domingo, diciembre 08, 2013

Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción
Diciembre 8

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Jesús de Nazaret y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios. La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el Saludo del Ángel (Lc. 1,28) y en la oración del Ave María este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.

San Efrén (306-373) dice: Tú y tu Madre sois los únicos que en todo aspecto sois perfectamente hermosos; pues en Ti, Señor, no hay mancilla, ni mácula en tu Madre. Otros padres que dan similares alabanzas a María son san Justino, san Ireneo, san Efrén, san Ambrosio y san Agustín. La idea de María como antítesis de Eva era común y muy desarrollada por los Padres de la Iglesia en los inicios del cristianismo. Igual que una mujer, Eva, había sido la causa de la perdición del género humano, María era causa de la salud al ser la madre del Redentor. Desde el siglo V existía ya una fiesta a la concepción de santa Ana, fiesta que se inicia en el oriente griego difundiéndose por Italia meridional (en el Siglo VII), Irlanda (desde el siglo IX) e Inglaterra (desde el siglo XI). Durante los siglos XII y XIV surgieron diversas controversias o debates teológicos sobre este asunto. Los papas Sixto IV y Alejandro VII, entre otros, prohibieron las enseñanzas contrarias a la doctrina de la Inmaculada Concepción. El movimiento inmaculista alcanzó gran pujanza durante las edades Media y Moderna gracias a los franciscanos, grandes devotos y propagadores de esta advocación mariana.

La creencia piadosa en la Inmaculada Concepción arraigó especialmente en España. Numerosos templos, capillas, ermitas y monumentos le fueron dedicados, y fue nombrada patrona del reino por Carlos III, quien además creó la Orden de Carlos III en su honor. La doctrina fue definitivamente definida como dogma de fe y por tanto revestida de los caracteres de infalibilidad e inmutabilidad el día 8 de diciembre de 1854, en la bula Ineffabilis Deus del papa Pío IX. Desde entonces el día 8 de diciembre ha quedado como fecha de la fiesta de la Inmaculada Concepción en toda la Iglesia Católica.

Especial relación con la Inmaculada tienen las apariciones de Lourdes. Bernadette Soubirous declaró que la Virgen María, al ser interpelada sobre su nombre, dijo: Yo soy la Inmaculada Concepción. Usualmente se representa la imagen de esta advocación de Lourdes con una banda azul celeste, color inmaculista, ciñéndole la cintura. Definición dogmática La definición contenida en la bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854, es del tenor literal siguiente:

...Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho" Bula Ineffabilis Deus"' Como dato histórico el historiador y catedrático francés Louis Baunard narra lo siguiente: Pío IX contemplando el mar agitado de Gaeta escuchó y meditó las palabras del Cardenal Luigi Lambruschini:

'Beatísimo Padre, Usted no podrá curar el mundo sino con la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Solo esta definición dogmática podrá restablecer el sentido de las verdades cristianas y retraer las inteligencias de las sendas del naturalismo en las que se pierden'. El historiador Francesco Guglieta, experto en la vida de Pío IX, señala que el tema del naturalismo, que despreciaba toda verdad sobrenatural, podría considerarse como la cuestión de fondo que impulsó al Papa a la proclamación del dogma: La afirmación de la Concepción Inmaculada de la Virgen ponía sólidas bases para afirmar y consolidar la certeza de la primacía de la gracia y de la obra de la Providencia en la vida de los hombres. Guglieta señala que Pío IX, pese a su entusiasmo, acogió la idea de realizar una consulta con el episcopado mundial, que expresó su parecer positivo, y llevó finalmente a la proclamación del dogma. Iconografía A finales de la Edad Media, con la difusión de esta devoción, aparecieron las primeras imágenes en el arte cristiano representando específicamente este misterio.

En un primer momento, la alusión a la concepción inmaculada de María se hacía mediante la representación de sus padres, san Joaquín y santa Ana, describiendo usualmente el episodio conocido como Abrazo ante la Puerta Dorada, una leyenda piadosa que simboliza la reconciliación de ambos progenitores y la concepción de María libre de todo pecado por intervención sobrenatural de Dios. Este tema iconográfico fue muy usual en el arte Gótico y el Renacimiento. A partir del siglo XVI, pero más intensamente en los siglos XVII y XVIII, comienza a aparecer la imagen de la Inmaculada con características iconográficas propias. Ya no se alude a sus padres sino que se representa a María con los atributos propios de esta devoción. Por una lado, se representa a María según describe un pasaje del Apocalipsis: con vestido blanco y manto azul, coronada por doce estrellas, la luna a sus pies, dotada de alas y pisando la serpiente del Génesis, símbolo demoníaco.

Esta iconografía será la más popular y característica de la Inmaculada, aunque muchas veces el símbolo de las alas se suprime. Otras veces aparece la figura de María rodeada de los símbolos de una oración mariana muy popular, la Letanía Lauretana, como el espejo, la torre, la palma o el pozo, todos ellos alusivos a su especial condición de Madre de Dios. Muy usual en el Barroco será la imagen de la Inmaculada asunta, que une formalmente el tema inmaculista con la creencia en la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos. Así, aparece María rodeada de ángeles en el momento de descender de los Cielos, como criatura pura creada por Dios. Este tipo aparece mezclado muchas veces con los dos anteriores, total o parcialmente, como vemos por ejemplo en las Inmaculadas de Murillo, donde suele aparece María en la Gloria, con la serpiente y el creciente de la luna a los pies y algunos símbolos de la letanía, como la palma.

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