señora de los Trabajadores, (Madonna dei Lavoratori - Turín, Italia).

-San Adalpreto, Obispo y Mártir

-San Alejandro de Drizipara, Legionario y Mártir
-San Aimonio de Halberstadt, Abad
-San Amfíloco o Amfiloquio, Mátir (Busco Estampa)
-San Bercario, Abad
-San Crónicas, Mártir
-San Crónidas o Crónides, Mártir (Busco Estampa)
-San Felipe, Obispo
-San Fileto, Mártir
-San Gelasio, Obispo
-San Isaac, Monje
-San Juan Damasceno, Doctor de la Iglesia (Diciembre 4)
-San Juan de Licópolis o Egipto, Ermitaño (Octubre 17)
-San Lázaro de Persia, Obispo y Mártir
-San Macedón o Macedonio, Mártir (Busco Estampa)
-San Marocio, Mártir
-San Márolas, Mártir
-San Marotas de Persia, Mártir
-San Mateo de Beauvais, Soldado y Mártir
-San Narses o Narsetes de Persia, Mártir
-San Pablo, Obispo
-San Rómulo, Abad
-San Ruperto de Salzburgo, Obispo (Septiembre 24)
-San Teoprépido o Teoprepides, Mártir
-San Teoprepio, Mártir
-San Zanita de Persia, con otros Mártires

-Santa Augusta de Serravalle, Virgen y Mártir

-Santa Lydia, Mártir
-Santa Matrona de Tesalónica, Esclava y Martir
-Santa Matutina, Mártir
-Santa Zanito, Mártir
-Santa Zebinas, Mártir