Noviembre 8
El culto de Nuestra Señora del Parto, se deriva de los primeros siglos de la era cristiana. La primera imagen que se encuentra en Roma, en uno de los arcos del Cementerio Mayor.
El culto de Nuestra Señora del Parto, se deriva de los primeros siglos de la era cristiana. La primera imagen que se encuentra en Roma, en uno de los arcos del Cementerio Mayor.
El icono es el siglo IV y en el la Virgen está en posición orante, con los brazos abiertos, con el Niño Jesús delante del pecho. También, es el intento pionero para representar a María a sola en su maternidad. Sin embargo, las controversias doctrinales eran muchas, causadas por las herejías que habían surgido fuera y dentro de la Iglesia. Por lo tanto, en el 431, el Concilio de Éfeso proclamó el dogma de la Maternidad Divina de María.
Como la imagen de la Virgen orante del cementerio mayor, se realizó de acuerdo a la doctrina ortodoxa oficial, segun la cual Cristo y María eran una sola carne, ella inspiró el icono mariano más extendido en todo Oriente y Occidente, desde la época bizantino. Se trata de Nuestra Señora ‘Platytera’, es decir, “más allá del cielo’, que presenta a María orante con el niño envuelto, que simboliza la maternidad.
En este icono, la Virgen está pintada frontalmente en una actitud majestuosa y seria, cuya mirada está dirigida hacia un punto más allá del espectador. La madre toma al niño entre sus brazos y lo presenta a los hombres para que se fijen en él y le sigan. De este modo está representado el lugar de María en la historia de la salvación: la aceptación de la invitación divina a ser Madre de Dios y su ejemplo como primera discípula aventajada. En la seriedad de su rostro se puede percibir el final que le fue vaticinado por el anciano Simeón cuando la Presentación en el templo. En el fondo, en rojo, destacan las letras MP y OY que proceden de la expresión en lengua griega “Madre de Dios” (MATEP OEOY).
En Italia, desde la época medieval, aparecen las imágenes de la Virgen del Parto sustituyendo el símbolo que representa el disco por la representación natural de la cintura alta y recurvada sobre su vientre ligeramente sobresaliente de María, característica exclusiva de la pintura occidental.
Luego vino la representación de la Virgen en el estado real de embarazo. En ella, la Virgen está sola, de pie o sentada en la posición frontal y, visiblemente esperando al Hijo de Dios.
El único elemento que la distingue de una mujer común embarazada, el libro errado apoyado en el vientre, una alusión al Verbo Encarnado. El libro es de hecho una representación del Antiguo Testamento, y por lo tanto la Palabra de Dios, que se encarna por medio de María.
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