Beato Bentivoglio de Bonis, Franciscano
Diciembre 25
Sacerdote de la Primera Orden (1188‑1232). Pío IX aprobó su culto el 30 de septiembre de 1852.
Bentivoglio de Bonis nació en 1188 en San Severino Marcas de Giraldo y
Albasia. Después de haber escuchado una serie de predicaciones del
fervoroso franciscano Pablo de Espoleto, Bentivoglio se dirigió a Asís,
donde el mismo San Francisco lo admitió en la Orden de los Hermanos
Menores.
Ordenado sacerdote llegó a ser un modelo de perfección
cristiana y tuvo el don de los milagros. Maseo, párroco de San
Severino, después de haber asistido a uno de sus éxtasis, decidió
abandonar el mundo y entrar en la Orden Franciscana. Lo mismo hicieron
sus dos hermanos. Fray Bentivoglio habitó un tiempo solo en un convento
llamado “Trave Bonati”, o “Ponte della Trave” para asistir y curar a un
leproso. Un día recibió de sus superiores la orden de irse a otro
convento, al parecer a Monte San Vinicio, cerca de Potenza Picena,
distante unos veinte kilómetros; y para no dejar abandonado al pobre
enfermo, por la gran caridad que lo animaba, se lo cargó a las espaldas y
lo llevó a su nuevo destino con la admiración y el estupor de todos.
Bentivoglio abrazó con valor la vida de abnegación y de penitencia, de
modo que vino a ser modelo de humildad, obediencia y caridad. Lleno de
celo por la salvación de las almas, fue incansable en el ejercicio del
ministerio apostólico, sea del púlpito como del confesionario, su
palabra inflamaba las almas en santos ardores del amor divino. Un día
mientras predicaba al pueblo, apareció sobre su frente una estrella
luminosa que hizo brillar toda su persona. Con este prodigio Dios quería
recompensar su trabajo por la evangelización de las almas.
Bentivoglio sentía gran compasión por los pobres, en los cuales su
caridad le hacía ver la imagen de Cristo. Fue también favorecido de Dios
con el don de los milagros. Con frecuencia fue visto en éxtasis y luego
elevado en el aire y rodeado de luz. Con esto conmovió tanto, que
muchos comenzaron una nueva vida.
Después de una vida rica en
virtudes y buenas obras, el Beato Bentivoglio entregó su alma a Dios en
el convento de San Severino, su patria, el día de Navidad de 1232. Tenía
44 años.
Fue sepultado en la iglesia del convento y los fieles
se amontonaron alrededor de su tumba para rendir homenaje a este
humilde hermano menor cuyos restos Dios glorificó con muchos milagros.
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Fuente: Franciscanos.net
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