†: c. 520 - Francia
canonización: pre-congregación
Conmemoración de san Antonio, monje, que llevó vida solitaria y, siendo ya anciano, se recluyó en el monasterio de Lérins, en la Provenza, donde, amable y docto, murió piadosamente.
canonización: pre-congregación
Conmemoración de san Antonio, monje, que llevó vida solitaria y, siendo ya anciano, se recluyó en el monasterio de Lérins, en la Provenza, donde, amable y docto, murió piadosamente.
Antonio nació en Valeria, de la baja Panonia (actuaes Rumanía y Serbia),
durante la época de las invasiones de los bárbaros. Como su padre murió cuando
el niño tenía apenas ocho años de edad, se confió su cuidado a san Severino, el
intrépido apóstol de Noricum. Es muy probable que Antonio viviese con su tutor
en el monasterio que éste había fundado en Faviana y es posible que, aún niño,
viese a Odoacro cuando encabezaba su marcha triunfal hacia Roma. San Severino
murió alrededor del año 482, y entonces Antonio quedó a cargo de su tío
Constancio, obispo de Lorch, en Baviera.
Tomó el hábito de monje, se retiró de
Noricum a Italia, junto con los otros romanos, en el 488, cuando apenas tendría
veinte años. Al cabo de algunas vacilaciones, se estableció en las proximidades
del Lago de Como, donde se asoció y se puso al servicio de un sacerdote llamado
Mario, que dirigía a un grupo de discípulos. Mario llegó a sentir una gran
admiración por Antonio y le instó a que se ordenase sacerdote y compartiese su
trabajo. Pero la vocación de Antonio estaba en la vida solitaria, por lo que se
apartó de Mario para unirse a dos ermitaños que se habían establecido cerca de
la tumba de san Félix, al otro lado del lago.
Allá vivió en una cueva, dedicado a la plegaria, el estudio y el cultivo de
su huerto, aunque, con frecuencia, le distraían los numerosos visitantes. Fue
por entonces, cuando un asesino que huía de la justicia simuló un fervor
extraordinario y se quedó con Antonio como discípulo. Sin embargo, el santo
«leyó en su alma», proclamó su impostura y el asesino huyó. Pero también Antonio
debió alejarse de su retiro porque aquel incidente acrecentó su fama y
aumentaron los visitantes. Por fin, ya sin esperanza de encontrar la soledad
absoluta y, ante el temor de que los homenajes y muestras de respeto que recibía
le hiciesen caer en la vanidad, cruzó los Alpes hacia el sur de las Galias. Ahí
ingresó en el monasterio de Lérins. San Antonio murió en aquel claustro, muy
venerado por sus virtudes y sus milagros. San Enodio de Pavía escribió su
biografía.
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Es poco lo que sabemos sobre este San Antonio, aparte de lo que registró
Enodio en su biografía. Esta fue editada en el Corpus Scriptorum
ecclesiasticorum latinorum de Viena, vol. VI, pp. 383-393, así como en Monumenta
Germaniae Historica, Auctores antiquissimi, vol. VII, pp. 185-190 y en la PL. de
Migne, vol. LXIII, cc. 239-246.
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